El tiempo y la rebelión política no han pasado en vano. Hace 30 años Rage Against The Machine lanzó su álbum homónimo. Una pieza musical muy vanguardista y fresco para la recién iniciada década de los 90 que fusionaba sonidos provenientes del hip hop, el rock y el metal.
El disco ya es relevante desde su portada, que esa foto tiene como trasfondo la historia de un monje budista inmolándose en la calle de Saigon en Vietnam con fecha el 11 de junio de 1963, todo esto, en protesta contra las persecuciones que sufrían los budistas por parte del gobierno y la presidencia de Ngô Đình Diệm en aquellos días, figura central que dio inició a la Guerra de Vietnam.
En cuanto a las sonoridades del disco, es sin duda uno de los mejores crossover de la historia del rap y el metal, la forma en que RATM lo hizo fue absolutamente brutal, ambos estilos se complementan de una manera completamente natural y que de paso inyectan de rebeldía a la industria musical.
Zack de la Rocha fácilmente ocupa un lugar entre los mejores frontman de los 90, fiel a sus ideas durante toda la grabación, siempre rapeando sobre rebelarse con contra del sistema mientras el resto de la banda aporta una energía super intensa y modulada, desde el bajo, la batería y por supuesto, los increíbles riffs de Tom Morello, tocando como si fuera un mismísmo DJ que ama el arte del scratch llevado al instrumento de cuerdas de una forma bastante original que ayudó a cerrar el circulo perfecto de la banda y del disco.
El disco también encapsula en parte a la juventud descontenta de Estados Unidos, el disco y ese sector de escuchas fue un imán instantáneo para logar conseguir a sus primeros fans y establecerse. Y si bien ya teníamos registros anteriores como Esham, Stuck y Faith No More, nunca nadie de ellos estuvieron tan concentrados o tan furiosos como para centrar toda esa rabia como lo hizo RATM, canciones como “Killing in the Name”, “Bullet in the Head” “Bombtrack”, “Know Your Enemy”, “Wake Up” y “Freedom” siguen siendo fundamentales y trascendentales en pleno 2022. Representan a la perfección el núcleo y el mensaje del álbum.
Es por todas estas cosas que Rage Against the Machine todavía suena vital y con poder, fue una banda necesaria en su momento, en su punto más alto, e inclusive para un sector importante de fans y críticos, lo siguen siendo ahora con su regreso. El homónimo de RATM sigue siendo con todas su letras, una pieza fundamental de la música rock de los años 90. Que muchos adolescentes de todo el mundo los sigan descubriendo y empezando a formar bandas gracias a ellos, dice mucho de su importancia, la rebelión musical contra todo y sobre todos.