Existen figuras que trascienden su profesión para convertirse en iconos de la cultura popular. No es necesario que tu mamá sepa de básquetbol para que conozca a Michael Jordan, así como tu amigo que odia los deportes sabe perfectamente quién es Messi.
Y así la lista se acrecienta con nombres que han dominado disciplinas muy distintas a lo largo de la historia contemporánea: Serena Williams, Claudia Shiffer, John Lennon, Brad Pitt, Jackie Chan… Se vuelven parte del imaginario colectivo no solo por sus logros sino por la manera en que se incrustan en el tejido social a través de relatos que solo ellos podrían contar.
El otro día me senté con alguien que tiene como objetivo el pertenecer a esa estirpe; y en el camino, el primer paso ha sido consagrarse y confirmarse como el mejor en lo suyo. ACZINO. Tetracampeón Nacional de las batallas de gallos y bicampeón internacional. Única persona sobre la faz de la tierra el conseguirlo. El GOAT indiscutible, o en sus propias palabras: “el mejor freestylero que se ha parido”. Próximamente, modelo de figuras de acción coleccionable.
Ese es el currículum y la misión de vida de Mauricio Hernández González, un hombre que además entiende la responsabilidad que implica su labor. Esta es la conversación que tuve con él para WARP MAGAZINE.
Creo que una de las situaciones que nutren tu figura cultural dentro del Freestyle es que eres el puente cronológico entre la generación del Zatu y los nombres nuevos como Wos, Trueno, Rapder… Tú que eres testigo directo de esa transición, ¿consideras que la manera de hacer Freestyle cambió en esos 15 años?
Mucho. Cuando yo empecé, la onda era fluir y al final tirar un punchline random. El objetivo era que se notara que lo estabas improvisando. Había gente como el mismo Zatu que ya hilaba sus participaciones, que tiraba respuestas y mensajes en doble sentido; y por eso se les decía que estaban adelantados a su época.
Creo que una de mis aportaciones fue implementar las rimas que buscaban construir una imagen que partiera de lo figurativo pero que al decirla se sintiera muy real. Frases como “te voy a arrancar la cabeza y la voy a clavar en el asta del castillo” eran muy características de mi trabajo por ahí en 2010.
Después vinieron años clave: 2012, 2015, 2017 y 2020. Se internacionaliza esto y empezamos a nutrirnos mutuamente: aprendimos flows de otros países, recuperamos técnicas del pasado, empezamos a estudiar y a entrenar para esto, hasta el punto en el que las batallas no solo tocan temas personales sino que también cuestionaban temas sociales, políticos y culturales del entorno del rival. El hecho de que se popularizara y nos hiciéramos figuras públicas también nos obligó a elevar el nivel.
¿Consideras que el Freestyle en español atraviesa su mejor momento?
No sé si el mejor porque 2019 fue el año en el que más batallas oficiales se hicieron en toda la historia, fue el año de la batalla más vista de la historia; pero este ha sido igual de importante, definitivamente.
No solo lo llevamos a un espacio como el Vive Latino sino que tenemos los mejores shows, las mejores instalaciones, los mejores contratos, los mejores patrocinios… Sí, dicen que con la industrialización del Freestyle se pierde la esencia de la calle pero es la única manera de lograr que se pueda vivir 100% de esto.
Justamente creo que eres el freestylero más criticado y más alabado por no tener miedo a que esto se industrialice. Actualmente el Freestyle tiene la capacidad de generar los mismos números que el Pop y el Rock y eso también es consecuencia de esa industrialización. ¿Consideras que esto también tiene una repercusión cultural más allá del mero negocio?
Yo hago todo para que tenga esa repercusión cultural. Sí, me da dinero y lo agradezco porque es con lo que mejora la calidad de vida de mi familia pero es igual de importante que genere una conexión emocional con toda la gente que gusta del Freestyle. Por eso reconocen a Jordan, a Bob Marley, a Federer, a Maradona: puede que no sean los mejores en su chamba pero sí los más importantes, los que marcaron un antes y un después para que su profesión cobrara una relevancia mayor en el mundo. La mercancía, la música, las promociones de KFC o McDonald’s, los coleccionables… Todo eso se queda en el corazón y la memoria de las personas.
Una postura muy arriesgada si consideramos que la industria actualmente solo trabaja para que las cosas funcionen hoy: que se hagan virales hoy, que vendan hoy; aunque mañana ya nadie se acuerde porque ya salió algo nuevo.
Y sí; aunque justamente creo que quien supera esas condiciones está más cerca de esa relevancia cultural.
Estás de gira, grabas música, la promocionas, compites en las batallas… ¿Qué tanto se ha visto afectado tu proceso creativo considerando que tienes que partir tu atención en todas estas actividades?
Antes sí se me complicaba mucho pero todo cambió desde que dejé de estar tan obsesionado con las batallas. De verdad: yo era una bestia competitiva que comía, pensaba, orinaba y corría freestyle. 24/7 pensaba en eso. Y ni siquiera porque me la pasara en entrenamiento, sino que imaginaba escenarios en los que le ganaba a tal o cual, en tal o cual lugar. Ahora, que ya demostré en varias ocasiones que soy el mejor, me lo puedo tomar con más calma. Sí, entreno cada que puedo pero la experiencia ya me da otras herramientas que la mayoría no tiene. Ahora diría que las batallas son mi hobbie para desconectarme de todo lo demás.
Constantemente haces referencias a elementos del deporte y esto me lleva a una máxima que ídolos como JC Chávez han dicho: retirarse en la cima. ¿Tú qué opinas al respecto?
Creo que en algún momento sí tuve un pensamiento parecido, que fue cuando me retiré. Era el momento perfecto porque había ganado todo y nadie me lo reprochaba. Decidí regresar y no me arrepiento porque gané un cinturón de Red Bull que funcionó como una declaración de que sigo más vivo que nunca.
Ahora no sé… Soy consciente de que no soy eterno y que más temprano que tarde me tendré que retirar porque quiero hacerlo con dignidad, porque yo lo decido y no porque otros me retiran. Igua, retirarse en <<la cima>> ya no me gusta tanto porque no sabes realmente si ese era tu punto más alto o qué tal que nunca te enfrentaste realmente a alguien mejor que tú por la razón que sea. Nadie lo sabe: igual dices que te retiras a los cinco campeonatos y cuando los logras quieres diez. O mañana me levantó sin ganas de seguir en el Freestyle y simplemente anuncio que me voy.
Tu último lanzamiento se llama “La Capital Del Pecado” y relata la historia de un asalto a mano armada en el transporte público. Al escuchar la canción, más que un track de protesta, se siente como la reacción natural de alguien cuando pasa por esto: frustración, tristeza, miedo… Con todo lo que hemos hablado de la posición del Freestyle en el mainstream, ¿consideras que la música tiene la responsabilidad social de tocar esos temas?
No sé, siempre es difícil decirlo porque hay muchos elementos a considerar. Personalmente, en ese track yo lo veía como tener una batalla de Freestyle con los asaltantes. Porque he vivido esa situación más de una vez y entiendo cómo se siente. Pero cuando atraviesas por una situación así, tu reacción no está pensada para ser una denuncia o algo así, simplemente quieres sacar lo que traes y eso, de cierto modo, me parece más poderoso que hacer una consigna premeditada. Al final creo que por eso la gente se identifica tan bien con canciones como <<La Capital Del Pecado>>.