Entender que el 8 de marzo no es un día para felicitar a las mujeres, es para conmemorar.

// Por: Steff Fink

mar 8 marzo, 2022

El suceso que marcó la celebración moderna del Día Internacional de la Mujer fue en 1857 cuando mujeres que trabajaban en una fábrica textil en NYC decidieron que no era justo las condiciones, horas y salario que tenían, así que protestaron. Esta era la primera vez que las mujeres se unían para reivindicar mejoras laborales y sus derechos. La rebelión sin embargo, terminó con la muerte de 129 de ellas. Años después en 1910, durante una conferencia internacional de las mujeres realizada en Dinamarca, surgió la idea de crear una fecha específica para homenajear a las operarias muertas en la fábrica textil. Y así fue como en 1975, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) decidió decretar el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Este es un día en el que conmemoramos la lucha de la mujer por su participación política y social, una fecha enfocada a impulsar la igualdad y su desarrollo integro como persona. Es importante que reconozcamos que el 8 de marzo es una fecha que se usa para dar visibilidad a las diferencias estructurales que aún hoy en día enmarcan las desigualdades de género. No es un día para que felicites a las mujeres de tu vida ni mandes flores. Todavía hoy, en pleno contexto de reivindicación de los derechos de las mujeres, vemos las redes sociales y nuestros whatsapps familiares inundados de “felicitaciones”  a las mujeres, cuando en realidad, deberíamos de aprovechar el día de hoy especialmente para reflexionar sobre la reivindicación que ellas hacen. Se trata de un día para mantenernos conscientes de las situaciones de violencia e injusticia que las mujeres enfrentan día a día. 

Aún hay mucho trabajo que tenemos que hacer para luchar por nuestros derechos -según el Foro Económico Mundial, estamos a 135 años para lograr la igualdad de género y 267 años para cerrar la Brecha Salarial- pero para exigir y hacer valer nuestros derechos solo nos tenemos a nosotras. En México actualmente vivimos una situación crítica en la que la violencia de género ha ido en aumento año con año, 7 de cada 10 mujeres en el país sufre de violencia. Es necesario que nos cuestionemos todo para de esta forma detectar cuáles son las opresiones que nos lastiman, no solo por nuestra posición como mujeres, si no también por las estructuras sociales en las que crecimos y cómo nos educaron. 

Para construir hay que dejar atrás nuestros prejuicios y comenzar a crear alianzas con otras mujeres. Construir de la mano de otros grupos de mujeres con intereses afines pero también ser aliadas de otros grupos de mujeres a los que quizás no pertenezcamos, como mujeres migrantes o en situación de calle por ejemplo. Recuerda que cada quien va a avanzar a su propio paso y de formas distintas, pero es necesaria una autoreflexión constante para no quedarnos estancadas y de esta manera analizarnos más, conocernos mejor, redescubrirnos y encontrar nuevas maneras de sanción con nosotras mismas y con las demás. 

¿Así que están listas? Hoy alzamos la voz no solo por nosotras, alzamos la voz por todas las mujeres que nos abrieron el camino, por todas las que marcharon con nosotras en años pasados y hoy nos acompañan en nuestros corazones. Hoy luchamos para existir mañana, hoy luchamos por todas, por ser libres y por dejar de vivir sin ese miedo de no regresar un día a casa.

Que se escuchen nuestros gritos, nuestra fuerza, nuestra unión, que se sientan nuestros pasos mientras marchamos y que se sienta nuestro poder y hermandad, la fuerza que nos mantiene de pie, luchando, sin rendirnos. 

Desde donde puedas, y como puedas, levántate y lucha.