El actor galés Michael Sheen, reconocido por sus papeles protagonistas en películas como Frost/Nixon (2008), Alice in Wonderland (2010), Tron: Legacy (2010), Midnight In Paris (2011), además de las sagas de Crepúsculo y Underworld, anunció en una nueva entrevista publicada por la revista The Big Issue que se convirtió en un actor “sin fines de lucro”.
A sus 52 años de edad, decidió vender sus dos casas para usar ese dinero en mantener la Copa Mundial de Personas sin Hogar en Cardiff, que él mismo había ayudado a promocionar. Un punto de inflexión para él ya que estaba por ser cancelada debido a que no encontraron fondos suficientes, por lo que decidió poner su propio dinero en la iniciativa.
De acuerdo a lo declarado, en ese punto se dio cuenta de que podía usar su riqueza para ayudar a otros. “Me había comprometido a ayudar a organizar eso y luego, de repente, no había dinero. Tenía que tomar una decisión, podía alejarme y no sucedería. Pensé, no voy a dejar que eso suceda. Entonces, puse todo mi dinero en mantenerlo en funcionamiento. Tenía una casa en Estados Unidos y una casa en Reino Unido. Hice lo que fuera necesario”.
“Si puedo seguir ganando dinero, no me va a arruinar”, declaró, agregando que desde ese punto ha decidido donar todo el dinero que genere a través de su carrera actoral, misma que incluye sus ganancias de la serie Good Omens (2019), el éxito de Amazon Prime basado en la novela del escritor Neil Gaiman.
“En los últimos años me di cuenta de que quiero ser una de esas personas que ayudan a otras personas de la forma en que tantas personas me ayudaron a mí (…) Estoy en la etapa de mi vida y mi carrera en la que tengo una ventana de oportunidad que probablemente nunca volverá a ser tan buena. No quiero mirar atrás y pensar podría haber hecho algo con ese dinero”, agregó.
“Llegué a conocer personas y organizaciones dentro de mi ciudad natal que no sabía que existían. Pequeños grupos que estaban tratando de ayudar y que tenían los fondos suficientes para hacer una pequeña diferencia en la vida de un niño al organizar una noche a la semana en la que pudieran salir y jugar a los bolos o ver una película y simplemente ser un niño”, señaló.
“Regresaba a visitar tres o cuatro meses después y descubría que los fondos se habían ido y que la organización ya no existía. Me di cuenta de que la diferencia entre que la vida de ese niño fuera un poco mejor o no era, en última instancia, una pequeña cantidad de fondos. Y quería ayudar a esa gente. No solo quería ser un mecenas o una voz de apoyo, quería hacer más que eso. Fue entonces cuando pensé, necesito regresar y vivir en Gales nuevamente”, concluyó.