Creados en el núcleo de una de las disqueras independiente más importante de los 90s y de la actualidad como Creation Records, nacen los Primal Scream, tan importantes como trascendentes para entender muchas de las cosas que sucedieron en la cultura británica y especialmente en ese núcleo.
Screamadelica (1991) nace como el hijo punk entre éxtasis y LSD y el auge de un nuevo sonido electrónico de la década apadrinado por The Orb y sobre todo por el mítico DJ y Productor: Andrew Weatherhall, de la música independiente en el Reino Unido al dar a luz un sonido que eventualmente pondría a Primal Scream en un alto estandarte de la cultura musical underground del Reino Unido y su natal Escocia.
El gélido susurro de samplear diálogos de películas combinados con la psicodelia, el rock and roll y el acid-house británico dio vida a un nuevo camino. Parece confuso y hermoso a la vez pero la magia del disco radicaba en que nadie podía distinguir o describir exactamente de que se trataba, eran sonidos como señales divinas de un mundo desconocido pero alentador.
El álbum se volvió una influencia para aquellos que preferían mezclar diversas corrientes sonoras sin descuidar las paletas sonoras de la nueva década que cobró mucha vida en 1991. Su legado es el de un collage que con el paso del tiempo cambió el panorama musical y nunca se ha igualado a tal magnitud de interpretación. O quizás sí, pero no con el mismo impacto, con la misma magnitud o sorpresa.
Su legado a 30 años de distancia adquiere profundidades y un contexto aún indescriptible con esa cierta agudeza en donde se perciben susurros, lamentos, gemidos y momentos celestiales. Con todos estos elementos combinados en acción, Bobby Gillespie, Andrew Weatherhall, Alan McGee y el porvenir de uno de los sonidos y discos más emocionantes que se recuerden en la historia de la música.