Sufjan Stevens: La espiritualidad del mayor creyente en la música, no hay Jesucristo de bolsillo #RetratosÍntimos

// Por: Ernesto Cruz

jue 23 septiembre, 2021

Fotos: Denny Renshaw

#RetratosÍntimos es una nueva serie de WARP en la cual profundizamos en la psicología de la obra de los artistas más relevantes de la industria musical. En este caso, hablamos de la estrella del compositor Sufjan Stevens.

Certezas, pocas: como la muerte y que dos más dos es cuatro. A partir de ahí, el mundo se llena todos los días de incertidumbres y causas a la deriva; sin embargo, si tuviésemos que encontrar esa aguja en el pajar, podemos apostar –con toda confianza- por el amor incuestionable que Sufjan Stevens le tiene a la música.

Sí, amar a la música parece una obviedad, casi un cliché en una sociedad en la que se da  por naturaleza; y más para los artistas, que ponen en entredicho su destino y su patrimonio con tal de salir avante en la titánica labor de mantener a flote una carrera artística. Pero, para ser francos, cuando uno revisa caso por caso se puede dar cuenta de que, en realidad, la música no es el gran combustible de esos artistas. O al menos no el único. Está quién lo hace por su pasión al reconocimiento… Por la necesidad de validar su corazón a través de una habilidad innata… Como símbolo identitario… Incluso por el dinero. Y no es que sean más válidos los motivos de unos u otros, lo que pasa es que el vínculo que tiene Sufjan Stevens con el sonido es romance en estado puro. No es su medio, ni el recurso, es la meta máxima. Música de ciudades, música de madres y de padres, música de epopeyas y tragedias, música sobre la vida y la muerte… La música y Sufjan Stevens.

EL HÉROE DE UNA BATALLA NO SOLICITADA

Abu Sufyán es una figura islámica nacida en el 560 d.C reconocida por ser líder del clan de los Abd Shams de la tribu de los Quraish, una facción opositora de Mahoma. Cabeza de La Meca; además de mercader y financiero, se le recuerda por ser un contrapeso político y bélico de los bandos radicales que en esa época se disputaban Medina, la perla geográfica de Arabia Saudita. Su estirpe es destacada por iniciar una línea sanguínea de generales y califas en Palestina y Mauwiya. Siempre contracorriente, Abu Sufyán fue el catalizador de la batalla de Yarmuk, el conflicto que redefiniría la distribución geopolítica de Siria, Egipto y la antigua Alejandría.

Carrie Stevens, consciente de sus diversas enfermedades mentales, decidió ponerle Sufjan a su hijo, en honor al mítico héroe islamita.‘’Tal vez ella ya sabía que nuestra relación iba a estar llena de vacíos y contradicciones’’ declaró Sufjan, de 40 años, cuando escribió el disco que exorcizó el vínculo con su madre tras la muerte de ésta.

Y por vacíos seguramente se refería a las múltiples ocasiones en las que Carrie los abandonó a él y a su hermano: primero cuando Sufjan apenas estaba por vivir su cumpleaños uno, después a los tres años, en un videoclub, en el momento en el que apenas podían conceptualizar el significado de su partida; y así, varias veces, hasta que el mismo Sufjan decidió irse para no tener que lidiar con la esperanza de una estadía definitiva.

Lo más cercano que tuvieron Sufjan y su hermano a una familiar nuclear en el sentido tradicional  fue cuando Carrie y Lowell se encontraron en matrimonio. Lowell es su padrastro, y Sufjan, dentro de su naturaleza autodidacta, es al único al que le ha permitido fungir como mentor y guía.

‘’Mi padre biológico no era el sujeto más responsable del mundo. De hecho era peor que mi madre y eso ya es decir bastante; pero desde hace mucho decidí no guardarle rencor… No se puede odiar a alguien que no conoces’’. – Sufjan Stevens.

Nacido en Detroit pero criado en Michigan, Sufjan ha vuelto de la música su hogar incondicional. La Harbor Light Christian School, la Interlochen Academy Of Arts y el Hope College of Halland han visto cómo se convierte en una mente prolífica e integral, no sólo a través del sonido, sino también de las palabras y la abstracción del pensamiento. Estudió escritura creativa, filosofía y a los 18 años ya sabía tocar más de 20 instrumentos.

Aun así, para los estándares de una nueva industria que engulle prodigios adolescentes, Sufjan no lanzó su primer material hasta los 29 años, de la mano de Asthmatic Kitty Records, el sello que fundó junto a Lowell. Lo cierto es que, a pesar de ser un tipo sumamente articulado, desde 2004 eligió a la música como la epitome de su comunicación: No hay Dios ni patria ni sociedades sino existe antes un acorde o una base rítmica que lo explique desde ese código de interacción. Más que un lenguaje particular, es el hábitat dese el cual se permite dudar y conjugarse en todos los tiempos de su vida. Cura el pasado, cuestiona la veracidad de su presente y prefiere ver el futuro con recelo.

‘’Cada generación ha tenido su propia obsesión con el Apocalipsis’’ -Sufjan Stevens.

CON LA OBLIGACIÓN DE HACER PREGUNTAS, SIN EL DEBER DE RESPONDERLAS

Sufjan Stevens es anacrónico: Todavía cree en el disco. Peor aún: Le tiene fe a la narrativa y a la conceptualización. Desde A Sun Came (1999)  -su debut- hasta The Ascension (2020) se ha empecinado en utilizar sus producciones como plataformas para reflejar sus inquietudes, y que al mismo tiempo esas inquietudes hagan eco y despierten las inquietudes de otras personas, sin el afán de ser liberador de conciencias.

‘’No es que me deslinde de mi responsabilidad como figura pública; pero genuinamente creo que para la salud de la humanidad son más beneficiosas las dudas que las conclusiones. No es trabajo de todos dar respuestas. Somos criaturas que cambian y no hay solución a la inercia del cambio, sólo adaptabilidad’’. -Sufjan Stevens

¿Qué es el amor? ¿Quién inventó la democracia? ¿Por qué te fuiste, madre? ¿A dónde se fue la fe? ¿Cuál es la mejor pizza de Chicago? ¿La publicidad es una ficción? ¿Has visto a algún extraterrestre directo a los ojos? ¿Estamos hechos de conflictos? ¿Por qué le tememos a un Dios que se supone debe cuidarnos? ¿Estamos listos para que todo desaparezca? ¿Al Capone es patrimonio de la ciudad? ¿Nuestros privilegios están constituidos sobre un sistema de opresión?

Y los signos de interrogación de todas esas preguntas son las diferentes direcciones estéticas que Sufjan toma con cada uno de sus discos: Pavimentó el Folk Barroco por el cual caminaron Arcade Fire y Belle & Sebastian, fue parte de la movida del Jazz Blanco junto a BadBadNotGood, ha jugado a ser Aphex Twin y Björk, adoptó a los huérfanos que dejaron los White Stripes y se hizo uno con Luca Guadagnino cuando tuvo que musicalizar la Toscana próspera de los años ochenta.

‘”Creo que pasarán cientos de años antes de que la gente entienda lo que está sucediendo con nuestra cultura en este momento… porque es una locura. Es una locura. Me encanta, hay partes que amo y otras que me hacen sentir enfermo y creo que eso es saludable’’. – Sufjan Stevens-

Nació el primero de julio de 1975 y ahora vive en Brooklyn, donde todavía está dispuesto a hacer muchas preguntas.