Charlie is my darling: Vida y obra de la Charlie Watts #RetratosÍntimos

// Por: Staff

vie 3 septiembre, 2021

Por: Ernesto Cruz Yáñez

#RetratosÍntimos es una nueva serie de WARP en la cual profundizamos en la psicología de la obra de los artistas más relevantes de la industria musical. En este caso, hablamos del baterista de The Rolling Stones, Charlie Watts.

Mientras otros de sus contemporáneos como John Bonham, Roger Taylor y Keith Moon se rodeaban de batacas monstruosas de más de ocho piezas, durante 60 años Charlie Watts le fue fiel a la suya de solo cuatro. Nunca requirió de más. Preciso, discreto, elegante. No es cliché decir que su aportación a los Rolling Stones fue seminal para patentar un sonido básico pero irrepetible.

Aunque los Kinks eran más propositivos y The Velvet Underground más vanguardistas, jamás tuvieron un Charlie, y quizá por eso no alcanzaron el mismo nivel de popularidad; y es que el despliegue técnico de Watts era el eje sobre el cual se sostuvo el pragmatismo de Bill Wayman, las ideas extravagantes de Brian Jones, el virtuosismo de Mick Taylor, el desenfado de Ronnie Wood e incluso el músculo visceral de Mick Jagger y Keith Richards.

Ya decía el aclamado crítico Robert Christgau: ‘’Sin los tambores de Charlie Watts, todos nos habríamos percatado de lo desafinados que son los gritos de Jagger y las cinco cuerdas de Richards’’.

La base de los Stones

Un metrónomo por sí mismo, Charlie es el hijo perdido de Jerry Roll Morton que siempre buscó la manera de regresar a casa. Cuando sus compañeros originales de la banda apenas estaban en labor de armar la alineación canónica de los Stones, él ya era reconocido en el circuito independiente de Jazz en Londres y, cuando lo invitaron a unirse, éste los despreció porque era feliz tocando lo suyo y ganaba lo suficiente para que su vida de músico no corriera peligro. Antes de que Richards, Jagger y Jones tocaran a su puerta, Alex Korner –compositor británico de culto- lo había enlistado para Blues Incorporated, agrupación pionera del R&B en Europa por la que desfilaron algunos artistas ingleses que a la postre se harían leyendas en el Rock (Ginger Baker, Eric Burdon y John Paul Jones, por citar algunos).

‘’Debo reconocer que al principio me emocionaba más tocar con Korner y la Blues Incorporated. Fueron los primero en tocar R&B en Londres y me hacía sentir en una revolución musical. No existían referentes del género en Inglaterra y lo único que se me ocurrió fue tocar lento los mismos compases del Jazz. Mucha gente no lo sabe pero creo que ese fue el origen de muchas cosas que después se escribieron en los libros de historia’’. -Charlie Watts

Tras un año de rogarle, Mick, Brian y Keith logaron que Charlie decidiera probarse en los Rolling Stones. Curiosamente, fue el primer miembro que percibió un sueldo a costa de la banca rota de los demás. Y fue la mejor apuesta que pudieron hacer. En su biografía titulada LIFE, Richards confesó que en cierta ocasión tuvieron que robar una tienda departamental para completar las cinco libras que habían pactado con el baterista.

‘’Cuando empezamos a tocar con él, nos dimos cuenta del bien que le hacía su sonido a nuestro sonido. Unos días antes de su pago notamos que no completábamos la cantidad acordada y tuvimos que quedarnos sin comer para sumar al monto. Ni siquiera así se juntaban las cinco libras y no quedó de otra más que infiltrarnos en un supermercado para robar algunos vinos y después revenderlos con nuestros amigos en Bexley’’.

En 1963 Charlie Watts se unió oficialmente a los Rolling Stones y junto a Mick Jagger y Keith Richards, son los únicos miembros de la banda que han estado presentes en cada uno de los conciertos y en todos los discos de estudio de la banda. Una vez que se sentó en esa silla, no se volvió a parar hasta el último día de su vida, 58 años después.

Ode to a Highflying Bird

Hijo de Richard Watts –camionero de oficio- y de Charlotte Evans –ama de casa- Charles Robert Watts nació el 2 de junio de 1941 en el Hospital de la Universidad de Londres. Hermano de Linda Watts, su familia se desarrolló en el condado de Kingsbury, donde asistió a la Tyler’s Croft Secondary Modern School. Hincha del Tottenham, desde temprana edad Charlie mostró habilidades múltiples para los deportes y la práctica artística. Siempre con un carácter mesurado y prudente, vivió su adolescencia en el número 23 de Pilgrims Way en Wembley, zona conocida por ser uno de los blancos favoritos de los misiles nazis.

Dave Green fue su primer gran amigo y pese a que Charles se volvió un músico reconocido en todo el mundo, nunca dejaron de frecuentarse. Sus casas estaban pegadas una de la otra y juntos descubrieron el Jazz. A los trece años pasaban tardes enteras escuchando discos de Charlie Parker y Chico Hamilton, lo que los impulsó a buscar la manera de aprender a tocar un instrumento; a cambio, el joven Watts recibió un banjo al que realmente nunca se sintió atraído, por lo que decidió desmantelarlo hasta convertirlo en una especie de cajón de ritmo. Su mamá y su papá, siempre comprensivos, le regalaron su primera batería, la cual aprovecho de inmediato: con la soltura innata de sus manos y la agudeza de su oído empezó a replicar las estructuras rítmicas de sus canciones favoritas.

A los 18, él y Green se integraron a los Jo Jo All Stars, una famosa banda local de Midlesex que jameaba sobre canciones de Miles Davis y Duke Ellington. Simultáneamente, se inscribió al Harrow Art School con el objetivo de graduarse como diseñador gráfico. Su cotidianidad en el Jazz y la inquietud por hacer las cosas lo orillaron a abandonar la escuela para empezar a trabajar en una agencia de publicidad llamada Charlie Daniels Studios. Tras una breve estancia en Dinamarca, Watts regresó a asentar definitivamente una vida que mezclara la música y las artes visuales… Hasta que una noche, mientras tocaba en el club 606 de la calle Lots, tres muchachos macilentos se le acercaron para preguntarle si le interesaría tocar en una banda de Blues.

WARM & TENDER

 ‘’Sin importar si Mick, Keith, Bill o Roonie se ligaban a diez o cien chicas después de cada concierto, Charlie siempre salía a cenar con su esposa para regresar temprano al hotel y dormir sus nueve horas de rigor’’ -Patrick Stansfield, tour manager de los Rolling Stones durante las décadas de los 70 y los 80.

Para pertenecer a la banda que básicamente cimentó todos los estereotipos del rockstar, Charlie Watts fue contracultural. El típico englishman de trajes oxford hechos a la medida que no alza la voz y tiene poco interés por el protagonismo.

‘’Respeto mucho a los bateristas que son capaces de sacar cuatro o cincos solos por show; yo no puedo, ni en el Jazz ni en el Rock. Siempre he visto la música como algo colectivo en el que mi instrumento no tiene sentido sin el acompañamiento de los demás’’.

A los 23 años se casó con Shirley Ann Shepherd, el amor de su vida. Juntos tuvieron sólo una hija llamada Serafina, quien eventualmente les daría a Charlotte, su única nieta.

Entre giras y sesiones de grabación la familia Watts-Shepherd ha vivido tranquila en Dolton, donde tienen una finca en la que crian caballos y Charlie resguarda sus múltiples colecciones de autos, muebles y antigüedades, mismas que ni siquiera su equipo de trabajo más cercano alcanza a dimensionar: ‘’No los he visto pero por sus gastos y sus contactos, sé que Charlie posee coches que apenas otras diez personas en el mundo tienen’’  Lauren Mayer, contadora de los Stones desde 1994.

Eso y los 175 millones de libras que ostenta su patrimonio son –quizá- los elementos más estrafalarios de su persona.

Charlie no tuvo empacho en aceptar que su primer crisis de la edad le acarreo un problema severo con el consumo de alcohol y la heroína; sin embargo, su mismo temple fue lo que lo sacó adelante. 

‘’Fue entre 1983 y 1986. Supongo que ese fue el único momento en el que me arrepentí por llevar una vida tan tranquila. Acababa de entrar a los cuarentas y mi cabello estaba lleno de canas. Dejé que las drogas se me acercaran y no le puse un alto al alcohol. Me parecía chistoso que Mick y Keith llevaban veinte años con ese ritmo de vida y se veían tan vigorosos como al principio. Empecé a quedarme dormido en el estudio de grabación, fallaba en mis entradas y hasta me rompí el tobillo cuando bajaba del edificio. Ese fue el acabose y simplemente me detuve. Así confirmé que esa vida no era para mi y nunca más tuve la tentación’’.

Indirectamente, ese despliegue de fuerza de voluntad ayudó a que los Stones no se disolvieran a finales de los 80’s. En medio del fuego que se lanzaban Jagger y Richards, Charlie tomó el teléfono y le llamó a ambos para aplacarlos. Luego de casi tres décadas en la banda, el hombre preciso dejó de verlo como un trabajo y empezó a sentirlo como parte fundamental de su vida, apenas diez años después de declarar que la banda sólo era una manera de matar el tiempo y hacerlo redituable en el proceso.

-Después de tanto tiempo, ¿no le molesta que desde su posición sólo se alcanza a ver el trasero de Mick Jagger?

-No realmente… Estoy seguro que durante mucho tiempo he sido la gran envidia de una parte considerable del mundo.

Ni el cáncer de garganta en 2004 ni el choque fatal que sufrió en Niza pudieron con él; por el contrario: firmó la muerte con la que la mayoría soñamos: dormido, en paz y rodeado de su familia, tras ochenta años de vivir al ritmo que quiso.