Desde hace ya varios años, Andrea Villalón (1995) se perfila como una de las artistas más reconocidas de su generación. Es fotógrafa, pintora, y recientemente ha comenzado a trabajar con vitrales, oficio heredado de su familia. También fundó Concha Eléctrica, una popular cuenta Instagram dedicada a la divulgación del trabajo de mujeres artistas, activa desde 2015.
En noviembre del año pasado, presentó “Después de estar despierta”, su primera exhibición individual de pintura, a través de la galería Machete, en la CDMX. Este año, Andrea tuvo un segundo proyecto individual en la galería Brigade, radicada en la ciudad de Copenhague, Dinamarca, titulado “The Shelter of Meaning” (El refugio del significado). Conversé con ella para profundizar en su experiencia en estos proyectos, así como en su proceso artístico.
¿Cómo fue trabajar en dos exhibiciones individuales en tan poco tiempo?
Las dos sucedieron en medio de muchos imprevistos, tanto por mi mudanza, como por la pandemia. Sigo sorprendida de cuántas cosas pasaron estos meses. Sabía que no quería dejar México sin haber tenido mi primera exposición individual, me enfoqué mucho y pude tenerla a través de Machete. La de Copenhague fue mucho más inesperada, creí que iba a pasar mucho tiempo antes de siquiera pensar en exponer por acá… no me la creo.
De alguna manera, creo que son parte del mismo trabajo. Ambas han acompañado el cambio de escenario que significó mi mudanza. Tengo muy presente todo lo que tenía allá, lo extraño. Eso sí, ha sido una experiencia muy importante todo lo que he podido ver aquí en Londres. Nunca viajé mucho, entonces ahora me la paso sorprendida todo el tiempo.
Cuéntame más de The Shelter of Meaning.
Fue a través de la galería Brigade, que ahora me representa en Europa. Por la sorpresa de la invitación, fue todo muy intuitivo. Como decía, lo quise aprovechar como una continuación al trabajo que ya estaba haciendo en México, aunque cuando compré mis materiales, no sabía exactamente qué iba a pintar. Platiqué varias veces con el curador de la galería, pero siempre me dieron mucha libertad.
La llamamos “The Shelter of Meaning” (El refugio del significado) porque se relaciona con mi búsqueda personal de un lugar para estar segura, plena, un lugar para habitar el presente. Esa búsqueda es un tema recurrente en mi obra.
Esa búsqueda personal me remonta a tu interés por el autorretrato, que has trabajado antes desde la fotografía, ¿Cómo ha evolucionado eso a través de la pintura?
Llevo ya casi 10 años tomando fotos análogas. Antes sólo salía a la calle y tomaba cosas que me llamaran la atención, escenarios urbanos. Fue en la escuela donde me decían mucho que mejor empezara a hacer autorretratos. Al principio no quería, pero luego me fui dando cuenta que cada vez disfrutaba menos salir a la calle y que, al contrario, disfrutaba mucho estar en mi casa. Fue entonces que empecé a trabajar más sobre esa línea, más personal e íntima. A lo mejor era un tipo de agorafobia.
Con el tiempo, me di cuenta que ya no quería hacer autorretrato fotográfico tampoco. Creo que, aunque suene paradójico, puede ser un poco contraproducente estar tan enfocada en ti misma si lo que quieres es descubrir quién eres. De alguna forma, la intención de explorarte se corta si tienes que verte de frente todo el tiempo. Por eso migré a la pintura. No tomé clases de pintura en la escuela, entonces me considero autodidacta.
¿Cómo has hecho para conformar tu propio vocabulario visual desde lo autodidacta?
Si lo pienso, llevo poco tiempo pintando, menos de 5 años. Creo que sigo en un proceso de exploración más intuitivo, quizás dentro de unos años pueda ver más claros mis intereses, en retrospectiva. Así me pasó con la foto, fue hasta que me acostumbré por completo a ese medio que empecé a notar patrones en lo que estaba buscando, y eso me tomó años.
Con mi pintura, creo que pasa algo similar a cuando le piden a un niño dibujar como parte de alguna terapia. Pinto sin muchos planes y la interpretación más seria viene después. Estoy tratando de conocerme a mí misma a través de la pintura. Tiene mucho que ver que siempre intento estar leyendo filosofía, o ahora, psicoanálisis. Pinto cosas para poder verlas de lejos. Me doy cuenta como repito elementos como las velas o las telarañas hasta que los cuadros están terminados.
¿Escribes, Andrea?
Escribo diarios desde los 13 años. Son muchísimos. Cuando me mudé de México a Londres, una de las cosas más difíciles fue dejarlos, preocupada porque nadie los toque, mucho menos que los lea. A veces creo que han sido un recurso para lidiar con mi mala memoria. De pronto leo algunos y eso me lleva a rescatar algunas frases o hacer pinturas nuevas, pero todo sigue siendo intuitivo y su lectura sigue siendo algo muy íntimo, no es algo que me interese compartir.
Quizás escriba más después, no sé, hay muchas cosas que quiero hacer y ver cómo afectan mi proceso. Ver piezas nuevas, ver más cine o encontrar nuevas películas. Regularmente no asisto a muchos eventos de arte, es un esfuerzo muy grande. A veces me toma semanas digerir una sola película, y eso se suma a todo lo que veo en redes sociales. Pero ahora, después de estas dos exposiciones, siento que mi pizarrón está limpio otra vez y que voy a poder dedicarle más tiempo a ver cosas nuevas.
Además de tu carrera individual, Concha Eléctrica sigue creciendo. ¿Cómo va ese proyecto?
Ya lleva un rato largo operando con la dinámica de takeovers, y creo que si funciona tan bien es sencillamente es porque sigue habiendo muchas artistas queriendo visibilizar su trabajo. Eso me importa mucho, que Concha Eléctrica sea un espacio para mujeres artistas produciendo, pertenezcan o no al circuito de exposiciones. Creo que seguirá un rato funcionando así, una artista a la semana, porque además, a cada una le pido una lista de cinco artistas recomendadas, entonces es como una base de datos que se nutre a sí misma.
Hace poco, platicando con una amiga sobre cómo funciona el proyecto, me dijo que ella pensaba que cobraba por participar. Estaba muy sorprendida de escuchar eso. Ahora tengo pendiente hacer un video o una publicación donde aclare que los takeovers, aunque haya que planearlos y organizarlos, son completamente gratuitos.
También me ha pasado que muchas artistas invitadas me dicen cosas como “pensé que nunca me iban a invitar” o cosas de ese estilo. Siempre les agradezco sus ganas de formar parte, pero no me gusta pensar que esa angustia viene de lo común que es que te cobren por mostrar tu trabajo, incluso dentro de perfiles de redes sociales. Quisiera decirle a las artistas que no han participado que el proyecto es para todas y que tengan paciencia, pronto llegará su lugar.
No busco que Concha Eléctrica sea una institución ni que proyecte una cara intimidante. Varias personas me han dicho que se imaginan que llegan miles de mensajes de artistas que quieren participar, pero la verdad es que no. No sé si sea por pena, porque crean que forzosamente funciona por invitación, pueden ser muchas cosas. Pero igual quiero decir que estoy muy abierta a que escriban directamente a Concha Eléctrica y que podemos ir viendo cómo ajustarnos. Tiene que ver mucho la disponibilidad y no solo la agenda, como mucha gente cree. Entonces, a quien esté interesada, les invito a acercarse al proyecto.
Puedes seguir el trabajo de Andrea a través de instagram. @AndreaVillalon @ConchaElectrica.