Louise Bourgeois (1911-2010) fue una artista francesa. Aunque es mayormente conocida por sus trabajos de escultura a gran escala, tiene una producción vasta y compleja que incluye también dibujo, pintura, grabado, y textil. Se mantuvo activa y produciendo desde la década de 1930 hasta el final de su vida en 2010. Considerando la variedad de obras, materiales y temas, presentes en su obra, es difícil asignarle un estilo o considerarla parte de una corriente artística particular.
Varias personas cercanas a ella y a su trabajo coinciden en que la artista tenía una personalidad severa y determinada, con una notoria fijación por las complicaciones de su infancia y juventud. Bourgeois profundizó ampliamente en las figuras de su padre y madre, así como en ella misma en su rol de hija.
Frecuentemente se acude a su obra como un referente enmarcado por el surgimiento del psicoanálisis durante el siglo XX y su expansión como teoría y práctica. Aunque no estaba formalmente afiliada a movimientos feministas, es igualmente considerada como un antecedente de prácticas artísticas con perspectivas de género por sus observaciones acerca del lugar de la madre o la hija en la estructura familiar.
En su trabajo son recurrentes motivos como el trauma, la evocación a sentimientos de abandono o huída del hogar, el miedo a caerse, la ansiedad alrededor de los cambios del cuerpo, el espacio doméstico y la relación de la familia con la formación de la propia identidad. La artista insistía en que su trabajo artístico constituía una especie de terapia, un proceso que no podía detenerse, por el bien de su salud mental.
Referida por ella misma como su tema mejor desarrollado, la obra más emblemática del trabajo de Bourgeois es la que se relaciona con las arañas. Sobre esta figura no sólo produjo muchas piezas, sino que las ensayo también a través de la escritura. Son un símbolo complejo, íntimamente relacionado con la figura de la madre. Y es que, existen en medio de muchas ambivalencias: su naturaleza es protectora pero también depredadora, dedican su vida a construir su casa y sin embargo son consideradas una amenaza, sus delgadas patas parecen indicar debilidad pero nadie duda de su capacidad de respuesta.
La artista también encontraba un vínculo directo entre las arañas y su propia madre en el oficio de tejer. Su familia tenía un negocio dedicado a restaurar tapetes y alfombras antiguos, por lo que su madre la alentó a involucrarse en ese trabajo desde muy pequeña. Más ambivalencias: las arañas construyen pero al mismo tiempo reparan, su trabajo es delicado pero igualmente estricto y preciso. Tanto en el caso del animal como en el humano, las crías habrán de aprender sobre su propia naturaleza a través de la instrucción materna.
Derivado de la observación a la anatomía de las arañas, otro motivo recurrente en su obra fueron los brazos y las manos, en constante afirmación como nuestra herramienta primordial para trabajar e interactuar con el mundo. Encontramos brazos torcidos generando espirales, como una metáfora de los límites entre el control y la libertad. Un gesto provocador que insiste en el cuerpo como la materia prima de la vida, y no sólo como un instrumento sometido a la virtud de las ideas.
El legado artístico de Bourgeois permanece denso y provechoso para su estudio desde los lenguajes del arte contemporáneo y sus cruces con el psicoanálisis, la filosofía y la teoría de género. Su producción ofrece la oportunidad de transitar desde historias personales e íntimas hacia problemas abstractos y complejos a través de la experimentación plástica. Tanto sus obras como sus entrevistas, escrituras y diversos materiales dedicados a su trabajo, invitan a pensar el arte como un recurso valioso para volcarse seriamente en la exploración de la naturaleza humana.