Para estar claros: un cliché no siempre es mala idea. Los clichés, los estereotipos, son maneras rápidas de llegar a la audiencia. Un cliché bien puesto puede ser revelador. El problema viene cuando no hay ninguna verdad detrás de él y cuando la obra narrativa (o visual o musical) se convierte en un compendio de ideas trilladas que solo causan aburrimiento.
Este último es el caso de Antebellum, rollo insoportable que puede verse (no se hagan eso) en HBO. Llena de los viejos tropos sobre las relaciones raciales en Estados Unidos, Antebellum sufre de un grave caso de torpeza narrativa. Cliché tras otro en esta historia que pretende seguir la fórmula de Get Out, un cruce entre el terror y el comentario social. No logra emularla ni de cerca.
Antebellum se ve hermosa, eso sí. Es visualmente bellísima, gracias a la fotografía de Pedro Luque, fotógrafo uruguayo, un verdadero maestro de la luz que demuestra en Antebellum que una buena cinematografía puede hacer casi tolerable durante una media hora o así una pésima película. Mary Zophres diseña el vestuario: otro gran acierto en este páramo seco.
Antebellum es protagonizada por Janelle Monáe como Eden, una esclava que escapa de una plantación pero es capturada y golpeada hasta casi morir por su dueño. No hay aquí nada que no se haya visto antes en 12 Años de Esclavitud o El nacimiento de una nación (la versión reciente de Nate Parker, no la clásica de 1915 D.W. Griffith).
Hay una larga fila de cintas que han llevado a la pantalla el terrible asunto de la esclavitud afroamericana en el Estados Unidos antes de la Guerra Civil. De ahí el título: antebellum significa en latín “antes de la guerra” y se ha convertido en sinónimo de la época más brutal de la explotación racial en ese país.
Sin gran transición el guion nos transporta a la época actual, donde Eden es otra persona, una escritora con una bella familia y una carrera exitosa. El punto que se quiere hacer es que en nuestra vida contemporánea no estamos tan lejos del viejo racismo y la supremacía blanca. Cualquiera que haya visto el motín del Capitolio en enero sabe eso: el poder blanco y la pasión por las teorías conspirativas siguen siendo patentes sobre todo en Estados Unidos y Europa. no es mala idea viajar entre épocas, pero los enlaces son tan torpes que el espectador acaba sin entender nada.
Antebellum es el debut de dos directores: Gerard Bush y Christopher Renz, quienes también escriben este laberinto que, desgraciadamente, se vuelve aburrido muy pronto y no dan ganas de completar. En algún momento tratan de decir algo sumamente trascendente, pero la cantidad de material reciclado que no despierta ninguna empatía. Una lástima para la carrera de ambos directores/guionistas, pero sobre todo es una pena para la carrera de Monáe, una actriz (y músico multitalentosa) que merece vehículos más potentes que esta pésima historia. No vale la membresía de HBO.
Janelle Monáe merece mejores papeles