Han pasado más de doce meses desde que inició la primera de muchas cuarentenas en México debido a la pandemia del COVID-19. Tras millones de contagios y cientos de miles de fallecimientos, queda más que claro que no ha sido una etapa sencilla de asimilar para los mexicanos. La crisis sanitaria ha golpeado en todas las áreas de lo que conocíamos como -una vida común-, imposibilitándonos docenas de actividades con tal de preservar nuestra salud y la vida de todos aquellos a quienes amamos.
Manuel Castellón es un artista en notable equilibrio que luego de haber desarrollado una prolífica carrera con la agrupación nayarita, Sierra León, se da el espacio para auto conocer sus multiversos y embaucarse en un viaje muy personal para explorarlos, logrando así un nuevo lenguaje musical en el que desentierra sus raíces sonoras, esas que lo formaron y que ahora se imprimen en su obra en solitario Quiero Creer (2021), un EP que saldrá en octubre de este año y que se degusta suavemente y con cada fibra del cuerpo.
Un material en el cual ha trabajado durante un largo tiempo, pero que tomó su forma final durante la pandemia, después de tener que retrasar su estreno durante varios meses… entre otros planes que tenía el cantautor. Al final, este desprendimiento dio como resultado un trabajo de introspección pesado, liberador, que se siente dentro del material resultante. Sus primeros adelantos son ‘Indivisibles’ y ‘Volver a Empezar’, dos piezas preciosas de un weird-folk fresco, tan íntimo y sincero como el mismo Manuel Castellón.
Agradezco el espacio para poder platicar sobre mi experiencia durante la pandemia, ya que lo veo también como una forma de seguir con mi proceso de sanación y un reto personal de abrir mis sentimientos en otro formato. Me encontraba en medio de un tour con mi banda, Sierra León, el cual terminaría en Austin TX, en el festival SXSW; se trataba de un momento que esperábamos con mucha emoción. Sin embargo, me despedí en el escenario de la Feria Nacional de mi natal Tepic, Nayarit después de un gran show y sin saber hasta cuando volvería a pisar un escenario.
A la par nos encontrábamos terminando el nuevo material de la banda y también estaba justo en la planeación del lanzamiento de mi nuevo proyecto solista llamado Kimbalá. Tuvimos que buscar la forma de terminar los materiales a la distancia, cada quien tuvo que grabar desde su casa con el equipo que se tenía a la mano, al igual que las colaboraciones pactadas, los videoclips, el trabajo de diseño, entre otras cosas. En la banda decidimos seguir adelante con los planes del lanzamiento, pero por mi parte, mi material solista quedó en espera indefinida.
Como todo estaba parado, decidimos dejar la Ciudad de México y regresar a Tepic. La ansiedad y la depresión no eran cosas ajenas en mi vida, es algo con lo que suelo lidiar desde hace algunos años. El encierro amplificó estos padecimientos y levantó muchos cuestionamientos ¿A caso todo volverá a ser normal alguna vez, volveré a pisar un escenario, valdrá la pena seguir adelante con esta idea aferrada de dedicarme a la música? Cada día que pasaba me sentía peor. La cosa no mejoró si no hasta que decidí abrirme con amigos y familia sobre lo que me sucedía.
Fue durante estas platicas que caí en cuenta que el problema no era la pandemia ni todos los planes que se habían pospuesto o que se habían tenido que adaptar a un esquema completamente digital, claro que había nuevos retos, la economía se había frenado, el bolsillo se vio afectado, había un virus desconocido arrebatando vidas, los contagios cada vez eran de gente más cercana, amigos, familia, en algunos casos, leves, en otros mortales
¿Cómo no estar triste y angustiado? Pero, al mismo tiempo sabía que había algo más profundo. Entendí que la forma en la que percibía la realidad se había convertido en un gran problema. Las expectativas que tenía sobre mi carrera y mi vida habían nublado por completo mi juicio, me di cuenta que todas estas ideas y sentimientos que me tenían intranquilo, ya habitaban en mi cabeza desde antes del encierro. La pandemia y el aislamiento hicieron que me detuviera y volteara hacia mi interior, era aterrador. Vivía ignorando por completo mi estado emocional, construí una coraza al rededor de mis emociones que se había fortalecido con los años, mi salud mental estaba por los suelos. Era momento de reformular mis hábitos, mis conductas, mi forma de relacionarme con mi familia, amigos y especialmente mi relación con la música.
Me había olvidado de las razones por las que decidí dedicarme a esto en primer lugar. Había puesto mis ambiciones en el lugar equivocado pensando en que alcanzaría la felicidad una vez que consiguiera aquel éxito comercial, cuando pudiera comprar mi primera casa, coche y obtener reconocimiento masivo, sin darme cuenta que ya lo tenía todo, amigos, familia y amor por la creación. Recordé los años cuando me empecé a apasionar tanto por la música, por descubrir grupos, por sacar una canción en mi cuarto, compartirlo con mis amigos y nada más.
Tuve tiempo de apreciar y valorar los lazos, tanto los que pudieron estar cerca, como los que tuve contacto solamente a través de la pantalla, es gracias a ellos que he encontrado apoyo incondicional, buenos consejos, buenas charlas y buenos momentos. Pude apreciarlos aún más sabiendo que en cualquier momento alguien podría dar su último suspiro. Creemos que los bienes materiales, la familia y la salud permanecen y que tenemos el control de nuestro destino, pero no, y eso está bien. La vida es demasiado impredecible para creer que alcanzar tus objetivos te hará feliz. El momento es aquí y ahora, no importan las circunstancias, hay que disfrutar de quienes somos, de los que nos rodean mientras estén y de nuestro presente, sin expectativas.
Valorar cada paso, sin importar el futuro, ya sea tocando para miles de personas en un escenario, para mis amigos a través de una videollamada, o solo para mi, desde mi habitación. Durante el aislamiento tuve la oportunidad de colaborar con artistas a la distancia, de lanzar un EP, hacer una presentación digital, de componer bastante material y desarrollar otras áreas en mi vida que no eran la música, pero todo desde un lugar completamente distinto en mi corazón, y después de mucho tiempo, sentí gratitud por la vida a pesar de las circunstancias tan inusuales en las que nos encontrábamos.
A medida que va avanzan los días, poco a poco se empieza a reactivar la industria y lo que conocíamos como “normalidad” se empieza a vislumbrar. Los planes siguen, en lo colectivo y en lo individual y no podría estar más feliz, no por lo que pueda ser, sino por lo que es. Mis esfuerzos están enfocados en el presente, en mis amigos, mi familia, en mi persona, calibrar corazón y mente con cada una de mis acciones y conectar con los demás como una consecuencia de lo que hago, no como una necesidad.
– Kimbalá.