Cuando se ve por primera vez el trabajo del pintor y dibujante Richard Bosman, es normal sentir una cierta melancolía. Es un artista directo en su tristeza de la vida cotidiana: una mano toca el botón del elevador, ¿una despedida?; un viajero lleva su maleta, ¿a dónde va? Dos hombres pelean, otro cae por la borda de un barco, aquel descubre el cuerpo de una mujer. Momentos que son hermosos testimonios de haber vivido. Muestras de la levedad de los instantes.
‘Sailor’s Return’
A Bosman, de origen británico, le interesa de manera particular la vida en América, en especial esa que sucede en el campo, eso que en Estados Unidos llaman ‘Americana’. Vestidos que cuelgan al aire, cabañas deshabitadas, tipis indios, escenas de caza.
Muchas de las piezas pictóricas de Bosman llevan el sello de Edward Hopper, el célebre pintor de ‘Nighthawks’ (una de las obras más emblemáticas del arte estadounidenses). Como Hopper, a Bosman le interesa seguir la soledad como experiencia puramente humana.
‘Airport’
En esa soledad, la violencia. Somos bestias, parece decirnos la obra de Bosman: ¿qué impide que nos matemos unos a otros? Misterio. Bosman siente una fascinación por la estética noir y las escenas policíacas en las que el crimen es otra manera de sobrevivir.
Otro de los temas favoritos del pintor son los gatos: mil maneras de repetir el mismo diseño sin, valga la redundancia, repetirse a uno mismo. Son dibujos de la serie ‘Copycats’, una especie de ejercicio sobre un mismo diseño de gatos caseros.
Bosman vive en el estado de Nueva York y por eso su fijación con el panorama al aire libre, y también con las escenas agrestes de la zona del Hudson. Pero su verdadera obsesión es las muchas maneras de extrañar la vida “normal” cuando uno se encuentra solo, muy solo.
Su obra completa puede conocerse aquí: rbosman.com/