En 1989, día de San Valentín, Vina Apsara sueña con sacrificios humanos a la mexica: un montón de hombres desnudos, muy parecidos a Christopher Plummer, la toman y le clavan un cuchillo de obsidiana. La imagen de Quetzalcóatl tiene cabida en la escena. Siempre sorprende la capacidad de Salman Rushdie de crear imágenes inolvidables. Con esta inmolación en México comienza El suelo bajo sus pies.
Pisando tierra agreste, perseguido por la voz de lo que fue, Ormus Cama persigue el recuerdo y la presencia corpórea de Vina Apsara. Los dos son estrellas de rock entre la India e Inglaterra, famosos en todo el mundo, hijos de una era en que todo sucede con canciones de rock como música que redime. Vina desapareció en un sismo devastador. Ormus la busca, la necesita como un junkie necesita su siguiente chute.
Esta es una historia de amor. Una historia de rock. Y una historia de territorios: el de la música, por un lado, y el de la fantasía y la realidad. Con El suelo bajo sus pies, Salman Rushdie, el escritor inglés conocido por novelas como Los versos satánicos o Los hijos de la medianoche, se empapa con la sangre de los ídolos globales del rock.
El narrador de la historia es Rai, un fotógrafo de conciertos, que es tan divertido como ambiguo: ¿ama a Vina? ¿Es realmente amigo de Ormus? Rai tiene un humor seco, muy británico. Llama a Inglaterra, “una América de plástico, el eco retrasado de América”. Válgame: si de por sí América es plástica, ¿qué dice eso de Gran Bretaña?
Vina Apsara es la presencia que, sin hablar en primera persona, está en el centro de las vidas de Ormus y Rai. Mezcla de Janis Joplin, Madonna, David Bowie y deidad hindú (“apsara” significa ángel en hindi), Vina arrasa con el cuadro. Hombres locos por ella, Ormus y Rai se vuelcan buscándola en cada amante, cada vez que hay sexo en el aire, cada vez que nacen y mueren a la luz de los conciertos que extrañan la locura de Vina como cachorro que se ha quedado sin madre. Los dioses ya no viven en esta dimensión, sus únicos hijos cantan en escenarios llenos de sudor, cerveza y desesperación.
Esta es una historia de amor, sí, pero también es una historia de héroes, de mitos, de esos de los que se alimenta el rock. Si Mick Jagger hubiera nacido en India, cantaría a gritos como Ormus por regresar de la muerte a su amada Vina. Pero Vina y Ormus también son Orfeo y Eurídice, jugando a hundirse en el inframundo y regresando (¿los dos? Ya verán) a la tierra de los vivos, que están más muertos por dentro de lo que saben.
El suelo bajo sus pies inspiró una canción de U2. Bueno, inspirar se queda corto: Salman Rushdie escribió la letra de la canción, es un grito que a Ormus persigue cada vez que piensa en Vina. La canción aparece en el soundtrack de la cinta El hotel del millón de dólares, de Wim Wenders, pero escucharla con atención es parte integral de la experiencia de la novela.