Esta mañana, el cantautor mexicano León Larregui reveló a través de Instagram que el próximo álbum de su banda Zoé, el séptimo de su carrera, saldrá a la venta el 15 de abril bajo el nombre de Sonidos de Karmática Resonancia (2021). Además, ilustró la publicación con la portada oficial del disco, misma que hace uso del trabajo artístico de Pedro Friedeberg.
Por el momento no contamos con información al respecto de cuántas canciones trabajó el grupo para este lanzamiento; sin embargo, a lo largo de los últimos meses han estrenado piezas como ‘SKR’ (las siglas del material), ‘Fiebre’, ‘Karmadame’, ‘El Duelo’ y ‘Velur’. Algunos de los videos promocionales de estas piezas llegaron acompañados por visuales basados en artistas como Paul Laffoley y en el mismo Pedro Friedeberg.
Pedro Friedeberg (Florencia, 1936) es un artista de la arquitectura fantástica, famoso por sus composiciones geométricas de espacios sin gente y favorito de los coleccionistas jóvenes; es un hombre de origen judío, de 85 años de edad que llegó a México a los tres años, cuándo su madre decidió huir de la guerra y aventurarse con pequeño niño, para salvar la vida. Ambos, provenientes de Florencia, a donde habían ido cuando las cosas se pusieron complicadas en Alemania.
Embarcaron a México con ayuda de su padre adoptivo, que ya vivía aquí y quién le dio el apellido con el que actualmente firma sus codiciadas obras de arte: Friedeberg. En México, Pedro se empapó de las curiosas costumbres mexicanas. También de la corriente del surrealismo, en su época de ebullición y de ella aprendió que el arte debe ser convulso o que no sea.
Su estudio, ubicado en la Ciudad de México, es una cueva de tesoros, uno tras otro. Como un inmenso e infinito gabinete de curiosidades. Juguetes antiguos, pájaros disecados, vueltos mecánicos que cantan al accionar una palanca; sillones con patas de piececitos y respaldos con cientos de manitas, pequeñas piezas de porcelana y espejos infinitos. Figuras religiosas intervenidas y miles de libros. En medio de este universo fantástico Pedro Friedeberg trabaja y recibe a sus visitas con las que habla con paciencia, mientras dibuja.