El pasado 28 de septiembre se cumplió una década del primer lanzamiento musical de Trent Reznor y Atticus Ross para el mundo del cine. El estreno de The Social Network (2010), no solo significó la presentación de una de las películas más aclamadas de su década, también uno de cambio para lo que significa una Banda Sonora y un renacimiento para la carrera de los miembros de Nine Inch Nails.
Trent Reznor, líder y fundador del proyecto, no se encontraba en su mejor momento creativo. Ya habían pasado más de diez años desde el estreno de sus álbumes más aclamados The Downward Spiral (1994) y The Fragile (1999), obras maestras en donde combinó el metal industria de su interés inicial por la música con sintetizadores ambient, secciones art-rock, el imaginario destructivo del glam y melodías a piano quasi-romance.
También habían pasado cinco años desde su mayor éxito comercial con el más centrado en el rock-pop alternativo With Teeth (2005) y a partir de ahí, la perdición de la aclamación crítica y del recibimiento abierto por parte de un público masivo. Year Zero (2007) fue un descalabro que terminó encontrando a su público de nicho, pero The Slip (2008) fue considerado como un reciclado de desastre por parte de la crítica. Ninguno de los dos pudo consolidarse como un clásico, hoy pocas canciones de ellas son las que se interpretan en un concierto, si acaso llegan a interpretar alguna.
Fue terminando la gira promocional de este último que Trent Reznor recibió una llamada de su amigo, el director de cine David Fincher, proponiéndole musicalizar su próxima película, una historia de éxito y pérdida contada a través de los ojos de un Mark Zuckerberg medio ficticio. El inicio de Facebook para ahondar en la mayor ironía del mundo meta-moderno, el sentirnos solos pese a siempre estar conectados.
En aquel entonces, el coqueteo del compositor con el mundo del cine había sido limitado y con éxito cambiante. La complejidad de Lost Highway (1997) de David Lynch había sido muy distinta al minimalismo producido en una laptop de Natural Born Killers (1994). Hasta entonces, había sido solo una excusa para experimentar y re-adaptar a su trabajo con NIN.
Esto iba a ser distinto, una mega producción de la cual Reznor no entendió el concepto a la primera. Le dijo a Fincher, su director favorito de aquella época, que no aceptaría y que no entendía por qué lo quería a él involucrado en el proyecto. Sin embargo, la idea empezó a darle vueltas por la cabeza. “Cuando finalmente me di el tiempo de leer el guión y me di cuenta de a qué iba, tuve que decirle adiós a las vacaciones que había planeado”, afirmó el músico, aplaudiendo al guion de Aaron Sorkin.
Meses después “estoy feliz de decirles que terminamos el material y no puedo estar más feliz con el resultado. El nivel de excelencia con el que David Fincher opera fue inspirador en su propio mérito y el proceso entero ha sido desafiante y ciertamente disfrutable”, dijo el músico de Nine Inch Nails, pocas semanas previo a revelar la que terminaría convirtiéndose en la mayor obra que ha entregado en el nuevo milenio.
Una maravilla de sonidos atmosféricos, repleto de melodías a piano reverberantes, detalles disonantes y una colección de efectos que reflejan a la perfección la soledad que experimenta el protagonista de la película. Una suerte de música que no es ni académica, ni pop, pero que define a la perfección aquel ambiente frío, juvenil e intelectualoide en el cual se desarrolla la cinta.
El éxito ganador del Globo de Oro y el Premio de la Academia a Mejor Banda Sonora fue un cambio rotundo en la forma en cómo se manejan las bandas sonoras. Es increíble pensar que entrando a la segunda década del Siglo XXI, la mayoría de los compositores de cine aun se basaban en la composición orgánica, a través de la grabación de grandes orquestas, en lugar de reflejar los sonidos que se viven dentro del ambiente citadino del día a día con electrónicos.
Es cierto que hay predecesores electrónicos a Red Social, pero nada de Brian Eno o John Carpenter había tenido el impacto masivo dentro del mainstream del cine en el cual empezaron a aparecer incontables imitaciones. A partir de este trabajo, es fácil apreciar que una gran cantidad películas de acción, misterio y drama han querido sonar a Nine Inch Nails, razón por la cual Reznor y Ross han tenido una infinidad de propuestas en las cuales trabajar.
Empezaron siendo una mancuerna vital para el futuro cine del director norteamericano, haciendo The Girl With The Dragon Tattoo (2011) de inmediato con un éxito crítico moderado, para después volver a explotar en aclamación gracias a sus composiciones para Gone Girl (2014). De igual forma, trabajaron juntos en la nominada al Globo de Oro Mank (2020), separándose de los sintetizadores, para tratar de retratar la música de finales de los años cuarenta con bastante éxito.
Lejos de Fincher, los primeros pasos fueron modestos con un par de temas para el documental sobre el cambio climático Before The Flood (2016), compartiendo créditos con el compositor argentino Gustavo Santaolalla y con la banda de post-rock británica Mogwai, para después trabajar en The Vietnam War (2018) para HBO y centrarse en repetir la fórmula de Red Social y Pérdida en el thriller de Netflix Bird Box (2019) con un éxito modesto.
Fue hasta finales del 2019 que Trent Reznor y Atticus Ross empezaron a sobresalir por cuenta propia dentro del mundo audiovisual, alejados de David Fincher, con la brillante banda sonora de seis discos que realizaron para Watchmen (2019), la miniserie dirigida por Damon Lindelof para HBO y basada en la clásica novela gráfica de Alan Moore. Es por ella que ganaron su primer premio Emmy.
Ayer, lograron un nuevo reconocimiento al ganar su segundo Globo de Oro a Mejor Banda Sonora gracias a su música para Soul (2020), una película animada de Disney Pixar dirigida por Pete Docter que hace uso de sus sonidos electrónicos para dotar de texturas futuristas al mundo del más allá. Una colaboración impensable para quienes siguieron los pasos de Nine Inch Nails a mediados de la década de los noventa, siendo una de las caras más reconocidas de la contracultura, pero que hoy sobresale gracias a la forma brillante en como congeniaron ambas partes.
El éxito de Nine Inch Nails en el cine y la televisión y su impacto en ambas industrias es cada vez más difícil de ignorar. El mismo Trent Reznor ha declarado que ha llegado a pensar en darle un fin a la banda para seguir con sus impulsos creativos en este otro ámbito, más académico y libre en muchos sentidos. Sin embargo, hasta ahora, ha sabido balancear su carrera y es evidente que tendremos muchos conciertos de NIN en el futuro y lanzamientos por parte de su carrera como creador de bandas sonoras… siendo ya uno de los músicos más buscados y celebrados en la historia del séptimo arte.