Hace ya 20 años (¡20 años!) que sucedió en Nueva York. Un momento en el que todo se juntó: de los atentados a la Torres Gemelas al renacimiento de la cultura de bares y el rock garage.
Todo era bares y rock garage, narra Lizzy Goodman en su libro Meet Me In the Bathroom, todo era Brooklyn y el bajo Manhattan. Sitios como el Max Fisher’s o el Mercury Lounge. La noche de neoyorquina de los 2000 tempranos se basaba en correr la voz sobre bares en los que no pedían identificación, o sitios donde podías oír a las mejores bandas nuevas.
Esas bandas no eran cualquier cosa. Eran los que romperían el molde, una nueva cepa de rockstars. Karen O, la volcalista de los Yeah Yeah Yeahs era una muchacha tímida que se transformaba en el escenario en una demente. Los Moldy Peaches y los Strokes tocaban juntos y Julián Casablancas tenía pánico escénico de tocar frente a 20 personas. James Murphy era un pedante insoportable con gran gusto musical. Todos coincidieron en la misma ciudad en tiempos convulsos. Hijos de esas contracciones culturales que fueron la era Giuliani y el 9/11.
Meet Me In the Bathroom es una historia oral del renacimiento del rock en Nueva York. Goodman entrevistó a todos los protagonistas de la escena, de los Strokes a Har Mar Superstar, de Ryan Adams a Rob Sheffield, de TV On the Radio a Moby: una mezcla variopinta de músicos, periodistas, artistas visuales y comediantes.
Leerlo es enterarse de los desencuentros y coincidencias típicos de personas muy jóvenes. Por ejemplo, la pelea a puñetazos de Casablancas y Ryan Adams. Según cuenta el libro, Adams era un pegoste de los Strokes que de pronto empezó a darle heroína a Albert Hammond. Casablancas no encontró otra manera de echar a Adams de su entourage que darle una golpiza. Todo muy de prepa.
Además del chisme, Meet Me In the Bathroom es un libro divertidísimo y conmovedor. Goodman comienza la narración con un grupo olvidado: los Jonathan Fire*Eater, que se separaron en 1998 sin ser famosos como soñaban. Si uno los escucha hoy he ahí el germen: los Strokes e Interpol al mismo tiempo. Jonathan Fire*Eater estableció el juego, el resto de los grupos solo siguió sus huellas.
Meet Me In the Bathroom debe leerse con los audífonos puestos y un playlist que incluya a LCD Soundsystem, los Strokes e Interpol. Y explorar otros sonidos como Fischerspooner, el antifolk y los inicios de Regina Spektor. Sin duda un libro que cuenta de un ardor que sigue siendo el último gran giro del rock.