El pasado 1 de febrero sucedió un golpe de estado Myanmar. Aung San Suu Kyi, la líder moral del país y ganadora del premio Nobel de la Paz, fue detenida por las fuerzas armadas al lado del presidente electo. Una junta militar impuso su poder sobre la todavía joven democracia birmana.
Durante estas semanas de incertidumbre en Myanmar los ciudadanos han tomado las calles para protestar contra el golpe. Las manifestaciones se han sofocado con violencia. Suceden detenciones en masa (por lo menos 5 mil manifestantes han sido detenidos) en las demostraciones, pero no fue sino hasta hoy que las medidas de la policía militar cobraron su primera víctima mortal.
Una universitaria de 20 años que participó en las protestas este pasado 9 de febrero murió hoy (19 de febrero) después de pasar 10 días internada con muerte cerebral.
La joven, Mya Zuet Jine, estudiante de 20 años, estaba ingresada en un hospital de Nayipidó, ciudad capital, a causa de las heridas sufridas. La mujer recibió el disparo cuando buscaba protección en una parada de autobús de los cañones de agua de la policía.
La oficina de Naciones Unidas en el país se ha mostrado en su cuenta de Twitter “profundamente entristecida” por la muerte de Jine y ha expresado sus condolencias a la familia y allegados. Al mismo tiempo, ha insistido en las peticiones para que las fuerzas de seguridad “no usen la fuerza contra los manifestantes”.
¿Qué sucede en el plano político? Las fuerzas militares detuvieron a varios miembros del gabinete y el gobierno democráticamente elegido. Intimidación, acoso y amenazas es lo que reportan varios funcionario de la Liga Nacional para la Democracia, el partido que ganó en las urnas el año pasado. La situación sigue siendo de emergencia.