Esta semana Facebook anunció que purgará de contenido político su feed. La medida será temporal y comenzará a operar en Indonesia, Brasil y Canadá. Se espera que a fin de mes se aplique también en Estados Unidos.
La idea es, por decir lo menos, problemática. Para empezar, ¿qué es contenido político? No solo son las publicaciones de los antivacunas o las llamadas a votar por un político u otro. Contenido político puede considerarse la petición de colaborar con la Girl Scouts de Nueva York que tienen una tropa de puras niñas que viven en albergues: es un contenido con agenda progresista. Todos los llamados a colaborar con una ONG como Amnistía Internacional, o las causa de Kickstarter podrían considerarse políticas.
Si, por ejemplo, la cadena de comida rápida estadounidense Chick-Fil-A manifiesta que no atenderá a parejas gays, eso también es contenido político. ¿Lo censurará Facebook a pesar de que, digamos, la cadena sea uno de sus compradores principales de publicidad?
De acuerdo al mensaje de la red social, lo que Facebook quiere es investigar las preferencias de cada usuario para “curar” el contenido de su feed a partir de “entender mejor las distintas preferencias de la gente para el contenido político y probar varias medidas basadas en estos datos”. Una caverna platónica en la cada quien verá las sombras según las quiera ver.
Es claro que la medida surgió a partir del asalto al Capitolio. Las redes sociales estuvieron en la palestra, pues resultaron un vehículo idóneo para azuzar el desastre.
Eso es cierto, es muy fácil que un mensaje vía Facebook o cualquier red social se viralice, sea cual sea su contenido. Pero poner en fuego cruzado a las redes sociales y censurarlas sería como prohibir que la gente salga a las calles porque hay ladrones en las esquinas. Imposible: Facebook es solo un reflejo de lo que hay en la sociedad. Se debe, me parece, confiar en el pensamiento crítico de los usuarios.
Ese es el verdadero problema, la ausencia de crítica. Pero limpiar de “ideas peligrosas” el contenido de Facebook no es la respuesta a la falta de pensamiento crítico: este solo surge con la multiplicidad de conversaciones entre personas con ideas distintas. Si las ideas no están presentes, las discusiones no suceden; no hay aprendizaje en la tolerancia y el respeto, valores fundamentales en toda democracia.
Si bien la red ha anunciado que no limpiará todos los feeds de historias políticas, el experimento en Brasil, Indonesia y Canadá buscará establecer qué es lo que cada usuario quiere seguir en su cronología.
Mark Zuckerberg, el CEO y fundador de Facebook, dijo en enero que lo que se pretende es que haya “menos conversaciones divisivas” en la red social. Señor Zuckerberg: el disenso es parte esencial de la democracia. Es en el conflicto en el que se manifiesta la pluralidad de ideas.
¿Se puede considerar esto un caso de censura? Facebook es una empresa privada y puede proponer las medidas que quiera en su ambiente. Pero la empresa se ha vuelto tan ubicua y poderosa que filtrar su contenido es un equivalente a convertirse en una especie de policía del pensamiento libre. Ha llegado el momento en que maduremos y dejemos de informarnos solo en las redes sociales.