The Weeknd protagonizó el que puede ser uno de los halftime shows del Super Bowl menos exitosos de la historia.
Y miren que este fue un show esperado. Mucho se especuló si The Weeknd tendría invitados consagrados como Daft Punk, o nuevos valores internacionales como Rosalía. No habría estado mal, nada mal. Pero no: le soltaron el paquete completo al canadiense.
Primera anotación para el desastre: este es el primer halftime show preparado casi exclusivamente para la televisión. Se nota la lejanía respecto al estadio y la cercanía con las cámaras. El resultado fue un espectáculo frío, helado. Daría lo mismo si el cantante hubiera estado en una pantalla gigante cantando desde su estudio que en el estadio.
Segunda anotación: ¿por qué no hubo invitados? The Weeknd es un artista promisorio, un buen showman… al que le quedó grande la misión. Nadie se emocionó con ‘Starboy’, ‘Can’t Feel My Face’ logró ser a medias interesante con la participación de una coreografía muy de performance de feria de arte. ‘Blinding Lights’ quiso ser un clímax en modo robótico. Todo muy forzado.
Tercera anotación: fue un show triste, que nos recordó que vivimos tiempos tristes. La distancia y la frialdad fueron la tónica. El espectáculo pareció durar una eternidad (por aburrido) y al mismo tiempo se fue volando, por intrascendente. Desangelado, por decirlo con una palabra.
¿Fue el peor show de medio tiempo de la historia? Dicho que el despliegue visual estuvo interesante, fue un espectáculo prescindible. Mucho más alma y entrega tuvo el concierto previo al juego que brindó Miley Cyrus. Vamos a olvidar de inmediato este halftime show. ¿Pero el peor? Al menos sí el más triste, el menos inspirador.