Foo Fighters, el sexteto pop-rock más famoso de la ciudad de Seattle regresó este viernes para entregar el décimo álbum de su discografía Medicine at Night (2021), compuesto y grabado poco antes de iniciada la cuarentena y rompiendo con una serie de lanzamientos en donde lo vimos aferrado a su zona de confort en Sonic Highways (2014) y Concrete and Gold (2017).
Tras una carrera de poco más de 25 años, podemos decir que la agrupación de Dave Grohl es una que se beneficia de sus sencillos; siempre éxitos radiales que motivan con sus coros llenos de gritos, guitarras ruidosas y mucho rock-n-roll, pero accesibles a una masa pop debido a la vibra -feel good- de sus versos a la Oasis. Sus líricas, siempre con guiños a la motivación personal, son emocionantes cuando logran conectar con su fraseo directo y conciso. Sin embargo, Foo Fighters siempre ha pecado de que todas las emociones de sus sencillos se diluyen en sus álbumes de estudio, igual de directos y formulaicos, salvo por algunas pocas excepciones.
Medicine and Night (2021) es una de estas excepciones. Tras dejar a un lado los arquetipos de -hombre rockero- a los cuales se aferraron en el pasado par de materiales, los del ex baterista de Nirvana han sucumbido finalmente a sus fibras pop más sensibles, entregando un material divertido en donde los vemos experimentando con elementos funk, coros góspel y letras cargadas de momentos desinteresados sobre su fórmula registrada.
Entre las canciones más memorables se encuentra la introducción ‘Making A Fire’, una de las piezas más pegajosas que ha escrito la banda en su carrera. Por otro lado, ‘Shame Shame’ nos muestra a Grohl deshaciéndose de su soledad con gritos al aire y una instrumentación divertida, repleta de contrapuntos.
En ‘Cloudspotter’ se va completamente por una línea funky bailable que nunca había estado presente en el catálogo de la agrupación con resultado mixtos. ‘Medicine at Midnight’ es un regreso a sus emociones new-wave con slaps que pegan fuerte y unos coros que son imposibles de sacarte de la cabeza.
Por otro lado, ‘Waiting On A War’ nos muestra a un Foo Fighters -más clásico- con un build-up que recuerda a clásicos como ‘Walk’, con las cuerdas detrás del canto de Grohl y los acordes acústicos que agregan una sensación real de introspección a su relato sobre cuando su hija le preguntó si alguna vez iría a la guerra. Es un poco cursi, pero está muy bien desarrollada la idea, al igual que la balada ‘Chasing Birds’.
Aunque Medicine and Night (2021) no entrega nada nuevo a la amplia categoría del rock pop alternativo del cual Foo Fighters se mantiene como uno de sus proyectos más representativos, sí que entrega nuevas caras y sonidos al catálogo de la banda. No es un imprescindible, pero sus seguidores lo disfrutarán y puede que sorprenda a uno que otro ajeno a su música.