La fuerza del presidente es moral, no es una fuerza de contagio
Hugo López-Gatell, 16 de marzo, 2020
Andrés Manuel López Obrador es, nuevamente, el centro gravitacional de las noticias. Esta vez con una de las peores noticias desde que empezó la pandemia: el presidente tiene COVID-19.
¿Por qué es una pésima noticia? Porque AMLO ha concentrado mucho poder en su persona (el presidente más centralizado el poder de la historia reciente de nuestro país) y que enferme significa un inquietud obvia en mercados, relaciones internacionales y la política interna.
Olga Sánchez Cordero, la secretaria de gobernación, es quien tomará la batuta del país mientras AMLO convalece. Sánchez Cordero ha demostrado ser una figura meramente decorativa (“Olga Sánchez Florero”, como le dicen los maledicentes). Es de esperarse que desde su aislamiento sea el presidente quien siga siendo el núcleo de toda la actividad gubernamental.
Apenas este viernes AMLO publicó una foto en la que se le ve departiendo con Alfonso Romo y Marcelo Ebrard mientras, de acuerdo al comentario que acompaña a la imagen, charlan por teléfono con Joe Biden. ¿Cubrebocas? Ninguno lo lleva.
AMLO es mayor de 60 años, ha sufrido dos infartos, tiene hipertensión: la “trifecta” para el desastre. Se viene a la mente aquella frase desafortunada de Hugo López-Gatell en marzo del año pasado: “La fuerza del presidente es moral, no es una fuerza de contagio”. La “fuerza moral” de López Obrador no fue suficiente para protegerlo. La estabilidad del país es lo que está en juego.
La estrategia contra la COVID-19, de nuevo al banquillo
“Era de esperarse que el presidente se contagiara”, declaró el doctor Carlos Magis Rodríguez, médico de la UNAM, al New York Times. “Su manera de exponerse sin usar cubrebocas, lidiando con tanta gente… La sorpresa es que no se haya contagiado antes”.
La estrategia para combatir la pandemia de nuevo se encuentra en entredicho. Ningún signo más desolador como la cifra oficial de las 150 mil muertes que se han acumulado como tumbas en un cementerio. Ahora el presidente pasa a engrosar la lista, el enfermo más prominente
López-Gatell, el zar de la estrategia de salud contra la COVID, es responsable de haber actuado con más urgencia para proteger al presidente. Surgen las preguntas: ¿por qué no lo cuidaron más? ¿Por qué no le insistieron (López-Gatell y Jorge Alcocer, el fantasmal secretario de salud) en que usara la mascarilla al menos en actos multitudinarios? ¿Por qué no lo obligaron a vacunarse?
Esto último es lo que más alarma: López Obrador tuvo el gesto demagógico de rechazar la vacuna. No entendió el peso de su investidura; era urgente que se vacunara porque él solo es la única figura que puede apelar a cierta estabilidad interna. Lo dicho: es un presidente que ha concentrado todo poder en sí mismo.
Hoy la imagen de AMLO sin cubrebocas nos recuerda lo devastadora es la situación en nuestro país. Esperemos todos que López Obrador se recupere sin mayor incidente puesto que es el único personaje que este momento puede mantener la estabilidad interna.