Lugar de Origen de Moncaya: Aragón, España
Año de Fundación: 2020
Miembros: Virginia A. Navarro
“Fui muy cercana a mis abuelos, crecí con ellos y ya no están. Mi abuela falleció por COVID. Estar en la casa de mi familia es una oportunidad de sentirlos ahí. Siguen dándole calorcito a la casa, siguen cuidándome y apoyándome. En esa casa me doy cuenta de que no son sólo ellos, sino también los abuelos de mis abuelos que están ahí. Cuando entras a un cementerio, por ejemplo, hay una energía muy específica; lo mismo en una catedral o hasta en una prisión, porque lo que ocurre dentro afecta la energía del lugar.
En la casa de mi familia hay una energía diferente: es un lugar de hogar. Yo no viví trescientos años, pero gente de mi sangre sí vivió en esa casa durante ese tiempo. Es como entrar a una pequeña catedral de ti, de lo que te hace ser tú. Para mí esa casa es mi bien más preciado, mi pequeño tesorito. Muchos de los tesoros que tenemos en nuestra vida no queremos compartirlos con el mundo, pero a mí me pasa al revés. Yo quiero compartir y decir: ‘ésta es mi casa, ésas son mis raíces, esto me ha dado la vida, de aquí vengo y ésta soy yo’, para que la gente se pueda ver reflejada y se pregunte cuáles son sus raíces. Si no sabes de dónde vienes, ¿cómo vas a saber a dónde vas?”.
Virginia comenzó a hacer música cuando era apenas una niña y vivía en su natal España, sin embargo, el momento de compartirla llegó en este complejo 2020. Ahora vive en la Ciudad de México y ha sido aquí donde ha comenzado formalmente su historia en la música. Moncaya vio la luz el pasado abril, y desde entonces ha dado a conocer dos canciones: Stardust, un tema en inglés que nos comparte que somos polvo de estrellas y viajaremos a través de la eternidad, y Leré, un sencillo en español que nos invita a reflexionar sobre nuestros orígenes y nuestra conexión con el mundo que nos rodea.
Es inevitable preguntarle a Moncaya por qué decidió que su proyecto surgiera en un año que presenta tantos retos como ha sido 2020, pero de inmediato afirma que, más que una decisión, es algo que tenía que ocurrir de esa manera:
“Imagínate que vas a ser mamá: no puedes elegir cuándo vas a parir. Ha sido un poco así. Yo, de alguna manera, no he elegido cuándo compartir mi música. Llevo cantando desde que era chiquita y tocando el violín, la guitarra, el piano. Siempre he tocado música, pero ahora, a los veintisiete, fue que salió la oportunidad de compartirla, y la agarré. De alguna manera estoy conectando de uno a uno con la gente que me escucha. Cuando estás muy enfocada en los números, en llenar conciertos, no estás pensando en cuál es la historia de cada una de las personas que te escuchan. Estoy haciendo conciertos virtuales, y presenciales de diez personas y es muy padre la dinámica. Vengo con mucho optimismo y estoy en un momento perfecto”.
El nombre que Virginia eligió para acompañarla en su aventura musical, Moncaya, proviene precisamente de su propio origen, de una raíz que a pesar lo mucho que ella se aleje, siempre permanecerá. Así es como ella lo cuenta: “Mi pueblito es un pueblo de ochenta personas, se llama Fréscano y está a las faldas del Moncayo, como el Huapango. Moncayo es una montaña en el norte de España. Virginia, la no-artista, es ingeniera, ilustradora, publicó un libro, es muchas cosas, pero como la música es lo que más me llena, quise darle su propio espacio. Virginia Alonso Navarro ya es muchas cosas, quería que esta nueva persona sólo fuera música. Pensé en cómo me iba a llamar, como cuando te vas a tatuar algo y piensas que es un símbolo que quieres que te acompañe toda la vida. Algo que sé que me va a acompañar son mis raíces”.
En la música de Moncaya ocupa un lugar privilegiado la exploración de nuestros orígenes y nuestra relación con la naturaleza. Virginia ha sabido lo que es estar lejos de esa casa que ha pertenecido a su familia durante generaciones y de ese pueblo al cual siempre podrá llamar hogar. Sus proyectos de vida la han llevado a muy diversas latitudes: ha vivido en China, en Oriente Medio, y ahora se ha establecido en México.
Esta capacidad de adaptarse a diferentes maneras de vivir también se ha trasladado a su música: “Retomo continuamente cosas de los lugares en los que he vivido. No solamente viví en China y en Oriente Medio, sino que también aprendí chino y árabe, así que me adentré más en las culturas de otros países. De ahí saqué nuevas relaciones con música que no es la occidental. Tanto en la América prehispánica como en China se usan mucho las escalas pentatónicas, que no son muy comunes en Europa. Me encantan estos sonidos que no son como el pop de hoy en día, sino que pueden tener una kora africana, un charango peruano o un arpa egipcia, y me gusta usarlos para crear algo completamente nuevo, pero viejo al mismo tiempo”.
Hacer surgir un proyecto de vida en medio de una pandemia presenta muchos retos, pero también tiene sus ventajas: en estos meses, Moncaya ha tenido el tiempo necesario para generar una identidad y confirmar que el camino que está siguiendo es el correcto, pues no es lo mismo cantar para sí misma que mostrarse en público. Los meses en casa han servido para crecer, crear lazos con otros artistas a la distancia y, sobre todo, captar la curiosidad de un público ávido por conocer propuestas que lo saquen de la rutina entre cuatro paredes. También ha sido tiempo que Moncaya ha aprovechado para agudizar los sentidos y encontrar chispazos de naturaleza escondidos en la urbanidad de la Ciudad de México.
Al preguntarle cómo ha mantenido ese contacto tan profundo con la naturaleza en medio de una metrópolis de esta magnitud, Moncaya cuenta: “Si necesitara vivir en la naturaleza podría hacerlo, pero estoy muy contenta en la ciudad. Una de las canciones que voy a sacar el año que viene se llama ‘Cantan los pájaros’, que la escribí en cuarentena. Cuando cierra la ciudad y para el tráfico vuelven los pájaros y los sonidos de los animales. También te puedes inspirar con la naturaleza en plena ciudad”.
El nacimiento de Moncaya siempre estará asociado a la Ciudad de México. Han sido tres años los que Virginia ha vivido en esta ciudad, pero la raíz que ha sembrado ya es firme. Tras un sinfín de vivencias por el mundo, que han dotado a Moncaya de ramas que se bifurcan a cada paso, hacia falta un lugar para asentarse.
La Ciudad de México ha sido esa tierra fértil: “Me mudé a México hace tres años y ahora tengo una casa en la que sé que me voy a quedar mucho tiempo, tengo una pareja con la que sé que quiero pasar el resto de mi vida, tengo dos perros con los que paso los días. La canción de Leré dice: ‘eres ramas de un árbol, toca encontrar raíces que te harán vivir’. Así me sentía: desde los diecisiete años he vivido en muchos lugares, creciendo las ramas de mi árbol, y yo creo que en México he encontrado raíces que me hacen vivir, explotar en música, empezar proyectos nuevos. Siempre tengo presente que México, de alguna manera, lo ha hecho posible en mi vida. Estoy muy feliz aquí”.
Moncaya prepara su carta de presentación a través de un EP que incluye las canciones ya presentadas, Stardust y Leré, así como otros dos temas, escritos durante la cuarentena, que se estrenarán a principios de 2021. Así dará pie a su primer álbum de larga duración, que se estrenará también el próximo año y que promete ofrecer pinceladas de naturaleza que tracen un camino de vuelta hacia nuestra raíz.