‘’Mueres como un héroe o vives lo suficiente para convertirte en villano”, es la frase con la que Christopher Nolan -a través del personaje de Harvey Dent en The Dark Knight (2008)– enunció el destino aparentemente inevitable para todos aquellos que acceden a un sitio de poder luego de jugarse por una causa noble. Y no es como que el cineasta inglés se caracterice por su aguda capacidad para el análisis sociopolítico; pero la historia, y sobre todo la reciente en presencia de la hiper-exposición a la información, terminan por darle la razón en figuras como la de Kanye West.
El huracán Katrina es considerado uno de los desastres naturales más letales de la vida contemporánea, desde que tocó tierra en los últimos días de aquel agosto de 2005. No sólo de Estados Unidos, sino de todo el mundo. Con vientos que alcanzaron los 280 km/h y una alteración en su ojo que duplicó la potencia estimada a una velocidad jamás vista, ocupa el séptimo puesto en el ranking histórico de fenómenos que han aquejado al océano Atlántico y se le reconoce como el que dejó un mayor índice de muertes, damnificados y daño urbanístico desde San Felipe II, otro huracán que devastó Bahamas, Puerto Rico y el estado de Florida.
De todas las entidades afectadas, Nueva Orleans fue la que sufrió las peores consecuencias, no sólo por ser el epicentro meteorológico del desastre, sino también porque éste sometió a una economía precarizada e inestable conformada principalmente por afroamericanos; lo cual, desató una serie de debates sobre las acciones que tomó el gobierno para amortiguar la tragedia y respecto a la percepción que el resto de la población tenía de los damnificados.
Dos publicaciones derivadas de la hecatombe generaron controversia: La primera fue una foto en la que la Asociación Francesa de Prensa mostraba a una pareja de piel blanca que nadaba en las calles mientras cargaba una serie de insumos, misma que fue titulada como ‘’Dos sobrevivientes atraviesan aguas profundas en búsqueda de alimentos y bebidas’’. Por otro lado, la agencia de prensa más importante de la Unión Americana exhibía una imagen prácticamente igual –con la única diferencia de que en ella, el protagonista era un hombre de raza negra- cuya captura decía: ‘’Joven saquea tienda de abarrotes en Nueva Orleans’’.
Como ya se ha vuelto costumbre, la comunidad del entretenimiento se sumó a las acciones de solidaridad con la organización de un show de televisión en el que participaron grandes estrellas para recaudar fondos, el cual se emitiría el 5 de septiembre de ese mismo año. Nombres de la talla de Leonardo DiCaprio, Richard Gere y Lindsey Lohan se presentaron con un guion en el que dotarían a la audiencia de datos sobre el impacto de Katrina y acciones directas para ayudar a solventar la situación.
A este evento también acudió Kanye West, quién apenas una semana antes había publicado su segundo álbum Late Registration (2005), un álbum en el que por primera vez se acercaba a temas más sociales, como la guerra de diamantes que se vive en Sierra Leona o las oportunidades limitadas a las que tienen acceso los jóvenes afroamericanos en su país.
Como parte de su segmento, estuvo acompañado de Mike Myers. Sin inconveniente alguno, el comediante conocido por interpretar a Austin Powers dijo sus líneas; entonces, cuando tocó el turno del rapero, éste abrió su aportación con una frase que cimbraría la discusión pública en Estados Unidos y que, a la postre, se convertiría en un hito dentro de la cultura popular: ‘’A George Bush no le importa la gente negra’’.
No conforme con eso, Ye desarrolló un discurso que se ponía más agresivo con el paso de las oraciones:
‘’Odio la manera en que nos retratan los medios de comunicación. Si ves una familia negra, dicen que <<están robando>>; pero si ves una familia blanca, dicen que <<se están alimentando>>. Han pasado cinco días de retraso para que el gobierno federal provea de ayuda sólo porque la mayoría de la gente es negra. Quejarme sería hipócrita de mi parte porque hasta yo me he alejado de la televisión. Todo esto es muy difícil de presenciar. Incluso he estado de compras antes… Incluso he donado y justo ahora estoy en comunicación con mi manager para saber cuánto es lo máximo que puedo dar a la causa. Sólo el imaginar estar ahí abajo me pone a pensar que esa gente, también es mi gente. Así que cualquiera que quiera hacer algo por Estados Unidos, hágalo ayudando a cambiar la manera con la que este país ayuda a los pobres, a los negros y a los que menos tienen… Porque es la manera más ineficiente. La Cruz Roja hace lo que puede. Y nos damos cuenta que la gente que podría ayudarnos está en la guerra, luchando de otra manera. Esa misma gente –el ejército- tiene permiso para bajar y dispararnos’’.
Con todo y que la iniciativa recaudó 50 millones de dólares, la NBC –cadena encargada de producir el programa- declaró que Kanye improvisó todo lo que expresó y que de ninguna forma representaba los valores de la empresa ni de las personas que habían aparecido a cuadro. Además, se disculpaban con el público en el caso de que lo dicho por West hubiese faltado al respeto a la solidaridad de millones de estadounidenses que dieron muestra de su fortaleza como pueblo.
Semanas después del incidente, Kanye West fue cuestionado por Ellen Degeneres sobre lo sucedido, a lo que el originario de Atlanta respondió: ‘’La gente perdió sus vidas, perdió a su familia. Lo menos que podía hacer era pararme ahí y decir algo desde el fondo de mi corazón, algo real’’.
El 31 de octubre de 2005, el programa Saturday Night Live abrió con un sketch en el que se hacía alusión explícita del evento. En la dinámica participó el mismo Mike Mayers haciendo sátira de las expresiones faciales que mostró cuando Kanye arremetió contra el presidente en turno.
Cinco años después, en entrevista para el prestigioso periodista Matt Lauer, George Bush aceptó que ese había sido el momento más desagradable de su administración.
Por otra parte, en 2014 Mike Myers respondió para la revista GQ: ‘’Mi rostro hizo ese énfasis porque estaba presenciando el momento en el que alguien exponía la verdad ante el poder, en el momento exacto en el que una comunidad necesitaba que se hablara por ellos. Estoy orgulloso de haber sido testigo de esa historia’’.
El primer día de mayo del 2018, Kanye West arribó al espacio de TMZ (medio de comunicación especializado en noticias sobre la farándula y el espectáculo) conducido por Harvey Levin y Charles Latibeaudiere para matizar una foto que el rapero subió una semana antes en la que se le ve utilizando la famosa gorra roja que trae bordada la frase insignia del movimiento que encabeza Donald Trump: MAKE AMERICA GREAT AGAIN.
Un ardid propagandístico que en su subtexto infiere que los responsables de la crisis económica, social y política que padece Estados Unidos son los migrantes, las minorías y los disidentes impulsados por el partido Demócrata, mismos que deben ser erradicados para reconstruir el bienestar de la nación.
Lo que se perfilaba como una acotación de intenciones, se convirtió en un episodio controversial del cual emana la que muchos consideran la declaración más problemática y cuestionable en el nutrido historial de Kanye West: ‘’La esclavitud fue una elección de 400 años’’.
Y si bien, esa frase pudo utilizarse como el encabezado de la nota, la conversación arrojó una serie de momentos destacables en los que pasó de disculparse con George Bush por haberlo herido en aquella diatriba del teletón por Katrina; a decir que a raíz de la irrupción de personajes como Barack Obama y Michael Jordan, las personas afroamericanas tenían que ser perfectas dentro de la esfera pública, sin oportunidad alguna de equivocarse para evitar ser cuestionadas sobre la validez de sus logros.
Esos 46 minutos fueron el escenario ideal para evidenciar las aristas inconexas en el discurso de West, y cuya exposición es proporcional a las subidas y bajadas en el tono con el que las expresa. El hilo de una plática amena poco a poco se tensa en una cuerda en la que Harvey y Charles dejan de ser los únicos que prestan atención al monólogo de Kanye; también las decenas de personas que forman el staff de TMZ han olvidado sus tareas para escuchar. El mismo Ye se da cuenta de eso y, en un momento de comedia involuntaria, dice: ‘’Qué silencioso es este lugar’’.
Todo empieza a dinamitarse cuando el esposo de Kim Kardashian se levanta de su silla y alude a la famosa entrevista entre Oprah Winfrey y Tom Cruise en la que el actor fue tachado de loco por su extraño comportamiento. West argumenta que tanto a Cruise como a él los han desacreditado por el simple hecho de pensar diferente. Una voz al fondo grita: ‘’Pero Tom Cruise cree en la cienciología’’. Inicia la primera discusión frontal del programa y Kanye sentencia: ‘’¿Y qué diferencia a la cienciología de las otras religiones? ¿El dinero que hay en juego en cada una de ellas?’’.
‘’Me hice adicto a los opioides después de someterme a una liposucción. ¿Saben por qué me hice una liposucción? Porque no quería que los medios hablasen sobre el hecho de que estaba pasado de peso… No quería que TMZ me dijera gordo y eso arruinase la felicidad de Kim. Me dejé llevar por ustedes y esa fue mi perdición. Pasé de tomar dos pastillas a tomar siete. Me obligaron a temerle a mí visión, me tuve miedo a mí mismo. Por eso estoy aquí: Para decirles que sean libres pensadores y paren de replicar la opinión que todos los demás tienen’’.
Los minutos más álgidos se presentan cuando Van Lathan, miembro afroamericano del equipo de TMZ, interrumpe al invitado y empieza a arremeter contra él. Primero le hace saber que respeta su búsqueda del pensamiento libre; sin embargo, también le aclara que no puede pasar por alto el que haya dicho que la esclavitud fue una elección de 400 años cuando hubo gente que dio la vida para que eso dejase de suceder, cuando existe un sistema que todavía hace diferencia entre el contexto que ofrece para la gente de color y el que ofrece para las personas blancas.
‘’Tú tienes la vida que mereces porque eres un artista, un genio musical; pero yo soy una persona de la vida real que todos los días se levanta para cumplir una jornada laboral y que no puede darse el lujo de pensar que opresores y oprimidos juegan para el mismo equipo’’.
La exaltación de Van Lathan es tal que su voz se torna agresiva. Tanto Harvey como Charles intentan moderar la situación y es Kanye el que se mueve hasta el lugar del colaborador como símbolo de paz.
–‘’Antes de que continúes, déjame abrazarte. Te quiero, hermano; y lamento haberte decepcionado. No quiero pelear contigo’’.
-‘’No voy a pelear con Kanye West en TMZ. Todos en esta oficina pueden decirte cuánto escucho tu música y lo mucho que te he defendido; pero esta vez me has decepcionado para siempre’’.
El bizarro pasaje en TMZ sólo fue una precipitación en la pendiente decadente a la que se trepó Kanye West desde 2016, a la mitad de su SAINT PABLO TOUR. Era la fecha en Golden Center de Sacramento, California cuando a la mitad de su set, se expresó sobre la violencia racial, la discriminación contra la comunidad LGBT+ y respecto a la discusión relacionada a la salud mental, todo eso acentuado por la insinuación en la que acusa a Jay-Z de intento de asesinato.
El concierto –y la gira- fueron canceladas para que Kanye ingresara a una clínica psiquiátrica con el fin de tratar su adicción al alcohol, a los medicamentos controlados y el trastorno bipolar que se presentaba de manera más explícita cada día que pasaba.
Para cerrar la obra maestra que significa My Beautiful Dark Twisted Fantasy (2010), en la canción que lleva de nombre ‘Who Will Survive In America?’, Kanye West sampleó el famoso discurso de Gil-Scott Heron titulado ‘Comment #1′, y en el cual, aparecen algunas líneas que exponen el verdadero deseo de Ye dentro de la vorágine mediática y creativa en la que se ha visto inmerso:
‘’Sólo quiero una casa, una esposa, unos hijos y comida para alimentarlos todos los días’’.
¿Ha valido la pena dejarse llevar por la fama y los excesos? ¿Cuál es el sacrificio que debe hacerse para ganar un micrófono en la discusión? ¿Existe una diferencia real entre tenerlo y no tenerlo? Todas las respuestas apuntan a que Kanye consiguió todo lo que quería pero a un precio demasiado alto.
Yeezy ha utilizado el escenario de los Video Music Awards con varios fines: para evidenciar su imprudencia y misoginia internalizada (no olvidar la manera en que interrumpió a Taylor Swift en 2009), para dar presentaciones legendarias (la de Runaway en 2010) y como plataforma política, específicamente en 2015, cuando prometió que contendería por la presidencia de los Estados Unidos en 2020.
Aunque daba la impresión de que la sociedad norteamericana había cumplido su fetiche por tener gobernadores pop de la mano de Arnold Sschwarzenegger, Ronald Regan y el mismo Donald Trump, cinco años después, Kanye West cumplió su palabra y para los comicios del 3 de noviembre reunió los requisitos necesarios para registrarse en 12 de los 50 estados, lo que en automático implica que no tiene posibilidades matemáticas de ganar; sin embargo, en las proyecciones más optimistas del partido republicano, aspiran a que arrebate de dos a tres puntos porcentuales a la causa demócrata encabezada por Joe Biden.
En los meses más recientes, Ye ha suavizado sus planteamientos y, aunque sigue empecinado en promover su campaña presidencial, parece más ocupado en cimentar las condiciones necesarias para traer la fabricación de Yeezy a los Estados Unidos y en mejorar los contratos de la industria musical.
Y esa es la metamorfosis de Kanye West: De enemigo público del sistema a instrumento que funge como catalizador para perpetrarlo. Ya lo dijo Michael Jordan cuando le pidieron que se pronunciara entorno a la dicotomía sociopolítica entre las personas de raza negra y los blancos: ‘’Los republicanos también compran tenis’’ .
Ibram X. Kendi, académico de la Universidad de Boston especializado en la lucha antirracial, asevera: ‘’Detrás de su discurso libertario, Kanye West alimenta la conversación sobre la individualidad y lo estimulante que esta puede ser en un momento de la historia en el que es necesario que nos demos cuenta de la crisis sistemática que acarreamos desde hace siglos’’.
Hablamos de un socialité que no responde a convicciones ni ideologías y que moldea su capacidad de comunicación según el presente. A veces pro-vida. A veces benefactor de las infancias afroamericanas. A veces dueño de un imperio de ropa y calzado deportivo tasado en 1.3 billones de dólares. A veces activista contra la brutalidad policiaca. A veces amigo de Trump. A veces el productor más influyente de nuestra época. A veces un cristiano conservador. A veces el peor enemigo de su propia familia. A veces, sólo Kanye Omari West, el hijo de Donda.
En su cuenta de Twitter, Jennifer Anniston escribió: “No es gracioso votar por Kanye. No sé de qué otra manera decirlo. Por favor, sean responsables”.
A lo que Kanye respondió: “Friends tampoco era chistoso”.