El rapero estadounidense precursor del trap Ghostemane finalmente vio materializado el álbum que había soñado realizar durante años. ANTI-ICON (2020) es el nombre de su octavo material de estudio, mismo que funge como su debut tras haber alcanzado al mainstream a finales del 2018 gracias a la viralización de sus canciones auto-producidas que mezclan influencias del metal industrial, el noise, el black-metal y el trap.
Se trata del primer material del músico que funge como un statement artístico fuerte, fuera de su auto-producción en casa y de todas las limitaciones que conlleva el ser un músico por completo independiente. Sin embargo, su posición con respecto a su público quedó más que claro en las líneas del sencillo ‘Al’ “If you don’t know me by now, I don’t want to”.
Él se desarrolló con los intérpretes más reconocidos del SoundCloudRap, compartiendo escenario con leyendas fallecidas como Lil Peep y XXXTentación. Sin embargo, su enfoque es bastante distinto al de otros traperos de su generación puesto que su construcción estética y discurso nunca han estado relacionados a la cultura del hip-hop. Por el contrario, con grandes capas de maquillaje encima, shows en vivo que son en extremo teatrales y una personalidad shockeante, Ghostemane le habla a los seguidores de la música pesada.
Este material es una evolución de Ghostemane. Es sin duda el material más limpio de su discografía, con beats deconstruídos fascinantes, instrumentales atmosféricos que bien podrían confundirse con pasajes de Nine Inch Nails, guitarras llenas de reverberación que nunca pierden su cuerpo, y la violenta interpretación del rapero siempre en el centro. Todo está en su lugar, y cuando no lo hace, logra sorprender y crear disrupciones fantásticas.
Estos momentos empiezan desde ‘Intro.Destitute’ cuya introducción es un caminar rítmico reminiscente de la carrera de John Carpenter que termina transformándose en un paisaje sonoro repleto de engranes, cierras y una guitarra intensa que corta, como una motocierra, al resto de sus elementos.
Los siguientes dos tracks también sobresalen por su ferocidad, siendo ‘Vagabond’ una de las piezas con mayores cambios dentro de su ritmo e instrumentación de todo el material, pese a solo tener una duración de un par de minutos. El talento como rapero de Eric Whitney (nombre real de Ghostemane) queda más que esclarecido en este track en el cual saca total jugo a su ya irreconocible dinámica de voz que va de los gritos guturales a un fraseo grave que termina siempre en gritos agudos. Como si se tratara de un personaje con múltiples personalidades, Ghostemane logra cambiar de avatar cada seis segundos, creando un ritmo que desde ya lo convierte en uno de los mejores raperos técnicos de la historia.
Por otro lado ‘Lazaretto’ es una pieza de trap-rock que se distingue por su violencia, se desarrolla como una pieza con reminiscencias al rock-industrial de Ministry o Godflesh en sus primeros treinta segundos, pero llegando a la mitad del minuto entra un beat grave que da muestra de los mejores elementos violentos del trap. A partir de ahí se hace un juego intenso entre el ruido pesado y los silencios, un trayecto rodeado por los gritos de Ghostemane en búsqueda de direcciones.
Sin embargo, no todos los experimentos y fusiones funcionan. El intro techno de ‘Sacrilege’ es uno de los momentos más relajantes del álbum, pero no aporta nada al resto de la canción. Parece estar ahí solo porque sí.
Al final, piezas más tranquilas como ‘Hellrap’, la Marilyn Mansoniana ‘Anti-Social Masochistic Rage [ASMR]’ y la rockera ‘Calamity’ no aportan nada al flujo de escucha del álbum. Rompen con los ritmos ya creados, aparecen forzados y restan continuidad.
Aunque la instrumental de black-metal-atmosférico ‘The Winds Of Change’ también corta con el ritmo de la escucha, la pieza se presenta como un corte de paisaje sonoro tan imaginativo y lleno de detalles que no es justo colocarla en la misma bolsa. Sin duda una gran muestra de que el talento compositivo de Eric también es muy explotable dentro de este género, tal como había dado a conocer en el álbum debut de su proyecto auto-gestado Baader-Meinhof.
Pese a prometer que este sería su -primer gran álbum- la verdad es que Ghostemane se quedó corto en entregar algo que fuera completamente rompedor en relación a lo ya mostrado dentro de sus antiguos álbumes. Sí, suena mejor. Sí, tiene más fusiones que nunca. Pero sigue pecando de aquello que los escuchas le han reclamado en estos cinco años de carrera musical. Es muy inconsistente. Esto no quiere decir que no se convierta al final del año en uno de los materiales más relevantes de metal del año. Muy probablemente el trap metal sea el futuro de la -música pesada- y Ghostemane sigue estando años adelantado a su competencia. Sigue siendo un artista en desarrollo y nos sorprenderá en los años por venir.