Como compositor, el nombre de Thurston Moore ha quedado inmortalizado como autor de una de las carreras más fructíferas y revolucionarias de la historia de la música popular. De liderar a un buen puñado de bandas punk durante su adolescencia a mediados de los años setenta a centrarse en uno de los proyectos más disruptivos y vanguardistas de la historia durante más de treinta años como un engrane protagonista de Sonic Youth, el especialista de la guitarra se ha paseado por varios de los momentos más increíbles de la historia del arte, algunas veces como protagonista y algunas otras solo como espectador, pero siempre con experiencias que lo convierten en uno de los mejores comentaristas de lo que sucedió y las razones detrás de esos sucesos.
Preparar una entrevista con cualquiera de los ex-miembros de esta agrupación neoyorquina que rompió con las bases del punk-rock para acomplejar todo con capas y capas de guitarras distorsionadas, influenciados en la música académica del Siglo XX, es increíblemente complejo debido a ello. Su lista de colaboraciones es impresionante, con encuentros cercanos con figuras que van desde Patti Smith hasta The Ramones, seguidos por proyectos con figuras de la academia como Steve Reich y amistades con Yoko Ono, para después encontrarse como padrinos de carreras como las de Nirvana y Pavement, hasta terminar siendo influencia imprescindible para casi cualquier proyecto que se dedica a alguna de las múltiples subramas del rock y el metal alternativo.
La figura de Thurston Moore es legendaria, pero su trato está muy lejos de ser el de una persona soberbia. De hecho, llegó poco más de diez minutos tarde a nuestra conversación debido a la facilidad que tiene por perderse dentro de su emoción al hablar sobre música. “Lo siento, la última entrevista se descarriló y apenas me di cuenta de que te estaba dejando esperando”, comentó a través de Zoom, sucedido por una gran carcajada ante mi respuesta “no te preocupes, hay conversaciones que requieren un poco más de tiempo para sentirlas”.
Conversé con él sobre la interpretación personal que más me hace sentido de su música, como una impresión de la juventud. Composiciones que se distinguen por ser cinemáticas, creando paisajes sonoros cálidos y dinámicos que se sienten como el momento en el cual volteas a ver al Sol a través de la ventana de un Metro, moviéndose rápido de un lado a otro, pero no lo suficiente como para no permitirte apreciar la vista adornada por cientos de edificios altos, grises, que contrastan con el dulce tono anaranjado de la bola de gases que nos sigue a donde quiera que caminemos. “Todos los grupos que he tenido bajo mi nombre tienen que ver con buscar el placer positivo, entregar energías cálidas, y ese calor es muy importante”, mencionó, “así que agradezco tu perspectiva porque es verdadera”.
Pero, como un gran comentarista de la historia que vivió, la historia de la música, Thurston también platicó sobre lo que fue caminar por las calles de Nueva York durante el apogeo de la escena punk, su crecimiento en el hardcore y cómo fue descubrir a Nirvana en un pequeño foro en el cual no había ni siquiera catorce personas entre el público. Un momento que re-descubrió a principios de este mes en el primer video que encontró de esta presentación, una grabación que observó durante horas “tratando de descubrir si la cabeza que está ahí es la mía, pero no parece serlo”.
Al final, no tuvimos la oportunidad de profundizar en su último trabajo discográfico como solista, el álbum compuesto y grabado durante la cuarentena By The Fire (2020), pero sí que exploramos su lado más humano en una conversación de poco menos de una hora. “Por Dios, me olvidé de nuevo”, me dijo al recordarle que ya habíamos sobrepasado el tiempo de la entrevista por casi el doble de lo acordado en su agenda. “No importa, ¿tienes más preguntas?”, mencionó y seguimos por un par de minutos más. Hay conversaciones que requieren un poco más de tiempo para sentirlas.
Quiero hablar un poco de tu juventud, leí un escrito en donde describes las cosas que solías hacer como adolescente, escuchar vinilos en el sótano de tu madre, ir a la tienda de música solo para poder tocar un rato la guitarra. ¿Qué es lo que más extrañas de ello?
Es interesante porque el no poder tocar durante todo el verano me ha permitido centrarme en la escritura. Es algo que quería hacer desde hace muchos años, poner en papel o en la laptop esta idea de cómo tu vida es definida en tu juventud. Cuando creces y empiezas a vivir los últimos años de tu adolescencia te das cuenta de qué es lo que amas de la vida, lo que te prende y a lo que te quieres dedicar. Así que empecé a releer y a pensar en los documentos que se convirtieron en mis principales inspiraciones.
Yo quería hablar de eso, explícitamente y de forma tendida. De cuando tienes 16 años de edad y lees periodismo musical. En ese momento, esos escritos sobre el rock de los años setenta tienen una impresión tan intensa de la personalidad de los escritores que ellos se convierten en algo tan importante para ti como lo es la música sobra la cual escriben. Eso es algo curioso, en retrospectiva, porque creo que esa sensación se perdió al entrar los años noventa; esa energía en el periodismo musical que existía en el pasado gracias a gente como Lester Bangs, Patti Smith y Richard Williams. Yo quería escribir de lo importante que fue eso y un momento catalítico en el cual uno de ellos lanzó un álbum… estoy hablando de Patti Smith.
A Patti Smith la conocía desde que era periodista y ella escribía de rock hasta que lanzó su álbum en 1974. Lo promocionó mucho cuando yo era realmente joven, debí haber tenido 16 años de edad y lo vi, sabía su nombre por su escritura que siempre fue muy distintiva, con una apreciación muy prosaica de los álbumes. Ella escribía en Rolling Stone, CREAM, incluso logró que varias de estas revistas publicaran sus poemas. Hay un número de CREAM en la cual imprimieron las fotografías de los escritores y ahí estaba ella, luciendo súper andrógina, como si fuera una joven Keith Richards en mujer.
Era muy urbano, trataba de la ciudad. En aquel momento mucha de la cultura de la música trataba de escapar al campo. Todos querían salir para sentarse en un viejo porche roto, seguir a James Taylor para sentarse frente a un lago con un perro a un lado. Trataba sobre un montón de hippies de cabello largo intentando escapar de la sociedad. Es hermoso, si lo piensas, uno de los mejores detalles de aquella cultura musical de los años sesenta trataba sobre darle la espalda a las expectaciones de la sociedad y escapar al campo.
Pero esta nueva imagen de los años setenta, esta fotografía del escritor plasmando sus ideas afuera del metro de Nueva York, trajo consigo un sonido completamente nuevo. Era el nuevo ambiente, lo urbano. Escuchar a The Stooges era sobre experimentar lo que era estar en Detroit, no era sobre el campo, era sobre hacer música en medio de las calles. Pero eso no era cool en ese momento, ser la voz de la ciudad no era genial. Así que ese fue un gran cambio y para mí, la primera vez que escuché a Patti Smith me di cuenta de lo genial que es escuchar a un nuevo músico que solía escribir. Quería escuchar cómo sonaría en disco alguien que se dedicaba a reseñar álbumes.
El álbum se sintió como ella leyendo un poema, los sonidos eran minimalistas, crudos, parecía que había sido grabado esa misma mañana y nació en una época en la cual toda la cultura trataba de ser –grandiosa, enorme-. Estaban Emerson Lake & Palmer y Yes haciendo cosas orquestales e incluso The Rolling Stones y Led Zeppelin, con sus jets privados, nos mostraban que la música se basaba en la riqueza económica. Toda la onda glam de David Bowie y T. Rex también lo mostraba, abrazando el capital, el dinero, la champaña, el caviar, la cocaína; esa era la gloria de estar en una banda de rock. Pero Patti Smith llegó para hablar sobre escapar de casa y encontrar su voz como poeta en Nueva York. Era demasiado satisfactorio.
Así que he estado escribiendo sobre eso, lo que significaron estos documentos no solo para mí, si no también para una gran facción de personas que motivaron a que el punk-rock sucediera. Hubo un florecer de grabaciones, revistas y literatura del 76 al 80 que fue increíblemente rompedora. Definieron una cultura, llámala punk, new-wave, no-wave, o como quieras llamarla. Yo me moví a Nueva York en 1978 y todo esto ya estaba sucediendo desde un par de años antes. Esas experiencias fueron muy importantes, la geografía de la ciudad, el ambiente, la economía de la ciudad. La experiencia de interactuar con la gente que estaba haciendo música en ese momento, los cuales eran mucho mayores que yo, que apenas estaba en mi adolescencia mientras Patti Smith, The Ramones estaban en sus años treinta. Quería escribir de esa diferencia en las edades, sobre cómo se sentía ser joven en esa era. Así que eso es lo que he estado escribiendo.
Es muy interesante porque siempre he tenido esta noción de que toda tu música, desde Sonic Youth, hasta tu carrera como solista, es una gran representación del cómo se puede ser juguetón, inocente y juvenil. Es música muy cálida. Entiendo que siempre has impreso conocimientos muy profundos de la academia y la vanguardia de las artes en tus canciones, pero creo que eso no es lo importante de tus proyectos, creo que más bien son importantes porque logran entregar una impresión muy sincera de lo que es ser joven e impresionable.
Esa es una perspectiva muy interesante, creo que hay algo muy importante que debe decirse sobre ser capaz de aferrarse a seguir experimentando la dulzura de la inocencia, el ser inocente. Creo que, al ser joven, la idea siempre es querer seguir hacia adelante y tratar de convertirnos en adultos. Pero hay una gloria en la consciencia juvenil en la cual no puedes articular las cosas fuera de tu propia experiencia y del momento. A esa edad no tienes visiones a futuro, solo caminas durante el día a día. Eso cambia cuando creces y el futuro se convierte en una responsabilidad. Puedes abrazar esa responsabilidad o convertirte en un idiota eterno o lo que sea.
Pero, fuera de eso, siempre he dicho que tenemos que mantener una energía Chi que nos permita maravillarnos y ese es un principio que se mantiene en mi proceso de composición. Creo que en los últimos años de Sonic Youth, sentí que quería involucrarme en el hacer música que fuera más edificante, que tuviera más que ver con la búsqueda del placer y la alegría en oposición al crear animosidad sónica, un tipo de energía distorsionada solo por querer parecer perturbadores, lo cual fue muy subversivo en su momento. Creo que nos atoramos en ello debido a que nos atrajo mucho el arte subversivo desde edades muy tempranas. Nos gustaban mucho las cosas que intentaban destruir el estatus quo solo por el hecho de ser radicales, esa idea fue muy atractiva.
Creo que eso fue lo que definió a gran parte de la cultura punk, el querer generar shock y ruido. Sonic Youth trabajó con ello, salió de ello, pero eventualmente quisimos expresar música con una energía más beatífica, o por lo menos yo, personalmente, lo intenté. Todos los grupos que he tenido bajo mi nombre tienen que ver con buscar el placer positivo, entregar energías cálidas, y ese calor es muy importante. Encuentro ese calor en mucho arte visual, en el cine, mucha música, creo que tiene un gran valor de comunicación.
Así que sí, aprecio tu perspectiva, ciertamente, porque es verdadera jajajaja.
Es interesante que me digas que el hecho de tratar de ser subversivo con los sonidos, el usar tantas distorsiones, terminó siendo un problema en Sonic Youth porque creo que ese enfoque fue lo que hizo que la banda fuera tan influyente en la cultura pop. Su influencia está presente en prácticamente toda la música de guitarra que sucedió al proyecto gracias a ello, desde el shoegaze hasta el black-metal.
Yeah. Bueno, digo, claro que sí. Pero yo estoy más interesado en compartir ideas de lenguaje en la música. Siempre quise y he querido ser músico y estar en una banda para experimentar el enganche de formar parte de una comunidad y trabajar en una comunidad de personas abiertas que pueden tener diálogos y debatir, teniendo una actitud progresiva. Ese aspecto fue lo más importante para mí al estar en una banda, si no fuera así, sería un solitario cantautor drogadicto, sentado en mi habitación, haciendo cintas de casetes. Siempre me he sentido fascinado por la gente que hace eso, pero a mí me gustan los géneros, me gustan los colectivos, porque creo que hay un poder político en la colectividad y creo que elude a la unidad que la humanidad siempre siente. Yo no creo que la gente pueda vivir y estar sola, creo que hay un subconsciente colectivo que nos une todo el tiempo como humanos. Estas facciones de músicos son modelos de eso.
Cuando la gente me dice –odio el reggae, siempre suena igual-, es justo por ello que me gusta. Me gusta el hecho de que hay muchas leves variaciones de un mismo tema y una idea compartida en este vocabulario que utilizan. Me gusta el ruido de la música dura industrial en donde todos tienen el objetivo de crear bloques de energía ruidosa dura que dicen –crhhhhhh-. No puedes distinguir una pieza de otra, pero me gusta eso como un poder de números. Eso, para mí, es muy poderoso. Incluso en la escena underground de los años ochenta, el hardcore, que eran mucho más jóvenes que yo, y yo siempre solía ser el más joven de la escena, pero ellos llegaron tocando una versión esquelética del punk-rock.
Yo me involucré en esta escena de art-rock que era mucho más visceral. Nosotros salimos del punk-rock, pero nos empapamos de la música experimental, de la música académica; ese no fue el caso para los adolescentes que formaban parte de hardcore. Ellos continuaron utilizando el mismo vocabulario del punk en donde todos tocaban lo mismo, música rápida influenciada en Bad Brains, lo cual fue interesante porque el hardcore fue primordialmente una contención de jóvenes blancos en los Estados Unidos, pero llegó completamente informada por este cuarteto de afroamericanos con una técnica instrumental muy talentosa. Cuando vi eso, me di cuenta que era muy hermoso, que salieran de ello y es algo que normalmente no se dice. Es una historia fantástica y me atrajo mucho, de hecho, toqué con una banda de hardcore cuando Sonic Youth también estaba iniciando, se llamaba Even Worse. No era la mejor, pero toqué con ellos y le abrimos a Minor Threat cuando vinieron a Nueva York.
Eso acercó mucho las cosas para mí y me hace pensar que a los 62 años sigo descubriendo nuevas facciones de lenguajes musicales de todas partes del mundo. Compositores académicos que trabajaban juntos en los años sesenta que nunca fueron distribuidos en discos porque su música era tan larga que no podían contenerla o no trataban sobre la grabación, si no sobre el performance. Sin embargo, siempre hay nuevos sellos que lanzan estos documentos. Eso es fantástico, aprender sobre estos compositores y músicos que fueron marginalizados. Hace poco encontré a un tipo que distribuye grabaciones de fuzz-rock de Zambia de 1972 jajajaja. ¿Quién lo diría? Había chicos en África haciendo canciones influenciados por Led Zeppelin, Black Sabbath y James Brown al mismo tiempo. Esos álbumes son geniales, pero nadie sabía de ellos salvo en Zambia. Los jóvenes que coleccionan esos álbumes y los popularizan son geniales. Yo no supe nada de esto hasta 2014 jajajaja.
Esa actividad me sorprende, es un enganche mundial. Por eso me sorprende cuando encuentro músicos que están aburridos jajajajaja.
Nunca puedes terminar de descubrir y de enamorarte de nuevos sonidos, encontrar influencias.
Nunca. Nunca.
Esa apertura es una de las razones por las cuales me gusta tanto Sonic Youth. Hubo un momento en el cual estaba estudiando experimentación sonora y mi profesor me mencionó que descubrió el fluxus a través de los Sonic Youth Recordings. Creo que es algo muy interesante, algo muy valioso, el tener una banda de rock que llegó al mainstream que también sirve como ventana a la música académica.
Claro. No era realmente nuestra intención, no fue algo que hicimos para mostrar nuestra colección de álbumes o algo por el estilo. Tuvo más que ver con nuestro genuino aprecio por esa música y esas escenas. Queríamos mostrar nuestro interés en este arte por la misma razón por la cual pensamos que funcionaba en colaboración con lo que estábamos haciendo.
Es como nuestra política de usar un artista distinto en cada una de las portadas de nuestros álbumes. No lo pensamos en esta noción de que debíamos de invitar a alguien que terminaría siendo reconocido dentro del mundo del arte, nunca pensamos en eso, no tenía que ver con nada. Fue solo porque ya los conocíamos, queríamos trabajar con ellos y punto. No estábamos interesados en la cultura de la celebridad de los artistas. Es interesante porque ahora tengo esta sensación de que a fin de cuentas terminamos en ello y hay mucha información, rastros de ellos, en los álbumes de Sonic Youth aunque no nos diéramos cuenta.
Nosotros hicimos un álbum titulado Goodbye 20th Century (1999) en el cual hicimos interpretaciones de composiciones pertenecientes a la diáspora de la música académica del Siglo XX, se trata de música realmente experimental. La idea nos la entregó el percusionista William Winant, quien en aquel entonces estaba enseñando ese tipo de música y que se había convertido en un gran amigo de nosotros. Él nos dijo –no hay otra banda de rock en el mundo entero que pueda hacer un álbum como este con una conexión genuina a él-.
Así que pensamos en ello y decidimos hacer un álbum de covers, pero en lugar de hacerlo de Lowie Lou, decidimos hacer Piezas de Voz de Yoko Ono, Pendulum Music de Steve Reich, improvisaciones de John Cage y Pièce Enfantine de Slonismky jajajaja. También hicimos a Cornelius Cardew, el compositor británico con tendencias radicales súper comunistas que ganó fama con la improvisación libre.
Estas eran ideas muy emocionantes para nosotros jajajaja, el hacer un álbum de covers de este tipo de música porque la mayoría de las bandas de rock que hacen cualquier cosa con la llamada “música clásica” terminan siendo cosas como Deep Purple tocando con La Orquesta Filarmónica De la Ciudad del Carajo. Parecían ser dos cosas conociéndose en una esquina y después siguiendo hacia sus propios hogares y nosotros sentimos que todo eso era algo bastante cursi.
Lo es.
Jajajajaja. Tienes razón. Ese sigue siendo mi álbum favorito de Sonic Youth, sin duda lo es Goodbye 20th Century (1999).
¿En serio? Qué loco. A mí me gusta mucho, me encantan los performances de las piezas de John Cage, pero no lo describiría como mi álbum favorito de Sonic Youth ni de lejos.
Jajajajajaja. Me encantaría hacer un nuevo álbum de puros covers. Eso es algo que te doy en exclusiva, es algo que haré en algún punto. De hecho, he estado haciendo varios desde hace años que están guardados en los archivos de Sonic Youth. Son grabaciones en las que estoy solo yo y algunos músicos invitados. Covers de canciones punk de Los Ángeles y Washington D.C. En algún momento los desempolvaré y los presentaré, te lo aseguro.
Me encantará escucharlo. Oye, observé en tu perfil de Facebook que posteaste una grabación de la primera vez que viste a Nirvana. En tu escrito fuiste muy pasional con respecto a ese momento. Quiero saber un poco más sobre lo que sentiste, tu impresión, al descubrirlos.
No teníamos ninguna expectativa porque la única razón por la cual fuimos a verlos fue porque acababan de publicar un sencillo de siete pulgadas a través de Sub-Pop Records. Acababa de salir, su primera grabación. Éramos muy amigos de Mudhoney, hicimos algunos conciertos con ellos, y nos amistamos con el director, Bruce, desde que había comenzado la casa discográfica. Así que él publicó el sencillo de Mudhoney ‘Touch Me I’m Sick’, algunos otros de bandas de la zona del norte-pacífico, junto con el de Nirvana que estaba creciendo en Washington.
La única razón por la que fuimos fue porque éramos amigos de ellos y una amiga nuestra llamada Susan Sussex, que nos apoyaba a vender nuestra mercancía en los conciertos, había ilustrado la portada del sencillo de Nirvana ‘Love Buzz’ y se emocionó mucho cuando se enteró de que iban a tocar en la ciudad, en un foro llamado Maxwell.
Era su primer concierto en el área de Nueva York. Así que solo fuimos, sin esperar nada. Esperábamos un concierto de rock de la ciudad de Washington, punto. El resto está en el video que viste. Recuerdo caminar y verlos saliendo al escenario pensando que eran muy buenos. Después recuerdo haberme acercado al escenario, eso estuve viendo en el video, porque nunca antes vi una grabación de ese concierto, tratando de descubrir si la cabeza que está ahí es la mía, pero no parece serlo. Lo que sí recuerdo es que entré en trance con lo que estaba haciendo esta banda.
Todas las canciones tenían esta increíble energía y los ganchos en ellos. Recuerdo que rompieron su escenario al terminar el concierto y nos quedamos preguntándonos cómo podían hacerlo si no tienes dinero en el tour y estás a miles de kilómetros de casa. ¿Cómo puedes destrozar tus guitarras, cómo esperas hacer la siguiente presentación? Estaba impresionado por eso jajaja. Después platicamos un rato con ellos porque el lugar estaba vacío, había solo como 14 personas en el foro. Platiqué con Kris y me dijo que su siguiente concierto era en The Pyramid, que está atravesando el río. También fui a ese concierto, tocaron con un guitarrista distinto, fue con Jason Everman que terminó en Soundgarden.
Eran geniales, pero nadie pensó que esta banda sería más importante que un Mudhoney o un Melvins o cualquier banda de ese momento jajaja. Eran muy buenos. Recuerdo que el show de Maxwell fue muy sobresaliente. Había algo salvaje en ellos. Lo que se quedó en mí fue que salieron con el cabello tan largo y las camisas grandes de franela, parecían una banda hecha de tipos que se quedaron perdidos en el bosque. Eran tipos con una pinta muy aterradora, pero eran encantadores, eran niños muy buenos. Los vimos una vez y a la siguiente, después los invitamos a un tour en la costa oeste. Después reemplazaron al baterista Chad y llegó Dave Grohl para su tour europeo. Ese fue el punto en el cual los vi como una banda que estaba en su apogeo, porque los conciertos que hicimos con ellos en la costa oeste eran buenos, pero no nos significaban que la banda sería un catalizador para tanto de lo que pasaría en la siguiente era del rock and roll.
Solo eran buenos como una banda de punk con buenas canciones. Después llegaron con ese nuevo baterista, los vi en Irlanda porque nosotros también estábamos de tour por allá e inmediatamente pensé que ya estaban en el siguiente nivel. Los vi brutales, pensé que eran muy buenos. Cuando llegué a casa ya había estado sonando Nevermind (1991) por una semana y en un mes se convirtieron en una sensación. El resto es historia.
Nunca pensamos eso, pese al gran concierto con el cual los conocimos. En ese momento había muchas bandas muy buenas que llegaban a Maxwell, Butthole Surfers llegaba para destruir el lugar, Black Flag llegaba para destruirlo, Minor Threat llegaba para destruirlo, Meat Puppets también lo hacía. Nirvana no era distinto en ese sentido, pero era único y hacía lo suyo, lo cual fue sorprendente. Pensar en ello, en retrospectiva, siempre me pregunté si existía una grabación de ese concierto, hasta que lo encontré… justo ayer. Me puse muy feliz.