Corría enero del 2020 cuando Mr. Cumbia se aventó los siguientes versos: “Todo el mundo está espantado por una enfermedad, se llama el coronavirus y es una alarma mundial. Se dice que nació en China, varios muertos hay por allá, hay que ponernos atentos, nos tenemos que cuidar”.
De entre esas líneas “Varios muertos hay por allá” es quizá la que más duele e impresiona en este momento. Cuando se hablaba de un extraño virus que estaba en el lejano oriente y los muertos eran apenas unos cuantos, todo era meme y risas, algunas nerviosas, pero risas, a fin de cuentas. Ocho meses después, el panorama mundial es otro mientras prácticamente todos los países del mundo siguen en emergencia sanitaria. 23 millones de casos confirmados después y 814 mil muertes parecen no dejar margen para que el asunto se tome a guasa y mucho menos a cumbia.
En este contexto, parece casi temerario que alguien se atreva a hacer un tema que tome con humor lo que para otros han sido muertes, pérdidas de empleo y el incremento de padecimientos mentales producto del encierro. Pero ocurrió. Y vino de la mano de alguien que, además, no había posicionado su propuesta musical bajo el sello de la cumbia: Torreblanca, la banda mexicana independiente que dejó de serlo cuando su tema ‘Roma’ se masificó al convertirse en ringtone de Telcel.
Pero antes de que encienda las antorchas y se disponga a practicar el bonito deporte contemporáneo de la cancelación, lo invito, querido lector, a que vaya a su Spotify y escuche el tema en cuestión, llamado ‘La Vida Online’. Se trata de una de esas cumbias pícaras de corte de antaño, como cuando Fito Olivares le cantaba al colesterol o La Sonora Dinamita popularizó La Cumbia del Sida.
Desde los primeros versos de ‘La Vida Online’ algo hace clic dentro de nosotros, como un “ah, no mames, ¡si es cierto!” que estuviera gestándose desde hace mucho tiempo: “Y ese bicho se parece al amor: crees que lo tienes, pero luego ves que no. Y otras veces se presenta al revés; nadie lo siente hasta que eso ya se descontroló…”.
El buen Juan Manuel se suelta con un montón de situaciones que de tan cotidianas sería difícil no sentirse identificado: las video-llamadas, el tedio del encierro que se traduce en ir de la cocina al baño como leones enjaulados y luego hacer un poquito de ejercicio para que el sedentarismo no se traduzca en lonjas, cachetes y papada.
Cuando crees que el tema ya no puede dar más, la rola alcanza su máximo de clímax paródico cuando dice: “tocaron los testigos de Jehová. Estuve a punto de salir a platicar, el del INEGI me vino a censar, no lo convencí que se quedara a merendar, prendí la conferencia de Gatell mientras lo escuchaba le vi cara de pastel…”.
Ahí es cuando ya no entendemos nada. No sabemos si estamos llorando de risa o riéndonos porque ya hemos llorado lo suficiente. Ese es el instrumento catártico que este cumbión nos regala en bandeja de plata: Un ingenioso ejercicio de alquimia que transforma el sufrimiento en ganas de raspar el huarache. Porque convertir el temor, el estrés, la incertidumbre y la muerte en un sabroso cumbión —y que den ganas de ponerlo a todo volumen en el estéreo de la sala— no es cosa fácil, aunque de principio lo parezca.
Por supuesto, esta cumbia solo la entenderán y la disfrutarán los privilegiados, los de la vida más o menos resuelta que tuvieron el chance y la maldición de quedarse en casa todos estos meses. Para los otros, los que tuvieron que salir a chingarle a pesar de que afuera el mundo se estuviera cayendo a pedazos, hay canciones como ‘Me Quedo en Casa’ que dice: “Pero hay quien no va a poder guardarse nomás, no va a poder guardarse nomás quien no tiene techo y no tiene paz… hay quienes viven al día…”.
Pero no voy a espoilearles el resto de los temas del ambicioso proyecto Una Cuarentena de Canciones (2020) que Torreblanca se trae entre manos. Lo único que puedo decir, mientras se estrenan el resto de los tracks a lo largo de las próximas semanas es: Torreblanca está de regreso y otra vez este enfant terrible del rock-pop mexicano nos muestra a base de talento puro de lo que está hecho.