Martin Luther King Jr. dedicó su vida a la lucha no violenta por la igualdad racial en Estados Unidos. Cada tercer lunes de enero se conmemora el Día de Martin Luther King, un feriado de Estados Unidos que rinde homenaje al legado de King y reta a los ciudadanos a participar en servicio voluntario en sus comunidades.
A principios de la década de 1960, se produjeron en Estados Unidos varias revueltas relacionadas con la llamada cuestión racial. Pese a la entrada en vigor de varias leyes anti-segregacionistas, la comunidad negra no disfrutaba del reconocimiento merecido y se mantenía el racismo institucionalizado en algunas partes del país.
En este contexto, donde empezaban a aparecer movimientos reivindicativos organizados, Martin Luther King fundó la ‘Southern Christian Leadership Conference’ (SCLC) con la intención de promover el activismo político no violento (es importante destacar la relevancia del pacifismo que promovía King dado el arraigo y el prestigio con el que contaban en ese momento las Panteras Negras y la Nación del Islam, partidarios de acciones más contundentes).
El año 1963 fue especialmente relevante por el clima reivindicativo general y la cantidad de protestas y manifestaciones que se estaban produciendo. Destaca, por su significado, la Birmingham campaign en Birmingham, Alabama, “probablemente la ciudad más segregada de los Estados Unidos”, según Martin Luther King en ‘Carta desde Birmingham Jail’. King fue arrestado y encarcelado por su participación en las protestas y acentuó su compromiso con la desobediencia civil pacífica contra las leyes injustas de segregación racial.
A partir de ese momento, se suscitaron manifestaciones y organizaciones de activismo político en defensa de los derechos civiles y en contra de las leyes Jim Crow, promulgadas por las legislaturas estatales blancas a lo largo y ancho de los Estados Unidos, de San Francisco a Nueva York. El 28 de agosto de 1963, se reunieron más de 250 mil personas en una marcha por la libertad y el empleo que tomó las calles de Washington.
La ‘Marcha sobre Washington’ representó la unión de muchas organizaciones y movimientos sociales distintos, con agendas diversas pero un objetivo en común. Las demandas de la marcha se concretaban en cambios específicos en la legislación, desde la eliminación de la segregación racial en las escuelas públicas, la protección de los manifestantes ante la brutalidad policial, un programa de inversiones públicas para generar empleo, la promulgación de una ley que prohibiera la discriminación racial en la contratación pública y privada así como un salario mínimo de 2$ la hora y el autogobierno para el Distrito de Columbia, con una mayoría de ciudadanos negros.
El evento incluyó actuaciones musicales de Marian Anderson, Joan Baez, Bob Dylan, Mahalia Jackson e incluso Charlton Heston participó en el evento. Al finalizar el acto, Martin Luther King pronunció uno de los discursos más recordados del siglo XX, en el que expresó su ideal de acción política, enumeró las reivindicaciones de la comunidad negra y afirma su convicción de poder llevarlas a cabo.
Delante del monumento dedicado a Abraham Lincoln en el Mall de Washington, DC., Luther King inició su discurso haciendo referencia al trascendental Decreto sobre la Emancipación que, hacía 100 años, había firmado el Presidente Lincoln y que significó la llegada de “un precioso amanecer al final de una larga noche de cautiverio”. Sin embargo, añadió, “cien años después, el negro aún no es libre… y se encuentra desterrado en su propia tierra…” Pese a que en la Constitución de los Estados Unidos y en la Declaración de Independencia figuraba explícitamente “la promesa de que a todos los hombres les serían garantizados los inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.
Luther King emitiendo ‘I Have A Dream’ se trató sin duda, de un instante decisivo para la historia, una fecha en la que tuvo lugar uno de los discursos políticos más sublimes y trascendentes de la historia de Estados Unidos y de la lucha pacífica, un momento, además, que no ha perdido su fuerza y poder elocuente.
En 1964 el presidente Lyndon Johnson firmó la Ley de Derechos Civiles que prohíbe la discriminación en el empleo, alojamientos públicos y otros aspectos de la vida. King asistió a la firma de la ley, y en el mismo año recibió el Premio Nobel de la Paz. Durante los años consecuentes continuó presionando para que una ley garantizara que no se podía negar a los negros el derecho a votar con prácticas discriminatorias, tales como exámenes de alfabetismo, y en 1965, Johnson firmó la Ley de Derecho al Vito.
En un ensayo publicado póstumamente titulado ‘Un testimonio de esperanza’, King instó a los estadounidenses negros a continuar su compromiso con la no violencia, pero también advirtió que “no puede lograrse una justicia para los negros sin cambios radicales en la estructura de nuestra sociedad”.
El 4 de abril de 1968 fue asesinado en el balcón de un cuarto de hotel en Memphis, Tennessee. En su funeral, miles de personas lamentándose marcharon por Atlanta tras un carro tirado por una mula que trasladaba su féretro. Desde entonces el líder social ha sido recordado como una de las figuras más representativas en busca del cambio.