El japonés Namio Harukawa, artista conocido por los dibujos de mujeres dominantes que se sientan en los rostros de hombres débiles y sumisos, falleció este viernes a causa de cáncer. De acuerdo con su amigo y productor de videojuegos, Yuko Kitagaw, quien realizó una publicación el pasado viernes 24 de abril, se confirmó el deceso del artista fetiche japonés a los 73 años.
Nacido en Osaka, Japón a finales de la década de los años 40, Hurakawa fue un artista que comenzó su carrera creativa en los años 60 y 70, sin embargo, su trabajo no fue mundialmente conocido sino hasta inicios de la década de los 2000; Hurakawa, quien ya contaba con un estilo definido en sus obras, fue constante en su inclinación provocadora, se trataba de mujeres voluminosas con poder sobre hombres delgados y sumisos cuyos rostros se ven perdidos entre la voluptuosidad del cuerpo femenino.
La propuesta artística del japonés se dirigió a representar a los hombres, alejados de su naturaleza de sexo dominante, para percibirlos como el objeto de placer ante la mujer, quien parece asfixiar a su compañero sexual sin preocuparse acaso por ello. Además, las mujeres representadas se miran elegantes y rompen con este paradigma de la mujer sumisa, subordinada y oprimida.
Fue así que Namio Hurakawa se unió a la lista de creadores y personas de distintos sectores que unieron esfuerzos para visibilizar esta violencia social, cultural, física y estructural que las mujeres han sufrido por su paso en la historia, con el fin de comprender, analizar y encontrar soluciones al origen de esta opresión.
La respuesta a esta premisa era clara, se trataba de desvalorizar a las mujeres por su capacidad reproductiva, apuntando a través de un sistema patriarcal, que la maternidad es el principal objetivo de la mujer, señalando a aquellas mujeres que no son madres o que viven su sexualidad con plenitud. Por lo tanto, la oferta artística que propone Hurakawa fue importante en la época y más luego de que se diera a conocer en un contexto de libertad y despertar sexual de la mujer.
La perversión de las féminas, como se ve en el trabajo del artista, lleva al hombre a no ser más que un objeto que sin oponerse besa el sexo de la mujer. Ella, por su parte, asfixia sin desasosiego a ese ser que funge únicamente como vínculo al placer.
Una femme fatal alude a un personaje femenino quien utiliza su sexualidad para acercarse a un hombre; se trata de la figura de una mujer hermosa cuyo atractivo y crueldad lleva a los hombres a su perdición. Este término se incluye ya en el arte y la literatura de la antigüedad clásica. Sin embargo, el concepto no fue adoptado sino hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando el escritor francés Georges Darien lo empleó en una de sus obras.
Representar a la femme fatal era dar una respuesta a la nueva realidad que amenazaba con hacer que las condiciones sociales ya establecidas de la época se disiparan.
Esta nueva realidad de la nueva mujer se trató de un ideal feminista que defendía los derechos de la mujer y la igualdad entre los sexos. En una época en la que, por necesidades económicas, la mujer comienza a realizar trabajos hasta entonces asignados a los hombres, surge la “indeseada” necesidad de otorgar visibilidad al sexo femenino. Es por ello que se retoma este concepto de mujer perversa, como “contrapublicidad” de la mujer independiente, capaz y trabajadora. De acuerdo con Erika Bornay, historiadora del arte, el mito resurge motivado por dos factores: del miedo del hombre a ser equiparado a la mujer y de su contradictoria fascinación morbosa por la figura de la mujer poderosa e independiente.