Tras ocho largos años, Fiona Apple apareció hace un mes en un vídeo de ella viendo la comedia de la década de los años 50, Born Yesterday, en una especie de historia sobre una mujer a la que un pretendiente le muestra una etiqueta con las palabras “Mi disco está listo”.
Fue así que Fetch the Bolt Cutters (2020), anunció su llegada para deleitar en tiempos caóticos, en dónde nos encontramos sumamente susceptibles a los ejercicios sensoriales que podemos experimentar; en este caso, Fiona Apple ofrece una experiencia auditiva muy necesaria para las masas resguardadas y seguramente uno de los mejores álbumes que nos traerá el 2020.
Este material brinda una mirada retrospectiva a una vida menos monótona u ordinaria. A través de un tono lúdico y en una especie de conversación, Apple nos explica lo que sucede cuando no nos adaptamos en ningún modelo prefabricado. De aquella imagen que nos asignan desde antes de nacer y a medida que crecemos.
La cantante, compositora y también pianista de formación clásica, ya nos había adelantado un poco de está premisa en su álbum debut Tidal (1996). Recordemos que Fiona expresó su descontento con la maquinaria de la idolatría de las celebridades en el escenario en los MTV VMA de 1997, proclamando “este mundo es una mierda” mientras recogía un trofeo al Mejor Artista Nuevo.
Claro que fue un escándalo menor, pero calificó como un artista complejo para una audiencia que quizás no está preparada para una libre pensadora, a quién no le importa la perspectiva desde la que sea mirada. Apple lo precisa de manera honesta y sensible. No persigue el centro de atención.
Esa es la promesa musical de Fetch the Bolt Cutters (2020), su quinto álbum de estudio y el primero desde The Idler Wheel (2012); resulta intransigente, conmovedor y es el tipo de arte que necesitábamos para comprender la realidad desde un enfoque alejado de la banalidad.
Es crudo y ajeno los tintes condescendiente de producción. Se trata de un material que permite percibir la voz melodiosa junto con el piano de Apple para dar un espectáculo que de pronto puede percibirse improvisado en una sala de estar.
La melodía que lleva por nombre el título del álbum, lo resume sucintamente: “Crecí con los zapatos que me dijeron que podía llenar; Zapatos que no fueron hechos para correr esa colina; Y necesito correr esa colina, necesito correr esa colina; I lo haré, lo haré, lo haré…“.
Asimismo, la plenitud de su forma de tocar el piano es evidente desde el primer minuto. “I Want You Love Me”, la melodía con la que presenta el material se manifiesta como una canción de primera línea sobre notas bajas y largas.
La aparición de Sebastian Steinberg en el bajo, amigo del colaborador habitual de Apple, Jon Brion se cuela en la imagen sin obtener demasiada atención. Al final, el material se dispara cuando el piano de Apple se triplica en velocidad, y su voz se desliza más allá del extremo superior de su registro en agudos sin palabras.
Al margen de las detalladas canciones de amor y de momentos de inseguridad, Fiona nos presenta nuevos himnos que evocan a la auto-afirmación y aceptación en un mundo banal.