Este domingo 8 de marzo conmemoramos una lucha feminista que no ha terminado. A escasos días del equinoccio de primavera, las calles de la ciudad se tornaron de color violeta, color que combinaba muy bien con el tono lila de las jacarandas que adornan una ciudad injusta, ajena a la violencia y dedicada al entretenimiento.
Bajo un sol brillante, miles de mujeres recorrieron plazas y grandes avenidas con pancartas llenas de mensajes que denotan el hartazgo, enojo y tristeza, secuelas que ha dejado la violencia de género. De acuerdo con cifras oficiales del gobierno mexicano, cada día son asesinadas diez mujeres. Diez vidas que quedan inconclusas porque alguien lo ha decidido. En ese sentido, un día concluido es una gran hazaña para una mujer en esta ciudad.
Hablo del asesinato considerando que es el acto más grave, pero las féminas son víctimas de violaciones, agresiones físicas y verbales, acoso, hostigamiento y humillaciones.
Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Publicadas (SESNSP), “entre enero y julio de 2019 en el país se registraron 65 mil 679 delitos en los que una mujer fue la víctima, entre los que se relacionan con cuestiones sexuales como el abuso o violación, hasta los que atentan contra su vida como el homicidio y feminicidio“.
Se trata de una crisis nacional profunda en donde las mujeres son víctimas de su propia naturaleza. Lo más desgarrador, a pesar de la pérdida, el sufrimiento y la magnitud del problema, es la indiferencia frente a la sangre derramada; el dolor se ha normalizado y les han llamado exageradas por rogar justicia, dignidad y respeto.
Es por ello que a través de un espíritu de lucha y un mismo canto, se sumaron a una caminata que representó la unión de todas para ser voz, brazos y piernas de aquellas que ya no pueden protestar porque se lo han impedido de la manera más inhumana posible. Este domingo, las mujeres fueron parte de algo inédito, gritaron BASTA a la violencia y precisaron que no quieren ser el blanco de la crueldad implícita.
Con gran ímpetu, mujeres de todas las edades se permitieron recorrer desde el Monumento a la Revolución hasta la plancha del Zócalo de la Ciudad de México; acompañadas de batucada, maquillaje colorido, pelucas, pañoletas verdes que aluden a la despenalización del aborto y tomadas de las manos, marcharon durante más de tres horas gritando consignas, celebrando la sororidad, seguridad y el apoyo que desbordaba con fuerza.
Quemarlo todo, romperlo y pintar fueron acciones que cobraron sentido frente al dolor, el llanto y hartazgo. Con el puño en alto, gritos y aplausos, se celebró a la mujer combativa que durante años ha peleado por sus derechos que le fueron arrebatados en un mundo sexista. Ante ello, el feminismo es el mejor aliado para exigir justicia.
Ni las amenazas de posibles ataques detuvieron este eco que se propagó a lo largo de la metrópoli. Este domingo las mujeres hicieron historia con una marcha que apunta con más de 60 mil participantes; fue un recuerdo de la tradición y naturaleza combativa que caracteriza a las féminas, quienes florecieron en tonos lilas.