#WARPPresenta: Entrevista con Hari Sama, director de Esto No Es Berlín

// Por: Staff

jue 2 enero, 2020

Por: Mixar Lopez

Carlos Sama A.K.A. Hari Sama, debutó en el cine con la cinta mexicana de culto Sin Ton Ni Sonia (2003). Años más tarde, refrendó su lugar en el cine con la película El Sueño de Lu (2011), siendo un hito artístico cultural. 

Actualmente, se encuentra promocionando la cinta Esto no es Berlín (2018), una película completamente musical, disruptiva, sobre las noches de los años 80, metidos en el bar ‘El Nueve’, hoyo punk donde brotó la ilustración contracultural mexicana. La película es protagonizada por Xabiani Ponce de León y se le ha otorgado el Premio ‘Cinépolis Distribución’ en la decimosexta edición del Festival Internacional de Cine de Morelia. 

Hablamos en entrevista acerca de esta disidente película. 

Punk mexicano

¿Cómo se  compaginan en tu vida el cine y la música, la realización y la composición?

Muchos me preguntan cómo logró combinar la música con el cine, y la verdad es que es una cuestión de estar activo en el momento presente, porque voy un poco fluyendo con la lógica de los proyectos. 

Justo antes de filmar ‘Esto no es Berlín’, tuve un año muy activo con una banda nueva, que se llama ‘El expediente Zama’ que tengo. Nos fuimos de gira con una banda de una banda emergente ya bastante más importante que se llama ‘The Guadaloops’ aquí en la República Mexicana, y le metimos mucho la música; vino ‘Esto no es Berlín’, filmé, seguimos tocando un poco aún cuando “Berlín” estrenó en cines; la realidad es que todo este año llevo viajando con la película y prácticamente no he podido hacer nada de música. Ahora retomé, estoy iniciando un nuevo proyecto en inglés, siendo que me fui a vivir a Los Ángeles, entonces, estoy con la idea de poder tocar allá, de poder empezar un nuevo proyecto. 

Volviendo a la electrónica de los ochentas, y fluyendo digamos con ese juego. En todas mis películas, la música tiene una importancia enorme. Si bien vengo de hacer películas con muy poca música, pero cada instante musical tiene una contundencia y una magia muy particular. ‘Esto no es Berlín’ tiene muchísima música, hubo que producir demasiada. Entonces, realmente en ‘Esto no es Berlín’ se conjugaron mis dos pasiones, y fue algo muy bello de hacer.

¿Cómo llegaste al argumento de El sueño de Lu (2011)?

‘El sueño del Lu’ es una película autorreferencial. El argumento tiene que ver con una madre que pierde un hijo, y que está en un proceso de realización interior; en un proceso que viene saliendo de un intento de suicidio. Y realmente la película a pesar de que es muy dolorosa, es una cinta también muy luminosa, por el proceso de decisión. Acompañamos a esta mujer en su proceso de decidir quedarse o no en la vida. Porque al final eso es lo que sucede cuando pasas por un dolor tan fuerte, tienes la libertad de tomar esa decisión.

Háblame de los planos y encuadres en esta cinta, que  conectan con la desesperación de una madre.

Tuve la decisión de jugar primero con lentes muy largos durante toda la primera parte de la película, ya que son momentos de mucha presión y quería que se sintiera muy encerrada dentro de sí misma. En todos ellos, a pesar de que hay planos abiertos, son planos con lentes muy largos, y bueno, en ese sentido, también aposté mucho por la quietud, no por la parsimonia por sentir el paso del tiempo de manera muy lenta. 

Como te explicaba, yo perdí una hija, sé lo que es el duelo y sé lo que son los primeros meses, lo terriblemente doloroso que es eso. Y esta sensación de que el tiempo no pasa o que el tiempo pasa diferente, porque estás como quieto con un dolor inefable. Entonces toda la primera parte de la película está filmada con una óptica con lentes muy largos con muy poco movimiento, planos muy fijos, a veces planos secuencias con estos mismos encuadres muy largos. Cuando ella ingresa al tercer momento de la película, la cámara empieza a residir en las manos, empieza a tener mucho más libertad y también empiezan a usarse lentes angulares, donde sentimos el sol y sentimos ya que el espacio empieza a cobrar relevancia. Se intuye debajo de todo que ya empieza a estar anclada a la vida, un poco más.

“Un humanismo bien ordenado no comienza por sí mismo, sino que coloca el mundo delante de la vida, la vida delante del hombre, el respeto por los demás delante del amor propio”; escribió Levi Strauss. Tu cine tiene una clara tendencia humanista, se  caracteriza por una tremenda profundidad, que a pesar de mostrar realidades continuamente dolorosas, siempre encuentra su luz al final del subterráneo. dentro de este tópico, ¿cuáles son tus temas y reflectores cinematográficos, qué le interesa a Hari Sama?

Me interesa el dolor. Me interesan los procesos interiores. Me interesa encontrar la luz en los espacios más recónditos y más aterradores humanos. No necesariamente dentro de la fantasía, sino dentro de la posibilidad del dolor: el dolor como maestro. Me interesa indagar en mi propia experiencia para comunicarme con los demás desde lo más íntimo y lo más frágil y lo más vulnerable. Ahora me interesa lograr la experiencia de ese deseo de ese dolor en temáticas que no me pertenecen absolutamente. Explorar esta misma temática dentro de la oferta anecdótica de otras personas.

En Esto no es Berlín (2019), el Punk y la escena  Underground de México representan un hogar para Carlos; un deseo de comprensión mutua de la perspectiva única  del mundo que cada uno tenemos. Háblame de esa misma clandestinidad que tú mismo viviste en los años 80, bajo las luces artificiales del Nueve.

Yo viví una experiencia muy parecida a la que vemos en la película. Me tocó crecer en el contexto de estas familias de clase media de la zona suburbana, específicamente de la zona de Lomas Verdes y Satélite, y crecer rodeado de una masculinidad en la cual nunca me sentí perteneciente. Me sentía muy desencajado en ella, y cuando llego a encontrarme con este grupo de artistas y esta fiesta contracultural, me sentí en una especie de Disneylandia de música y de experiencias y de locura, una locura que se sentía mucho más cercana a la calma, a haber crecido en esta escuela donde yo estuve, en donde no conservo ningún amigo durante la primaria y la secundaria.

Estuve una escuela en extremo conservadora para gente de una clase social a la cual yo no pertenecía, y realmente fue muy difícil para mí. Me marcó. Entonces entré a un lugar de colores, un lugar donde la sexualidad era tan abierta y me sentí muy atraído por ella. Terminé de definir mis intereses musicales creativos, entendí que el Arte iba a ser una herramienta para mí, que iba siempre a estar ahí, y que la experiencia de la creatividad podía tener muchos colores y podría permear tu experiencia cotidiana, y eso me empezó a interesar realmente muchísimo.

¿Qué escuchabas en esa época?

En esa época iba en un rango del post-punk más oscuro que siempre ha sido de mis cosas favoritas, como Bauhaus, como Nick Cave que venía ya de los setentas con ejercicios de mucha oscuridad. Por supuesto David Bowie como el padre del Glam, como el padre de la pansexualidad. Sisters of Mercy dentro de este universo oscuro, bandas como Depeche Mode, que estaban realmente dialogando desde un lugar súper interesante, The Cure me fascinaba, también me gustaban mucho el Synth Pop y la música creativa de antro, Rita Mitsuko, Ultravox, Gary Newman, Devo, los primeros discos de los B’52. Por supuesto, venía de haber escuchado mucho punk: Wire, Sex Pistols, The Clash, dentro de este diálogo, bandas que empezaron a salir en ese momento, que jugaban entre los géneros y nos sorprendían mucho como The Cult. Me interesaba mucho todo lo que en ese momento se sentía, que ahora es totalmente abierto y totalmente accesible, e incluso se podría decir que masivo, pero que en ese momento tenía un sabor como contracultural y muy subterráneo.

La primera banda de Punk en México fue Dangerous Rhythm, pero también  existían bandas como Size, Casino Shangai, Oxomaxoma, The High Fidelity, Hospital X; ¿de qué lado se mueve la película?

Pues mira la película está muy vinculada a un momento muy específico que a mí me tocó vivir en un espacio tiempo muy específico, yo llegué al ‘Nueve’ y me tocaron los primeros conciertos de ‘Casino Shangai’, y fue algo que me resultó muy atractivo. Había otras bandas dentro de este universo subterráneo, casi siempre muy performáticas, no necesariamente musicalmente atractivas, pero sí dentro de sus grandes riesgos había gente mezclando performance y música y fue muy atractivo para mí, pero al poco tiempo empezaron a tocar Los Caifanes y eso me voló la cabeza y a partir de ahí yo tuve una banda de post-punk del momento, y se convirtió en algo muy importante para mí.

¿Toda película es autobiográfica, se puede separar de los mecanismos de introspección?

L película es muy autobiográfica. Está fundamentada en un par de años que me tocó vivir muy intensamente en el Nueve, y ese circuito cultural y en el momento se mezcla con mi descubrimiento de ‘La Quiñonera’ y después ya ‘Los Caifanes’, primero ‘Las insólitas’, después Los Caifanes y todo como ese momento de descubrimiento y de definición, de propia confusión de no entender bien si era gay o no, o de más bien de querer serlo para pertenecer finalmente a un grupo; esa ha sido mi lucha toda la vida, sentir que me muevo por la periferia de los grupos, y de alguna manera sigue siendo ahora finalmente ahora aceptado que yo no soy de ese grupo, soy más bien un lobo estepario. Hay una enorme autorreflexión que finalmente me permite cerrar algunas viejas heridas en ese sentido. Terminar de limpiar antiguas heridas viejas. Diálogos abiertos y poder abrir otros nuevos a partir de una reflexión de vulnerabilidad importante y sensible.

Esto no es Berlín es una declaración de principios del punk azteca?

No es una declaración de principios punk aztecas, porque no creo que sea una película Punk. Creo que es una película muy específica de un ámbito, de una serie de lugares donde confluían algunos personajes que algunos sí se volvieron muy importantes más adelante dentro del mundo del arte como Gabriel Orozco, Francis Alÿs, Rubén Ortiz, Damián Ortega y gente de ese tipo que no eran punks, para nada, lo que éramos era gente muy joven que recibía información de manera muy clandestina o a través de los que habían podido viajar fuera y demás, de una estética, de un mundo, de una contracultura, de una especie de pasión por lo subterráneo como ya te decía, por un tipo de música y por la necesidad enorme que ya se tenía desde la primera juventud de comunicarse con los demás a partir del arte, de poder llegar a los demás con tu propio trabajo, de explorar a ti mismo a través del arte de la sexualidad incluso de las drogas y de haber ejercido ese poder básico en la clandestinidad, en un México en el que no se podía hacer absolutamente nada, porque estaba todo prohibido, porque los jóvenes literalmente habían sido expulsados del espacio público y en esta película hay una necesidad de los jóvenes por recuperar el espacio público, pero creo que esencialmente ‘Esto no es Berlín’ es una película sobre la amistad.

Es una película sobre el descubrimiento de uno mismo, sobre la identidad, sobre eso justamente, luchar por descubrir quién eres y cuando descubres quién eres a veces te toca defenderlo de manera muy fuerte muy intensa. Entonces creo que es una película en la que mucha gente ha conectado porque por un lado te muestra a estos jóvenes un poco mayores reflexionando sobre una identidad de género o exigiendo respeto a través del arte, con una lucha abiertamente LGBTQ, algunos otros buscando en el arte su propia realidad, algunos buscando en el arte el reconocimiento de los demás, etcétera. Y nuestros dos protagónicos, tratando de entender quiénes son en verdad y que en relación a lo que descubren se les aclara un poco quiénes son.

Los jóvenes de hoy tienen exponentes cinematográficos óptimos, que contextualizan sus vidas a través del arte, como Esto no es Berlín, que si bien no corresponde a su época, sí lo es a su sentir anárquico.

Los jóvenes de hoy y los que pertenecemos a la Generación X como yo, tenemos una relación muy directa. Me siento muy conectado con ellos, siento que ellos han retomado ejercicios de búsqueda contracultural, que se arrancaron en los ochentas, que después quedaron un poco como dormidos, que hasta se veían mal en los 90, a finales de los 90 y 2003, hasta ahora, hace algunos años, que los millenials justo han retomado esa búsqueda y han recuperado el diálogo. 

Pensemos que por ejemplo en Estados Unidos a través de Actop y por supuesto la enorme necesidad de que se liberasen las drogas que podían salvar la vida de toda la comunidad que estaba cayendo a pedazos como en la peste negra. Pero también fue una oportunidad de mostrarse públicamente quizá por primera vez en la historia de una manera tan abierta, tan generalizada, para decir: somos miembros de la comunidad LGBTQ. Somos creativos. Somos distintos, pero nos merecemos el respeto al igual que cualquiera, porque en el fondo todos somos lo mismo.

¿El pop mata?

El pop no mata. El pop puede ser muy divertido, es como el cine. ¿Los superhéroes matan?, no, un día se te antoja ir a la feria y subirte a un juego mecánico. Está chido. El tema es cuando se vuelve lo único. ¿El reggaetón mata? Pues no. Yo que vivo en este país, que se ha convertido en el país reguetonero y de banda y que la música que a mí me gusta es la que está volviendo a ser lo clandestino porque le interesa a muy poca gente  de verdad.

Te mata, no sé si mata, lo que a mí me parece un poco triste es que la gente se vaya siempre por lo fácil y que no le interesa buscar otras opciones. ¿El cine comercial mata?. No sé. Es mucho más difícil meter gente al cine cuando tienes una película como la mía. La gente se va por lo fácil, se va por lo que ya conoce, y sin embargo, hay mucha gente que se queja de: “siempre nos dan comedias románticas”. En México ,comparado con la televisión que se está haciendo en Estados Unidos, que es brillante, que es compleja, que es profunda y que tiene público. Aquí están volviendo a hacer telenovelas. Nos salvamos de ‘Televisa’ para que ahora ‘Netflix’ se esté convirtiendo en el mayor productor de telenovelas del mundo, mejor filmadas que antes, pero siguen siendo melodramas fáciles, y en ese sentido me parecería mucho más relevante investigar qué onda con el público, porque sigue siendo el público quien decide ir masivamente a ver películas comerciales que no tienen propuesta y no se acercan tan fácilmente a otras propuestas. Entonces ahí sí habría que pensarlo bien.

Conversame del mensaje contra la censura, la discriminación, la agresión y la represión a la libertad de expresión en Esto no es Berlín.

México en los ochentas era un país que todavía traía el sabor de los 60 y de los 70, los jóvenes eran mal vistos, sobre todo los jóvenes que se sentían como contraculturales, es decir te arrestaban si ibas tatuado, con el pelo largo o el pelo cortado raro. Los judiciales te subían, te golpeaban. Veníamos con ese sabor de los jóvenes que se juntan y representaban un peligro para las instituciones gubernamentales. Tampoco había espacios para nosotros o no teníamos dónde exponer, dónde dialogar, donde sólo a uno le tocaba aceptar el fútbol. Hubo que luchar contra eso desde la marginación, desde la clandestinidad.