Para disfrutar de la música de Swans, lo primero que se tiene que venir a la mente es que no se escuchara el álbum de una banda convencional ni genérica, una vez asimilado este punto, cada uno de los trabajos requerirá de la complicidad del escucha, porque los álbumes de la banda exigen atención, retan y explotan cada una de las sensaciones del oyente, son álbumes de atmósferas y ruidos contemplativos.
La historia de Swans comprende dos partes, la primera tuvo sus inicios en New York, Estados Unidos en 1982, donde un joven Michael Gira gestó uno de los proyectos más interesantes de los últimos 35 años, cuya experimentación ayudo a forjar un estilo propio lo que contribuyó al desarrollo y posicionamiento del post rock y el noise rock.
Además del talento de Michael Gira, por la banda también han pasado infinidad de integrantes, siendo los más destacados: Thurston Moore (Sonic Youth), Ted Parsons (Killing Joke), Toby Dammit (Nick Cave and the Bad Seeds), además de Norman Westberg, quien junto a Gira había sido uno de los miembros más longevos. Tras 10 obras destacadas y quince años de trayectoria, en 1997 se da el primer periodo de inactividad de la banda, la cual se disolvió por más de trece años, retomando actividades de nueva cuenta en 2010 para entregar dos de los trabajos fundamentales de esta década.
Si My Father Will Guide Me Up a Rope to the Sky, (2010) significo un regreso bastante decoroso para Swans, con The Seer, (2012), Michael Gira volvía a cambiar las reglas del juego, obra apocalíptica y violenta la cual se alejaba bastante de los convencionalismos sonoros, obra que sentaba las bases de la que para muchos seria la obra definitiva de la banda:
Para muchos To Be Kind, (2014) es un disco conceptual, para otros es un trabajo poco digerible y demasiado experimental el cual no se puede clasificar en ciertos géneros ni encontrarle guiños a lo que suenan otras bandas. También están los que por otro lado no anteponen ningún tipo de prejuicio y solo se dejan llevar por el viaje desértico que significa la obra. Cualquiera que sea el caso, será válido y es que hay pocos discos tan inclasificables como el que Michael Gira y Swans entregaron en esta obra dividida en 2 partes.
To Be Kind es demencial, es una mirada pasiva llena de ansiedad, a ratos saturados de ruido ensordecedor y en otros momentos silenciosamente tenso. Un viaje de dos horas y diez canciones (tres de ellas con media hora de duración cada una) que corren como una road movie paisajista que captura las emociones más abstractas dentro de uno mismo donde visiones oníricas se funden con lo natural
La incomodidad del disco es sabiduría. Desde que suena la minimal y adictiva ‘Screen Shot’ de perforaciones eléctricas, con un ritmo que seduce y atrapa. Los doce minutos de la abstracta y psicodélica ‘Just a Little Boy (For Chester Burnett)’ son una delicia y su blues lento guía el camino a través de paisajes surrealistas llenos de ansiedad.
La apocalíptica ‘A Little God In My Hands’, es una explosión eléctrica a mitad de la devastación total. Gira dirige la ceremonia cual sacerdote y sus seguidores en trance se retuercen en una danza cadenciosa en medio de una fogata donde el placer y el dolor se funden. La locura absoluta viene con los 34 minutos de ‘Bring the Sun/Toussaint L’Ouverture’ donde las guitarras taladrantes perforan los sentidos, y donde Gira y compañía hacen una deconstrucción total del rock. La inquietante ‘Something Things We Do’ de estética neo-folk, es la encargada de cerrar la primera parte del disco.
‘She Loves Us’ es otra lunática experiencia sensorial. ‘Oxygen’ es un espectacular y electrificante ejercicio de rock frenético, donde Swans taladra la cabeza del escucha de manera inclemente. ‘Nathalie Neal’ y ‘To Be Kind’ bajan el volumen y la intensidad de su antecesora de manera espiritual, y son las encargadas de cerrar esta obra maestra inclasificable hasta nuestros días, Michael Gira entrego una de las piezas definitivas de esta década, digna de varios análisis profundos, la obra maestra de Swans.