Los Álbumes de la Década: My Beautiful Dark Twisted Fantasy – Kanye West

// Por: Diego Galán

mar 24 diciembre, 2019

El 2010 para la industria musical carga con una especie de remembranza de belleza y rugosidad. Las propuestas abrieron la década con un ligero contraste de naturalidad a una década dosmilera repleta de la perspectiva hyper-tecnológica. Esta distinción, en forma de una aceptación de la tecnología pero desde el ángulo terrenal.

¿Qué mejor tiempo para el indie con su supuesta simpleza emocional y lejanía de la institución? Un sentimiento resonante en The Suburbs de Arcade Fire. Tuvimos la orgánica y soulful electrónica de Flying Lotus en Cosmogramma, Have One on Me de Joanna Newsom con su sentir hogareño, Halcyon Digest tomando broken machines para sensibilizar, Before Today de Ariel Pink’s Haunted Graffiti como añejamiento del pop sesentero.

Para este contexto, el momento de Kanye West ya era el de la figura del hip-hip tan admirable y enajenante, polarizante. Su aserción al arte desde la curaduría cada vez más evidente con sus constantes cambios de rumbo, una priorización por la estética y presentarse lejos de cualquier compromiso con la arraigada cultura del hip-hop. 

 

Modern crooner

Bajo sus brazos Kanye tenía College Dropout (2004), Late Registration (2005), como solicitudes de membresía a una cultura difícil de validar a artistas “nuevos”. Graduation (2007) siendo una completa deserción del estereotipo east coast, al introducir la colaboración pop y electrónica en manera desmedida. 808s & Heartbreaks (2008) introduciendo al MC contemporáneo como un crooner y narrador meloso.

Ahora, antes de comenzar con la historia de My Beautiful Dark Twisted Fantasy, es importante decir que su contexto y narrativa son más que abundantes. Es un álbum que vive y expande en ser mediatizado, el primero en ser completamente conceptualizado por Kanye desde su pre-release y también uno que en su cobertura en retrospectiva, le ha sido atribuido un arco narrativo un tanto obtuso.

Para muchos todo comenzó con el primer gran quiebre de ego de Kanye West. Su confrontación como “líder de industria” a Taylor Swift y su posterior castigo por parte de medios de comunicación. Aquí la crucial definición de esta relación de medios y público con Kanye para el resto de la década. Una relación co-dependiente que no admite su obsesión con esta figura, que trivializa su aporte cultural, desvalida cualquier opinión como propaganda y claro, construyó un fanbase completamente desapegado de la realidad. El teatro de Kanye West abre puertas.

Bajo recomendación de Yasiin Bey, mejor conocido como Mos Def, Kanye se auto-exilia para buscar tranquilidad frente a los medios. Primero en Japón y luego una larga estancia en Roma, Italia. Aquí Kanye descubre una nueva identidad que definirá la gráfica, tendencia y visión modista de My Beautiful Dark Twisted Fantasy.

El álbum se gesta en la famosa residencia de Honolulu, Hawaii. Kanye se encierra con un equipo de colaboradores, productores e invitados excesivo, pero también especialmente curado. La dinámica diaria consiste en desayuno, ejercicio, trabajo de caridad y 12 horas de trabajo en estudio.

Glamour y poder

El mood de Dark Twisted Fantasy se plantea como uno de glamour y poder. Trajes negros y corbatas largas, el pop desde el barroco y el hip-hop por medio de sus influencias más rugosas. Así la narrativa baladesca, de estratos de fama exagerados, bravado violento y los placeres más elegantes. En este álbum, la curaduría se vuelve una fiesta para Kanye y el hip-hop se vuelve meramente el esqueleto de su misión por llevar esta tradición a su siguiente etapa histórica. Atrás quedaron los años de boom bap e historias callejeras.

Entre colaboradores directos e indirectos aparece Mike Dean, Andrew Dawson, Kid Cudi, Nicki Minaj, Jay-Z, John Legend, RZA, Raekwon, Madlib, Q-Tip, Pete Rock, Rihanna, Rick Ross, Swizz Beatz, Pusha T y un algunos wildcards como Bon Iver y Elton John. Además claro de samples cruciales de gente como Mike Oldfield, King Crimson, Carole King, Aphex Twin y Gil Scott-Heron. Ambos listados solo resúmenes del personal involucrado. 

Buscarle sentido al personal involucrado en Dark Twisted Fantasy, no está en ver lo que engloba a la curaduría, sino más bien ¿para qué?, ¿Qué rol juegan? Todo nos remite a una visión desde lo que entendemos como pop tradicional, ese sentido big-bandesco de gran escala y arreglos aterciopelados, traslapado al hip-hop de escuela J-Dilla, para hacer un producto confrontativo, sensible, conceptualizado y refinado. 

Siempre autobiográfico, la narrativa exhibe el momento de Kanye West con una clara marca de exageración que torna todo en comicidad, si bien se toma muy en serio el álbum, este siempre es ligero. Producciones de escala indomable con detalles regados por doquier y un sentido de dirección cinemático.

A motherfucking monster

George Condo, el artista visual creador de los diferentes imágenes de carátula y booklet, habló alguna vez de la caricatura frente a la percepción de high art, como un método no sólo de evidenciar la vulnerabilidad de los críticos ante otro arte, pero también de este impacto de superficialidad que parece automáticamente crear la caricatura. Encima de esto, tomar en cuenta la retórica de Condo como provocador y bromista, su estilo exuberante y desfigurativo, el marco dorado, la censura y el lienzo rojo delicado, se muestra encarnado My Beautiful Dark Twisted Fantasy.

Detrás de la linda historia, del we made it y de la reinterpretación del hip-hop como high art, está casi de manera inconsciente el psyche perverso y grotesco. “Gorgeous”, “All of the Lights”, “Runway”, “Blame Game” todas admiten culpabilidad, mientras que “Hell of a Life”, “So Appalled”, “Monster” y “Dark Fantasy” más claras no pueden ser en su hedonismo.   

Dentro del interminable análisis de la figura de Kanye West, dentro de examinar su posible magnum opus, siempre parece destellar esa horrible autenticidad que exhibe el artista de hip-hop que buscó crear el más grande escenario para el género más mundano y detrás de toda su escenografía siempre se presenta el conflicto entre el ser y querer ser.