A cinco años del estreno de Birdman, película que obtuvo atención mediática no sólo por una trama única, sino también por ser punto de inflexión en la carrera de Alejandro González Iñárritu y recibir cuatro premios de la Academia, el baterista mexicano, autor del material musical del film y ganador de cinco premios Grammy, Antonio Sánchez, vuelve a la Ciudad de México para presentar su último material a lado de Migration, agrupación conformada por John Escreet, quien toca el piano; Matt Brewer, el bajo; David Binney, en el saxofón y Thana Alexa en la voz.
Se trata de Lines in the sand, álbum que refleja la situación migratoria que se suscitó en Estados Unidos luego de la candidatura de Donald Trump como presidente. Con una promesa musical que define la madurez de su trabajo y la más nítida representación de las ideas y pensamientos que rodean la mente de Antonio Sánchez, el compositor deja ver en este álbum instantes de depuración y reflexión emocional.
Aprovechando su próxima presentación en el Teatro Ángela Peralta, en la capital del país, conversamos con el jazzista para conocer el trabajo detrás de su último material; su experiencia como migrante a un país que rechaza con fervor todo tipo de pluralidad y los factores que intervienen en sus composiciones en Migration.
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Lines in the sand es un álbum que alude a la situación migratoria en Estados Unidos, ¿cómo converge la música y el caos social en este disco?
La manera en que yo generalmente escribo es muy subconsciente; mi manera de trabajar es escribir, escribir, escribir y generalmente el concepto, significado, de dónde viene toda la música que estoy escribiendo, se revela por sí solo después.
En esta ocasión, obviamente he estado muy atento a las noticias ya desde hace bastante tiempo, desde la candidatura de Donald Trump, —yo creo que ese día no se le va a olvidar a ningún mexicano— y posteriormente ya de su presidencia; siguiendo las noticias, leyendo, escuchando, por osmosis empieza a filtrarse la información y de alguna u otra manera cuando escribo todo esto sale.
Cuando escribí ésta música había mucha frustración, angustia y preocupación en mí; hay días que me choca admitir que tengo sueños acerca de eso, de Donald Trump, y de la pesadilla que significa que este tipo esté en la presidencia, pero cuando empecé a darme cuenta de lo que se trataba el álbum, fue cuando fui a la frontera entre Tijuana y San Diego a un festival increíble que se llama “El Fandango Fronterizo”. Un festival donde viene gente de todos lados con instrumentos de percusión e instrumentos de cuerda; ponen un tablado y básicamente es un palomazo de Son Jarocho de los dos lados de la frontera tocando y bailando el mismo tema. Entonces fue algo hermosísimo, como si la reja horrible y oxidada desapareciera por unas horas; fue muy conmovedor ver eso y es una dicotomía visual muy extraña: la playa, el mar, era un día muy hermoso, el sol y la reja horrible.
Empecé a tomar fotos de un montón de cosas, y bajé a la playa porque me interesaba mucho cómo se ve la reja ensartada en la arena y luego cómo se desaparece en el mar. Es una imagen muy rara y fuerte. Entonces decidí usar esa imagen en la portada; también me vino la frase lines in the sand —líneas en la arena— porque literalmente es una reja en la arena. Todo vino de una manera muy orgánica, muy natural y todo hizo convergencia, ahí fue que se reveló el significado de todo lo que estaba haciendo.
Tú migraste de México a los 21 años, ¿recuerdas cómo fue tu primer día en Estados Unidos?
Me acuerdo muy bien de la noche que me fui, era 8 de enero de 1993 y me llevó toda mi familia a la terminal 1 del aeropuerto —en ese entonces no existía la terminal 2— y me acuerdo que fuimos al Varón Rojo a hacer tiempo y yo traía una cantidad de maletas; mi primita de los nervios que me iba, se vomitó en el coche; yo también estaba con muchos nervios, pero obviamente con una expectativa y una emoción increíbles. La emoción superaba eso.
Cuando llegué allá, era en pleno invierno (en Boston); yo jamás había sentido un frío así, pero de la emoción y adrenalina, me la pasé caminando por todos lados, empecé a conocer gente inmediatamente; yo sabía que iba a ser una aventura que jamás iba a olvidar y mi intención era realmente quedarme y tratar de hacer vida en la música allá, con los mejores músicos del mundo, de una u otra manera se dio.
En Lines in the sand se incluye la participación del poeta Jonathan Mendoza quien da lectura a los versos de Blood Country (país sangrado): “Prometo lealtad a la estancia; prometo lealtad para ir; prometo lealtad a la permanencia y el anhelo, a pesar del conocimiento de un futuro prohibido.” En relación a ello, ¿consideras que hay un factor imprescindible de tu mexicanidad en tu arte?
Yo creo que ha salido más a raíz de todo esto que hemos hablado; creo que las injusticias que se están perpetrando contra nuestra gente, ha hecho que me salga el águila de alguna u otra manera. No es que antes no me importara, sencillamente no estaba en mi subconsciente ni en mi consciente de la manera que está ahora, entonces yo creo que sí me siento más en contacto con mi ser, con mi parte mexicana.
Respecto a tu participación en Migration, ¿qué matices creativos satisfaces en el grupo?
Migration es mi vehículo favorito para componer porque todos los integrantes, además de ser increíbles músicos, los conozco muy bien desde hace mucho tiempo, y además llevan ya un rato que están entregados al proyecto —desde el 2011— Así que me encanta ponerme el reto de componer cosas complejas; últimamente mi meta es contar historias interesantes; generalmente en el jazz es muy común que escribes un tema corto y luego todo mundo improvisa y al final tocas el tema de nuevo, lo cual está bien, pero a mí me interesa mucho más ahora desarrollar, como en una novela o película, mis personajes que serían las melodías, los motivos rítmicos y desarrollarlos a lo largo de 15, 20 o 25 minutos en lugar de cinco.
De hecho, hice un disco con Migration hace tres discos ya, The Meridian Suite (La suite de los meridianos), y es una composición de principio a fin en la que no paramos. La tocamos en vivo, duró como 1 hora y 20, sin parar. Eso era como una suite, una historia que contábamos de principio a fin. Por ello, Migration es mi vehículo predilecto.
¿Cómo visualizas la presentación del 15 de diciembre en el Teatro Ángela Peralta?
Creo que va a estar increíble. Están todos los elementos para que salga muy bien; se trata además de un material que llevamos mucho tiempo tocando. La organización con WARP ha sido fantástica, me encanta trabajar con todo el equipo, y pues yo creo que va a ser increíble, va a estar toda mi familia, amigos, público y también tocar en México siempre es muy especial. Me pongo muy nervioso, siempre me pongo muy nervioso, pero es por la adrenalina que me proporciona la energía de la gente. Muchas veces esos nervios ayudan.
Por último, Antonio, ¿qué representó participar en Birdman y lo que vino después de la película?
Birdman fue un parteaguas en mi carrera definitivamente, porque mucha gente que no me conocía, me empezó a conocer, como “ese es el de los tambores de Birdman” que ya es un punto de referencia enorme de una película de Hollywood, así que no me puedo quejar en absoluto que me hayan empezado a conocer en otros círculos que no son los del jazz, los cuales son muy pequeños. La industria de Hollywood es una de las industrias más grandes del planeta y que mi nombre haya circulado por ahí, ya es fantástico.
Posteriormente ha sido un muy buen impulso para poder hacer las otras cosas que yo he querido hacer: liderar mi grupo, hacer mis álbumes y tener un poco más de notoriedad y credibilidad ante el público, un poco más de prestigio. Eso siempre ayuda, por supuesto, para tener control creativo total y poder hacer exactamente lo que yo quiero.
Yo creo que un artista que está en mi situación, que está haciendo justo lo que quiere musical y creativamente, es lo que más puedes pedir como artista, tener esta libertad creativa y gente que le interesa lo que estás haciendo, eso es lo mejor.