Después del rotundo éxito de Silent Shout (2006), The Knife tuvo la tarea de lanzar un álbum que estuviera a su altura conceptual y comercial. El tercer álbum del dúo significó un parteaguas en su carrera, posicionándolos como una fuerza creativa capaz de competir con actos mucho más longevos. El mismo escurre elementos tenebrosos a pesar de no alejar a los hermanos Dreijer de sus raíces en el electro-pop bailable. En conjunto, los temas encajan a la perfección en el recorrido casi conceptual del álbum. Una inesperada gira por algunas ciudades europeas incrementó su reputación de aves raras, presentándose con una experiencia audiovisual sencilla pero bastante efectiva y cuyo final marcaría un descanso en la carrera de The Knife.
Karin Dreijer no desperdició el tiempo y en 2009 lanzó su primer álbum en solitario como Fever Ray. Un producto independiente pero bastante similar a lo hecho durante la etapa de Silent Shout, recurriendo nuevamente a elementos visuales siniestros, bizarros y llenos de mensajes ocultos. En vivo, la producción era mayor: una banda completa encargada de manipular diversos instrumentos durante una extensa gira de conciertos agotados que sólo acrecentaban la ansiedad por noticias sobre The Knife.
Tomorrow, in a Year se lanzó en 2010 a manera de soundtrack, tratándose de un disco casi imposible de escuchar por sus seguidores, comisionado por una ópera danesa que inmediatamente los obligó a alejarse del electro-pop que invade la mayoría de sus composiciones, y acercándolos a resultados vanguardistas, experimentales y macabros pero mucho más sofisticados en su producción.
Precedido por un críptico video, y catapultado gracias a años de secretismo de por sí usuales en los Dreijer, Shaking the Habitual (2013) llegó en marzo para sorpresa de medios y seguidores. Si los discos anteriores parecían seguir una temática específica, este material cargaba una sentencia desde el título, volviendo la experiencia inusual en algo que se saboreaba bastante pretencioso e inteligible por los escuchas comunes, confuso incluso para los desinformados.
El video para ‘Full of Fire’, el primer sencillo, es un collage de imágenes protagonizadas mayormente por mujeres y personajes queer de distintas edades, poniendo en primer plano un duro cuestionamiento a ideas convencionales de género, con algunos planos mostrando a Karin casi irreconocible, con barba, bigote, maquillaje y muchos piercings, una versión drag king de Lisbeth Salander mezclada con Jon Waters. El camuflaje y el jugueteo con personajes darían pie a lo hecho durante la gira para promocionar el disco. Las inquietudes de género, por su parte, quedan registradas gracias al sampleo irreconocible de ‘Let’s Talk About Gender’ de Planningtorock, y sería llevado hasta sus extremos con la más reciente etapa de Fever Ray.
La nueva mutación de The Knife era desconcertante y el recorrido sonoro bastante complejo, empezando por la extensión del disco mayor a hora y media, resultado de canciones cuya duración oscila entre los 4 y 19 minutos. Largos momentos bailables son interrumpidos por sombrías experimentaciones ambient , como ‘A Cherry on Top’, encerrada entre canciones que coquetean con el techno en ‘Full of Fire’, los ritmos folklóricos dentro de ‘Without You My Life Would be Boring’ y vocales robóticas rodeadas de flautas distorsionadas y sintetizadas como en ‘A Tooth for an Eye’.
Conocidos por lograr sus sonidos con sintetizadores, era casi un hecho que todo lo plasmado se había logrado de esta forma, tratándose en realidad de instrumentos creados exclusivamente para lograr las texturas lanzadas casi arbitrariamente en cada canción. Hasta que llega la segunda parte del álbum. Mientras todo lo anterior muestra resultados juguetones, a partir de ‘Raging Lung’ se sueltan los resultados más sofisticados y elevados en la carrera de The Knife, como las torceduras electrónicas de ‘Networking’ o el himno de techno desviado que es ‘Stay Out Here’.
Durante la correspondiente gira, gran parte de la audiencia se mostraba confundida, incluso indignada, por el show de los Dreijer. Si anteriormente dependían de un juego de luces y una pantalla, esta vez la teatralidad llegaba a su punto máximo. El escenario estaba ahora repleto de artefactos inoperables a simple vista, micrófonos por doquier y una invasión de bailarines, entre los que se encontraban escondidos Karin y Olof. Tanto maquillaje y glitter ayudaba a esconder la identidad del duo, y con casi la mitad del elenco haciendo playback, resultaba imposible determinar qué micrófono era el que sonaba, si es que la discreción dejaba de importar dejando la pista vocal correr por completo.
Atuendos brillantes, spandex, maquillaje fosforescente, danza contemporánea. Instrumentos emisores de sonidos inimaginables, con formas futuristas. Eso era un performance absoluto. Y sigue resonando bastante por sus peculiaridades técnicas. Por los cuestionamientos que hizo tener a la gente sobre lo que deben esperar de una banda en vivo, especialmente de un proyecto conocido por sus inclinaciones transgresoras e irreverentes.
Aunque no han sido tantos años desde su lanzamiento, Shaking the Habitual (2014) se impone como un monumento no solo por tratarse del último lanzamiento de The Knife. Es la cúspide de un proyecto que jamás decidió hacerse entender, dirigiendo siempre su propio rumbo. Quizá su actitud extravagante impuso una idea errónea sobre su talento, haciendo que los alcances creativos propios de The Knife sean ignorados.