El pasado viernes 6 de septiembre se estrenó el decimoctavo álbum de estudio de Iggy Pop, famoso por haber sido el líder de The Stooges como una de las principales figuras en la popularización del punk en los Estados Unidos. Se trata de un material rompió con un silencio creativo de poco más de tres años, desde la publicación de Post Pop Depression (2016), el cual contó con la participación de músicos como Josh Homme de Queens Of The Stone Age.
Medio siglo después del primer álbum de los Stooges (1969), Iggy Pop ha dejado claro que ya no está tan enamorado del Hard rock como antes. Álbumes como los Préliminaires (2009) y Après (2012) lo han encontrado explorando materiales menos agresivos y más reflexivos… Iggy continúa esta tendencia con Free (2019).
En sus notas, Iggy escribe: “Comencé a recular de los riffs de guitarra a favor de los Guitarscapes, de los twangs (resonancia vocal con esteroides) a favor de las trompetas, de los golpes rezagados a favor del espacio”, y ese es un resumen conciso y preciso del sonido que se aborda en este álbum. Mientras que hay guitarras eléctricas en la mayoría de estos temas, hay poco en el camino del Punk o el Garage rock; instrumentos de viento fantasmagóricos y frecuencias de teclados atmosféricos juegan un papel mucho más importante en los arreglos.
Iggy tuvo algo que ver en la escritura de tres de las canciones de ‘Free’, pero la mayoría de las canciones fueron escritas por sus principales colaboradores en este álbum, el trompetista Leron Thomas (Houston, Texas, 1979) y ‘Noveller’ (Sarah Lipstate), a quien se le atribuye el mérito de los Guitarscapes. Hay algunos momentos lúdicos, sobre todo en el astuto y escurridizo ‘James Bond’, pero en su mayor parte, ‘Free’ descubre a Iggy contemplando una cultura atrapada en una caída en picada (a la mexicana), y mientras que nadie hubiera esperado que el tipo que cantaba en Fun House (1970) le pusiera música al poema “Do Not Go Gentle into That Good Night” de Dylan Thomas, aquí su voz profunda y escarpada y su tono de furia cansada encaja con el verso clásico como si fuera un calcetín en el pene.
Pero no todo en este álbum funciona, y el despotricar de sexo y porno en ‘Dirty Sánchez’ puede ser la cosa más estúpida que Iggy haya cantado desde el mal nacido Beat ‘Em Up (2001). Consuélese con el hecho de que no lo haya escrito él.
Como un desvío del Rock & Roll, Free (2019) es un estudio fino y convincente de la mente y el estado de ánimo de Iggy Pop a la edad de 72 años, y es claramente la obra de un artista mayor, que trabaja a su favor en un marcado contraste con el abandono de su juventud, pero con no menos gravedad.