Hace 3 años en las paredes del Palacio de los Deportes, retumbó a todo pulmón las últimas palabras que escondían la promesa de un amor que prometía que nos volveríamos a encontrar, desvaneciéndose en las últimas letras de la canción ‘The Wolf’ de la agrupación británica de folk rock Mumford and Sons.
Ellos sorprendieron al mundo al debutar su sonido con ‘The Cave’, canción que conquistó con el banjo de Winston, acompañado de la desgarradora voz de Marcus. Nos hicieron desear escuchar un primer álbum de larga duración y el resultado fue algo excitante Sigh No More (2009), este fue el detonador que los llevó a encabezar festivales como Coachella, lo cual nos dio esperanza sobre una posible visita a México, pero no fue hasta el 2016 con su tercer LP, Wilder Mind (2015), que llegaron al Domo de cobre, manteniendo una promesa en el aire de que regresarían pronto.
Pasaron tres años y la banda mostró que habían evolucionado, cambiado y dejado para muchos el espirito que admirábamos en un Sigh No More, de hace más de 9 años. Mumford encabezó las listas de los mejores festivales en el 2019, esperanzados con la revelación del cartel del ACL, su nombre desfilaba en los headliners en compañía de una Kacey Musgraves; era sólo cuestión de tiempo para tener la noticia de un esperado regreso a nuestro país.
El calendario marcó al 25 de septiembre del 2019 y la lluvia decidió ser nuestro acompañante durante esas horas de espera que se convirtieron en momentos de angustia, emoción, y adrenalina. Se podía ver entre los rostros de los asistentes esa esperanza de volver a sentir al amor que rompió el nudo de las gargantas de miles en 2016 y que los hizo sentir más vivos que nunca.
Llegó el momento de que la música se apoderara una vez más del Pepsi Center, y fueron los australianos quienes llegaron a abrir las puertas para calmar esas ansias, entregando una excelente presentación y es que la carisma del vocalista David Le’aupepe de Gang Of Youths, nos ganó al interpretar piezas como “Let Me Down Easy“, “Magnolia“ y “The Heart Is A Muscle“, preparando el escenario para recibir a Marcus Mumford y compañía.
Mumford and Sons estaba listo para dejar caer los acordes de su primera pieza, una que nos llenó de esperanza y lágrimas en los ojos, pues con ella fue con la que decidieron regresar una vez más a los escenarios y romper el silencio, ‘Guiding Light’ sonó de manera perfecta, la interpretación de cada uno de los músicos fue excelente.
La voz de Marcus nos atravesaba el cuerpo una y otra vez, fue inevitable no sentir esa adrenalina y fusionarnos con la música, ese fue el momento en que dejamos de ser sólo un ser humano y comenzamos a vivir en cada acorde, cada nota, cada palabra que escupía con su cuerpo Marcus; nos dejamos llevar por la belleza del momento en que sólo existió: “Cause even when there is no star in sight, You’ll always be my only guiding light“.
Los gritos ensordecedores dejaron escasos segundos para la segunda canción a cargo de ‘Little Lion Man’, acaparado por el poder del banjo de Marshall, una obra veloz que arrasó la melancolía que algunos escondían en sus corazones; por momentos el venue se convirtió en una baile interminable.
Se trataba de soltar y fluir para llegar a momentos más calmados a cargo de ‘Beloved’, demostrando una evolución que la banda necesitaba, aquellos eran cuerpos cansados de contar una misma historia y se dedicaron a crear su nuevo camino, lo que para algunos su último disco ha sido el peor de la historia, para otros fue su introducción a la banda, y es que se aventuraron a una nueva forma de composición que se puede decir es casi impecable, con letras que siguen manteniendo todo el sentimiento que vimos nacer en el 2007.
Regresamos el tiempo y pasamos a visitar a nuestros fantasmas del pasado, se trataba de un ‘Lover of the Light’ del 2012, manteniendo la calma para llevarnos a un punto climax, coreando una y otra vez “But love the one you hold, And I’ll be your goal, to have and to hold. A lover of the light.” seguido del momento en que dejaron el folk de lado y se arriesgaron a la furia y el poder que escondían en esas guitarras electrizantes, hablo del tercer disco, uno de los mas poderosos que posee grandes joyas como ‘Tompkins Square Park’.
Llegó el tiempo de ‘Believe’, seguido de ‘Rose of Sharon’, quienes nos mostraron a una banda madura, a un Marcus que se intentaba lanzar al público, pero aún así no dejó caer su cuerpo en la multitud; fueron pocos los afortunados que rozaron su mano o jalaron su camisa, fueron pocos los que lo vieron desfilar por la pasarela, fueron pocos esos momentos comparados con su primera visita a México, en la cual se metió entre el público en el Palacio de los Deportes e incluso seguridad acudió a ayudarlo para que pudiera salir.
Es muy cierto que nada en esta vida vuelve a ser igual o se vive de la misma forma, ninguna presentación de la banda puede ser incluso similar, todos cambiamos y sólo dejamos la piel vieja en el suelo y seguimos con una nueva vestimenta cargada de nuevos sentimientos, los cuales nos entregaron a un Winston más contemplativo, el cual denotaba la alegría de interpretar nuevas piezas, manifestando éxtasis por vivir cosas nuevas y experimentar diferentes emociones, sin duda la banda se mostró feliz en cada momento al interpretar las nuevas piezas, así como los grandes momentos del pasado que sonaron al ritmo de ‘The Cave’, que quedó suspendido en un canto unificado que nos presentaba la esperanza por un viejo amor, la desesperación por la libertad, por vivir una vida anhelada y por siempre regresar a lo amado.
‘The Wolf’ marcó el final de una era, la aceptación de que somos seres infinitos en sentimientos e ideas, pero finitos en cuerpo, enseñándonos a disfrutar el momento, permitiendo que las emociones perforen nuestros órganos y que laceren nuestros huesos, para convertirnos en la poesía infinita de una noche de verano.
Un cielito lindo bastó para que la banda recargara energía y regresara para interpretar ‘Awake My Soul’, seguido de ‘Snake Eyes’, para caer en la tranquilidad de ‘Woman’ y ‘Blood’ en done Marcus invitó a subir a Gang of Youths.
Así terminó una noche más, una en la cual Mumford and Sons escribió la carta de amor más honesta del mundo, quienes nos llenaron de sueños, nos hicieron despegar los pies del suelo y llegar al cielo con su folk. Bien dicen que los sueños se hacen realidad sólo si crees en ellos, y es notorio que la banda cree en sus sueños y desean llegar más lejos de donde están.
La promesa que deja suspendida una vez más Mumford and Sons, es que esperaran por nosotros para levantar sus instrumentos, y hacer del momento algo infinito.