Los años cuarenta fueron el marco del nacimiento de una generación de artistas icónicos. Lennon nació en 1940, Dylan en 1941, Reed y Cale en 1942, Joplin y Mitchell en 1943, Patti Smith y Syd Barrett en 1946, Bowie, Elton John e Iggy Pop en el 47, Eno en el 48, y la lista sigue.
En medio de este panorama de inmensurable competencia creativa, algunas de las mentes creativas más definitivas de esta generación, terminaron por ser objeto de escasa atención mediática. El caso de Duncan Browne bien podría apegarse a tal situación.
Nacido en Inglaterra en 1947, Duncan Browne, es uno de esos personajes quienes a pesar de gozar cierto reconocimiento durante vida, no parece tener la visibilidad debida. Desde muy joven estuvo ligado a las artes. Este empuje le llevó a debutar en 1968 con el álbum Give Me Take You, el cual consistió en un conjunto de canciones con el aire psicodélico de la época, mezclado con atmósferas folk. Con una voz suave pero introspectiva, auxiliado de efectos sonoros y vocales, su voz y su guitarra protagonizan el álbum, dejando claro ser un artista sumamente sensible.
En su segundo álbum Duncan Browne (1973), el músico siguió explorando los sonidos folk, añadiendo elementos del rock como baterías y guitarras eléctricas, así como instrumentos propios de música electrónica y flamenco. Todo resultando una propuesta envolvente, vivaz y experimental; sin dejar de lado su esencia ya construida.
En 1976 formó con Peter Godwin y Sean Lyons la banda Metro. Una propuesta totalmente distinta a lo mostrado en su etapa solista: un sonido elegante, más cercano al art rock y recubierto de guitarras. Metro grabó su álbum homónimo en 1977, el cual contenía la canción “Criminal World”, una covereada por el mismísimo David Bowie en 1983 para su álbum Let’s Dance.
En 1977 Browne dejó el grupo y retomó su carrera solista con el álbum The Wild Places. Un trabajo ecléctico donde prevalecen elementos de su álbum anterior, usados más a profundidad para crear sensaciones y lugares. Unas veces lento y progresivo, otras, dramático y lleno de momentos enigmáticos, todavía hermanado con elementos art rock y el glam.
En 1978 terminó Streets of fire. Una producción rítmica y luminosa donde deja correr más que nunca el virtuosismo en los despliegues instrumentales; fusionados con una notoria madurez. Experimenta con sonidos hispanos y saxofones en algunas piezas, impregnando de un aire sensual al álbum.
Entre 1984 y 1989, incursionó en el mundo de las bandas sonoras, siendo su trabajo más notable el realizado para la serie de televisión Travelling Man. De igual forma compuso el tema principal para la serie Shadow of the noose.
Sería poco tiempo después diagnosticado de cáncer y tras años de lucha, finalmente fallece en 1993, dejando inconcluso un nuevo álbum llamado Songs of love & war. Dicho álbum fue terminado por amigos y colegas del músico en 1995, respetando la esencia que le caracterizaba, pero con un sonido más familiarizado con la década de los noventas.
Al paso de los años y al irse revalorando por la nuevas generaciones su trabajo, se convierte de manera justa, en un imprescindible legado musical de una generación llena de genios creativos.