El próximo 25 de agosto y hasta el 2 de septiembre, regresa Black Rock City al desierto de Nevada. La legendaria ciudad temporal y comuna de cultural. Históricamente enfocada en la participación y creatividad. Todo mejor conocido como Burning Man.
Año con año crece la visibilidad de este evento, todo bajo una perspectiva única y reputación de auténtico. No obstante los mitos, estereotipos y tergiversaciones han ahondando con el paso del tiempo.
En esencia, Burning Man es un lugar de encuentro, de difusión y construcción artística. La dinámica de participación busca que las piezas e instalaciones artísticas tengan un propósito, al igual que los performances, música y carros alegóricos.
En analizar la verdad de Burning Man de manera crítica, es indispensable hablar del comienzo de las cosas, aquí se encuentra su realidad. La ceremonia de una ciudad que cree en el trabajo comunitario y la libre expresión, termina con la quema de una figura de un hombre simbolizando su desapego. El acto ritualístico llamado burn es el centro alrededor de donde gira toda esta composición.
El primer burn tuvo lugar en 1986. Los fundadores Larry Harvey y Jerry James, ambos carpinteros de oficio, decidieron quemar una figura de madera representando un hombre, en medio de Baker Beach, San Francisco. Esto durante el solsticio de verano, y después de que James buscará catarsis en su vida.
Lo que se podría llamar un performance, terminó con una fiesta de cantos y convivencia espontánea alrededor de la efigie.
Para el año siguiente, el grupo que participó con la dupla de amigos amigos, veía lo que se sentía como una comunidad. Catarsis y exploración. Esta vez la efigie crecía de tamaño y su audiencia también.El año más importante para definir Burning Man, sus valores como grupo.
“Dependemos de nuestros recursos, no de subvenciones, ni del patrocinio, ni de la financiación de nadie, sino de nuestros propios esfuerzos comunitarios realizados juntos” diría Harvey años después.
En 1988 los burners ya eran una congregación específica. Con un poco de mercadotecnia a la antigua, en forma de playeras y flyers, se enfocaron en legítima esta especie de fiesta pagana moderna.
Alrededor de esta época, sería que los burners encontraría su verdadera casa. Después de ser prevenidos sobre el peligro de incendio que pretendía quemar las figuras, se movieron de manera oficial al Black Rock Desert en Nevada, para crear este pequeño ritual.
Alrededor de este tiempo, el colectivo San Francisco Cacophony Society, se les uniría con el expertise de organizadores de eventos y creativos liberales.
El primer burn en el desierto se llevaría a cabo en 1990 solo con 90 atendientes, y desde un inicio presentando la resiliencia frente al clima. Mientras la efigie seguía creciendo, el trabajo de la comunidad también. Se les fue anunciado por parte de las autoridades, que su burn no podía dejar testigos. Es decir rastro alguno de su paso. Se volverían nómadas, temporales.
En 1992 empezarían los planes de un campamento, hecho como preparativo y para asegurar su paso nomádico. Así la edificación de esta ciudad comunal, voluntaria y temporal. Al mismo tiempo, el deseo colectivo creativo daría paso a los theme camps, demostrando lo que pasa cuando los arquitectos son artistas.
La escala era el único obstáculo frente al ritual que ahora era fiesta esto en el sentido más tradicional de la palabra. Para 1995 empezó la gaceta del festival y la cobertura medíatica. No obstante, la historia de Burning Man no está sin tragedia, como la una serie de lesiones en 1997, que exigirán un cambio de locación momentáneo dado el tamaño de la audiencia.
En 1998 el evento regreso al desierto y con otro de sus características hoy famosas, con la antes llamada Burning Man Art Gallery, que eventualmente se volvería parte no solo estructural, pero famosa del evento, al traducir este arte en parte de la ciudad en el sentido más estricto.
Con la llegada de la década de los dosmiles, llegó la masividad a Burning Man. Esto en forma de proclamaciones LGBT+, boletos de reventa falsos y un número creciente en audiencia. Para 2004 la efigie era de 80 pulgadas de alto y los números alcanzaban los 36,000. Ante esto Harvey vió la necesidad de crear un especie de guía a su fiesta, los valores centrales por los que se manejaban.
Radical inclusion, gifting, decommodification, radical self-reliance, radical self expression, communal effort, civic responsibility, leaving no trace, participation and immediacy.
La historia más reciente de Burning Man, ha visto un alza en la demanda, la introducción de tecnología a profundidad y lamentables tragedias como la muerte de un atendiente en 2017, y el fallecimiento de Larry Harvey en 2018. No obstante, este año el festival adaptaría una vez más su masividad para dar una de sus mejores sesiones hasta el día de hoy.
Así hoy el festival demuestra inicios modestos y voluntarios. Un historial de adaptación y transformación y mientras las amenazas persisten, han logrado ver por la realidad de su inclusión radical, de su responsabilidad y de las cambiantes demandas.
Burning Man es un festejo catártico hasta el día de hoy, sin importar lo que lo rodee o no.