En mayo de este año, Oakland se sumó a San Francisco y Somerville, Massachusetts, como una ciudad más en los Estados Unidos que pasó una legislación buscando evitar el uso de tecnologías de reconocimiento facial, por parte de organismos gubernamentales.
Como si se tratará de algo casi trivial, Amazon había estado fungiendo como un vendedor de estas tecnologías al estado americano, principalmente para el uso de law enforcement y recolección de datos.
Más allá de las implicaciones que conlleva esta tecnología, que de manera pública apenas empezamos a conocer y su verdadero funcionamiento, esto evidenció en primer lugar una completa falta de transparencia, y en segundo un problema de abuso.
En una entrevista para WIRED, Jay Stanley del ACLU Speech, Privacy and Technology Project hablaría sobre la necesidad de entender la diferencia entre una tecnología en favor del uso de un consumidor, y otros usos más “sospechosos” de parte de empresas y gobiernos “nadie dice que no se puede usar esta tecnología, nunca. Pero es una tecnología tan poderosa que entre los usos, inevitablemente habrá algunos muy espeluznantes’ […] ‘Queremos que usted utilice la tecnología de reconocimiento facial, no en usted”.
Parte de las revelaciones presentadas para pasar estas legislaciones, evidenciaron el uso abusivo y erróneo de estas tecnologías. Esto particularmente en el mal uso de información, la vigilancia pública sin aviso, la recolección de datos injustificada, la intromisión a la privacidad a pasajeros de viajes internacionales en aeropuertos y una probada arbitrariedad frente a sujetos no caucásicos. Quizá el hecho más tangible y preocupante de todos estos ejemplos, cuando la ciudad de Baltimore utilizó estas tecnologías para identificar y arrestar sujetos dentro de una protesta.
Con estos antecedentes marcando una clara historicidad de abuso en el marco de una ya preocupante falta de transparencia, incluso hubo movimientos internos dentro de Amazon por frenar estas irresponsables ventas. Sin embargo, en dos rondas de votación por parte de accionistas de la empresa, la moción sería exterminada.
Claro no todo es gris en este panorama, con esfuerzos particulares que además de informar buscan hacer un claro monitoreo del estado de las cosas. Iniciativas como Fight for the Future hoy promueve un mapa interactivo que muestra en donde se realiza vigilancia con tecnologías de reconocimiento facial y a donde se ira despues.
Pero claro, todo esto es referente a una la relación del público y el estado, que por más que queramos entender como necesariamente transparente, siempre queda sin contemplar todos esos detalles que viven en secreto o de manera siniestra.
Que más claro que nuestra reciente experiencia con aplicaciones como FaceApp que bajo el velo inocente de un simple ejercicio lúdico y viralizable, alegadamente daba acceso irrevocable e imparable a fotografías de usuarios.
La realidad es que hoy en día todas estas tecnologías dependen de un feed interminable de datos generados, y estos mismos son generados por usuarios en el mundo digital día con día. Nuestros datos están comprometidos, a conciencia, sin conciencia y aveces hasta provocados.
En un presente donde compañías como Apple y Facebook buscan justificar features como el Face ID para entrar a tu teléfono o realizar pagos con identificación facial, como al servicio y comodidad del consumidor, no hay un balance frente al espectáculo siniestro y abusivo.
En una reporte para WIRED, David A. Clarke profesor de la escuela de leyes en la Universidad del Distrito de Columbia diría “Sólo la legislación puede responder a las amenazas en tiempo real de la tecnología en tiempo real. La legislación debe proteger las protecciones de la privacidad para el futuro con miras al creciente alcance, escala y sofisticación de estos sistemas de vigilancia”.
Alvaro Bedoya de la fundación Georgetown Law’s Center for Privacy & Technology agregó “Nosotros y otros en el campo hemos pronosticado durante mucho tiempo que habría identificaciones erróneas. Predijimos que habría abusos. Predijimos que habría vigilancia estatal, no solo una identificación forense posterior a la realidad” […] “Y todas esas cosas se están haciendo realidad. Cualquiera que diga que esta tecnología es incipiente no ha hecho su tarea”.
Así es más que claro que el futuro del reconocimiento facial, no está realmente en el potencial de la tecnología que está evidentemente al desarrollo y disposición de sus facultades positivas, sino del presente en donde existe al servicio irregularizado de sus aptitudes dañinas.