“La señorita Head, que nunca admitió su edad pero que se creía tenía unos 80 años, estaba trabajando en una nueva película en el momento de su hospitalización hace dos semanas.
En una carrera que abarcó más de 50 años, Miss Head, cuyo flequillo, bollo, gafas de carey y traje de dos piezas se convirtieron en elementos inconfundibles de la escena de Hollywood, trabajó en 1.000 películas y fue nominada a 35 Oscar.”
Así comienza el obituario para Edith Head, escrito por John Duka el 27 de Octubre de 1981, para el New York Times. Un homenaje a la diseñadora de vestuario absoluta de la industria Hollywoodense. Un legado de inventiva, ingenio y completa dedicación al trabajo. La icónica figura que hasta el día hoy, mantiene el mayor número de Oscares ganados por una mujer con un total de ocho.
Jornadas de 16 horas al día y un contratos anuales, además de prestar servicio a otros estudios, por petición de talento. El esquema de trabajo de la diseñadora, evidencia los valores de su legado. Si bien la mayoría de los que persiguen sueños en industrias creativas son profundamente apasionados, Head era trascendentemente obsesiva.
Antes de hacerse de tal reputación en medio de la época de oro de Hollywood, la experiencia y trayectoria de Edith Claire Posener, apenas tenía de que hablar. La joven californiana, había apenas empezado a trabajar en la docencia. Clases de francés y arte en instituciones como el Hollywood School of Girls, un escalón para emprender en una carrera como diseñadora de vestuarios. Esto sin experiencia alguna en diseño o vestuario. Ningún tipo de entrenamiento formal.
Como dibujante de vestuario para Paramount Pictures, empezaría formalmente la influencia de la, para entonces llamada Edith Head. Apellido tomado de su esposo de solo 13 años, que conservaría hasta su muerte. Pero la pregunta clave, la que siempre aparece en la historia de Head ¿Cómo llegó ahí? ¿Cómo alguien sin experiencia, da un salto tan radical a la industria y logra destacar?
Aunque antes de conseguir el trabajo, Head ya había trabajado en mejorar sus habilidades de dibujo, estas seguían siendo una nota de pie frente a su verdadera experiencia laboral. Años más tarde, admitiría tomar “prestados” los dibujos de una de sus estudiantes para la entrevista de trabajo.
En una entrevista, hoy disponible en el archivo de VIDEOFASHION realizada en 1978, Head explicaría “[…] Tenía que ganar algo de dinero, había un anuncio en el periódico que decía que necesitaban dibujantes. Creo que cuando eres joven no tienes el mismo sentido de honestidad, como cuando eres mayor, al menos no conmigo. Estaba trabajando en una hermosa escuela de arte, y pensé que sería divertido, sabes que tomas portafolios cuando solicitas un trabajo, así que fui a cada estudiante de la clase y obtuve la colección del mejor dibujo, pero sin ganas ofender a los estudiantes. Así que fui al estudio y el hombre dijo: “Señora Head, nunca había visto tanto talento en un portafolio”. Conseguí el trabajo. A la mañana siguiente, no podía dibujar muy bien. Pensé que iba a ser despedida, pero él era un hombre encantador, con un gran sentido del humor, y sobreviví. No lo defiendo para los jóvenes diseñadores “. Sobre si alguna vez fue descubierta, continuó “lo supo, por eso se rió, pensó que cualquiera que tuviera tantas ganas de entrar en el estudio, merecía el trabajo”.
Aunque en un inicio, su trabajo sería discreto y opacado por figuras veteranas como Howard Greer y Travis Banton, la resiliencia y capacidad de Head, serían los decisivos en primera instancia. Para 1930, en parte asistido por la renuncia de Banton, Head se colocaría como indispensable en la industria. Esto, posteriormente atribuido a una completa entrega de Head a proyectos, que Banton no tomaba justificando actores complicados o por producciones pequeñas.
En términos de visibilidad, el primer impacto cultural de la diseñadora, llegaría con el famoso vestido sarong, para la a Dorothy Lamour en su papel en The Hurricane (1937). Un estilo tan definitivo, que sería capaz de vivir fuera del cine por años en la indumentaria femenina. En este mismo sentido, estaría el vestido de visón para Ginger Rogers en Lady in the Dark (1944) y para Audrey Hepburn en Sabrina (1954).
Lo que conduciría aceleradamente a Edith Head por lo más alto de la industria, sería también su capacidad por desarrollar cercanía con el talento, una relación de retroalimentación con los mismos, y de nuevo, su estilo prolífico. En poco tiempo, se volvería la diseñadora de cabecera de actrices como Ginger Rogers, Bette Davis, Audrey Hepburn y Elizabeth Taylor por mencionar algunas.
En desarrollar esta reputación, también sería foco de atención para artistas como Alfred Hitchcock, que además de tener una estrecha relación con Grace Kelly, crearía un importante vínculo creativo con Head en 11 cintas.
Para final de los sesentas, el nombre de Head ya no le pertenecía a la industria. Era un nombre con profundo significado en círculos artísticos y la cultura popular. No obstante, sería también parte de un drástico cambio en el cine americano, la época de oro había terminado.
Para 1967, Head había dejado una larga carrera en Paramount para irse a Universal Pictures, quizá coincidiendo con el movimiento de Hitchcock. Después, Head aceptaría que la industria de Hollywood era completamente diferente, cambiaría su atención a la televisión. A partir de ahí curiosamente su reputación se agudizará, se verían involucrada en un área de creatividad mucho más acotada.
En 1970, sería comisionada con el diseño del uniforme femenino para la United States Coast Guard. Una vez más hablando, de su trascendencia, más allá de la industria cinematográfica, del diseño de “disfraces”.
Hoy el referente de Head, permanece como indispensable y pionero. Existe en su personalidad, una clara distinción en los valores de trabajo. Su historia deja evidenciado el compromiso obsesivo a una industria basada en la ejecución y relación, además de la diplomacia como herramienta indispensable. Su legado es parte del old hollywood glamour, hoy definido como un recuerdo del idealismo y romanticismo moderno de los Estados Unidos. Limpio, refinado y clásico.
Entre otros diseños indispensables de Head, está Gloria Swanson para Sunset Boulevard (1950), Tippi Hedren para Birds (1963), Jane Wyman y Charlton Heston para Lucy Gallant (1955), Grace Kelly para Rear Window (1954) y Barbara Stanwyck y Gary Cooper para Ball of Fire (1941).