¿Si hoy la realidad es tan débil, cómo explicamos la psicodelia?
Con la generación beat que daba por cerrada la década de los cincuentas, aparece como objeto artístico el uso y descriptivo, dentro la experiencia en las drogas. Si bien es una relación que existe ancestralmente dentro de la civilización humana, en la modernidad el enfoque cultural, científico y espiritual convivieron de una manera sincronizada.
En este contexto, la psicodelia aparece como elemento popular, lo que identificamos en la década de los sesenta e inherente a la popularización del LSD. Pero más allá de esto o simplemente denominar una época culturalizada por lo hippie, hay que resaltar los elementos sociales que fueron orientados al espiritismo, lo esotérico y la exploración de los psicodélicos como indagaciones en la manera en que nuestra psyche interactúa con nuestra percepción de la realidad. Una atracción fisionómica y filosófica.
LSD, hongos, mescalina, DMT y más, se suponían en algún momento previo a su popularización masiva, parte de un estilo de vida, del despertar de la conciencia sugerido por figuras como Timothy Leary, Alan Watts, Aldous Huxley y Arthur Koestler.
Tratando justamente de puntualizar una problemática generalización, dentro de la música la psicodelia se aplica hoy para cualquier cosa. La realidad es que mientras se atribuye libremente a cualquier relación con lo hippie o el rock setentero y afines, como disciplina estética y expresiva existe dentro de líneas definidas.
Musicalmente el concepto, el driver clave, está en las características atribuidas a las alucinaciones y sinestesia, conexión y desconexión de la realidad. Inmediatamente aparece el acid rock, algunas menciones obligadas dentro del folk y así la idea bandas con un propósito dedicado a las presentaciones multimedia, proyecciones y performance. Un concepto que de manera más fría, manejo Andy Warhol viendo a The Velvet Underground, no como un producto musical, sino como uno artístico.
Los elementos musicales precisos en las dinámicas en altura, linealidad en composición y repetición para transmitir una distorsión de la percepción del tiempo. Disolver las estructuras por texturas, el canto tímbrico de instrumentos orientales como la cítara o la tabla, adornos sugestivos al espiritismo.
Para finales de los sesentas, mucha de la popularidad del ácido se había secado y se transformaba más en una especie de nicho aceroso, la remembranza de algunos “que nunca maduraron”, un especie de culto decadente como encarnado por el maestro manipulador en Charles Manson. Los ideales del “verano del amor” podridos y más aún cualquiera que buscando experimentación química o en arte, inexcusable.
La sucesión espiritual de la psicodelia posterior a los setentas, no llegaría realmente hasta la aparición de de la música electrónica dance, involucrada con procesos culturales integrados con las drogas de manera íntima. Para bien o para mal, esta relación informo al objeto artístico del acid house o posteriormente del trance.
En medio de esto, ni en una moda muerta, ni una utopía intelectual, ¿dónde está la verdadera psicodelia musical? El 31 de Mayo del 2019, Roky Erickson, guitarrista y vocalista de the 13th Floor Elevators falleció. Con el se fue lo que más que nunca se siente como la desaparición de algunos de los referentes más cruciales dentro de una cultura de rock, que corre con el riesgo de volverse un canon estereotípico.
The Psychedelic Sounds of the 13th Floor Elevators, el debut de la banda, llegó en 1966. Alrededor de los mitos propiciados por un álbum tan fundamental al rock psicodélico, se piensa que es el primer uso de la palabra “psicodélico” describiendo la música del LP.
El estilo irreverente, rápido y casi lúdico de las interpretaciones de la banda de acid rock, los catalogo como garage. Algo justificable, hablando de implementaciones creativas como el electric jug, los toques sureños y la sangre liviana. El jug amplificado como invención de Tommy Hall, quién buscaba manera de usar sus vocalizaciones de otra manera, fungiendo también como escritor de letras en la banda.
Nombres detrás del release como Lelan Rogers, Bob Sullivan y John Cleveland (el artista creador de la carátula del álbum) no proporcionan mucha información sobre esta producción para la industria de hoy en día, quizá solo para los que trabajaron a sus alrededores. Justamente así, la anomalía de la influencia de 13th Floor Elevators, muestra la distancia y falta de documentación, como aniquiladores de la memoria. Algunos de los hitos culturales que parecerían obviados, están guardados en acervos mediocres.
La música compuesta por un grupo de jóvenes, lejos de considerarse músicos y cuya cualidad los llevó a experimentar de manera radical con los instrumentos y composición, es una historia que hemos escuchado infinidad de veces desde la creación de la alternativa con The Velvet Underground. El abanico de vanguardistas rock dentro de los años 70s, 80s y 90s creció exponencialmente, pero el radicalismo en los sesentas fue minimizado y habitado dentro de un contextos social completamente diferente.
13th Floor Elevators se formó un Austin, Texas, que en ese entonces, estaba lejos de ser la ciudad sexy de la industria musical. Ver fotografías de la banda presentándose en el año de su debut, parece casi inmediatamente falso, cuando la vestimenta de los jóvenes apela a un imaginario de grunge, más que al de hippies.
Si bien para ese momento ya empezaba el cambio al formato del LP como el predilecto, aún había un juego presente entre singles y añadidos, lejos aún del álbum conceptual, la banda también tenía muy presente el tono que unifica esta obra.
Estas rarezas, claves en entender la relevancia de la banda y su comprensión de lo realizado. Algo notable desde un álbum con arte así de dedicado y unos liner notes legendarios.
“Desde Aristóteles, el ser humano ha organizado su conocimiento verticalmente en grupos separados y sin relación: Ciencia, Religión, Sexo, Relajación, Trabajo, etc. El énfasis principal en su idioma, su sistema de almacenamiento de conocimiento, ha estado en la identificación de objetos y no en las relaciones entre los objetos. Ahora está obligado a utilizar sus herramientas de razonamiento por separado y para una situación concreta en cada momento. Si el ser humano hubiera sido capaz de ver más allá de este hipnótico modo de pensar, si hubiera sido capaz de desconfiar de él (como hizo Einstein) y re-sistematizar su conocimiento para que todo estuviera relacionado horizontalmente, ahora disfrutaría de la perfecta sensatez que se deriva de la capacidad para hacer frente a su vida en su totalidad.
Recientemente se ha hecho posible que el hombre altere químicamente su estado mental y, por lo tanto, su punto de vista (es decir, su propia relación básica con el mundo exterior que determina la forma en la que almacena sus datos). Ahora puede reestructurar su pensamiento y cambiar su lenguaje, de modo que sus pensamientos tengan más relación con su vida y sus problemas, así que puede enfrentarse a ellos cuerdamente. Es esta búsqueda de la cordura la que constituye la base de las canciones de este álbum”
Science and Sanity, la filosofía de Tommy Hall que años antes vería un interés en Roky Erickson, quién tenía la suficiente visión estética y musical, para traducir sus necesidades conceptualistas.
Si bien el otro referente fundamental de la psicodelia musical está en los jams exploratorios de Grateful Dead, musicalmente 13th Floor, es alebrestado, narrativo, reverberante, droney y con una mezcla que posiciona los sonidos sin consideración por “las mejores prácticas”. Una marca decisiva entre el género.
Entre el blues áspero “You’re Gonna Miss Me” y “Roller Coaster”, el sueño americano de baladas como “Splash” y “Don’t Fall Down”, la inesperada alucinación dance de “Reverberation” y el proto-noise de “Through the Rhythm”, la exhibición de “sonidos psicodélicos” es más que puntual y diversa, es un momento preciso de definición, de imaginación y osadía.
Dentro del documental You’re Gonna Miss (2005), se enfoca la vida de Roky Erickson, justamente observando este momento en la historia del rock, que ligeramente se escapa de la memoria de muchos, como una trágica historia.
Una vida que lo vio arrestado por posesión de marihuana en 1969, lo cual para ese momento implicaba la gravedad de tener que alegar locura, para evitar tiempo en prisión. Así fue diagnosticado con esquizofrenia paranoide y recibió terapia electroconvulsiva involuntariamente. Posteriormente años de altos y bajos dentro de las industrias creativas, plantea el enfoque obvio y necesario, no necesariamente elemental a la historia de the 13th Floor Elevators.
La recapitulación para la banda definitiva para la psicodelia musical, se vale por conceptualización no por relatos. Se vale por legado, no por curiosidades. Se vale por capacidad de ser artistas integrales, más no unidimensionales.
En necesidad de definir la psicodelia, ante un tiempo de aseveraciones más no justificaciones, de atribución libre y desfiguraciones, 13th Floor Elevators es una ejemplo claro de la construcción de un canon pleno.