La publicación del segundo álbum de estudio de Sigur Rós, Ágætis byrjun (1999) llevó a la banda a transformarse de una agrupación con un éxito moderado dentro de un país tan pequeño como lo es Islandia a un fenómeno global que fascinó con la emotividad de su música y de pasó ayudó a popularizar los hermosos panoramas escandinavos.
Tras este par de décadas, el álbum no ha perdido ni un poco de la magia que hizo que al momento de su publicación fuera recibido por críticas con calificaciones perfectas dentro de los primeros blogs musicales de la Internet, alzándose como uno de los primeros materiales musicales en encontrar la popularidad gracias a la viralización de los foros y sistemas de reproducción en línea.
Todo esto rompiendo con barreras culturales que van desde lo obvio, hasta lo profundo; pasando por la poca difusión de las leyendas islandesas sobre las cuales trata el álbum en su discurso, hasta la misma lengua en la cual fue escrito. Es un material que se siente como una oda de otro mundo, cuyo vocalista canta en palabras inteligibles para casi todo aquel que lo escucha y cuyos sonidos remiten a aquel bebé espacial que se muestra en su portada.
El material llegó sólo un par de años después de Von (1997), un álbum de pop ambiental que encontró un pequeño éxito dentro de la zona nórdica del mundo, pero cuyo sonido influido de la neo-psicodelia de Mercury Rev y The Flaming Lips no terminó por conectar con los demás, es por ello que la banda decidió continuar sin una línea fija que seguir.
En su composición, el entonces cuarteto se separó tanto de lo que conocía de la música en ese entonces, que terminó por inventar un lenguaje que imita los balbuceos de un bebé, el vonlenska, para la escritura de varias de sus piezas más importantes. Es un álbum creado a partir de la libertad que sólo llega al ignorar todo lo que se produce alrededor, misma que solo puede llegar al vivir en un país con menos de cuatrocientos mil de habitantes.
De acuerdo a lo declarado por el bajista Georg Hólm en una entrevista que tuvimos previo a su última visita a la Ciudad de México, la banda no sabía “nada de estructuras, ni leer música, sólo hacemos lo que nos parece mejor a oído”. La naturaleza juguetona e inocente de esta cita da significado al por qué las piezas se sienten como entes que viven en sí mismos, con longitudes que promedian poco más de siete minutos con segmentos instrumentales que se desarrollan con una calma terapéutica.
Es este sentir el que hizo que el álbum fuera recibido con tanto interés en la entrada al nuevo milenio. Época que se sintió por las promesas de los cambios que llegarían con la tecnología, una promesa de empezar a vivir en un nuevo mundo parecido a la calma natural islandesa que la banda utilizó como su principal bandera y tan avanzado como los sonidos que componen al material. Eso sin mencionar la forma en la cual la banda se dio a conocer en todo el mundo a través de la novedosa red informática mundial.
Pese a que se trata de una banda que utiliza motivos instrumentales minimalistas con reminiscencias a compositores del siglo XX como Arvo Pärt y Steve Reich, junto con el dramatismo de la ópera, muchos tuvieron problemas para categorizarlos en un género. Su clasificación más popular es el post-rock, aunque la banda rompe por completo con la regla más importante de aquella etiqueta y es que Sigur Rós sí tiene letras y relata historias en sus canciones.
De acuerdo a lo escrito por cientos de críticos y medios musicales, el título del álbum se traduce del islandés a la frase “un buen inicio“, el cual ha sido tomado por miles como un statement de la banda sobre su propio origen. Sin embargo, este álbum no es el debut de la banda y lo más probable es que se refiera al nacimiento de un niño con el título de este material que sigue la historia del primer desamor de un infante, desde su nacimiento en ‘Svefn-G-Englar’ hasta el rompimiento de su corazón con ‘Viorar Del Lil Loftarasa’ y su re-construcción en ‘Avalon’.
Según lo declarado por Georg en la misma entrevista, si Sigur Rós fuera una persona sería “un niño curioso que juega mucho y con lo que sea” y es que la banda lleva imitando el sentir de sorpresa que solo se tiene cuando uno es un infante. El vonlenska es un intento por imitar el lenguaje de los niños más pequeños, al igual que ‘Svefn-G-Englar’ trata de imitar el sentir que tiene un bebé al momento de salir del vientre materno. Es por ello que la instrumentación se muestra cálida en todo instante y repleta de la reverberación que se escucha dentro de un cuerpo repleto de agua.
De acuerdo a lo declarado por Jónsi a Pitchfork en el 2000, poco después de haber publicado esa reseña con 9.6 de calificación en su página web, “el álbum empieza con el nacimiento de un niño… refleja el nacimiento de una relación, es como volver a nacer”.
‘Starálfur’ es una pieza mucho menos producida que nos muestra en su primer plano a una grabación de la voz de Jónsi siendo acompañado por su típica guitarra eléctrica tocada con un arco de violín, cuerdas en el fondo y sintetizadores. Sin embargo, en su desarrollo encuentra una lluvia minuciosa de elementos entre los cuales se encuentran grabaciones procedentes de la Nasa, electrónicos de tintes chill-wave y trompetas. Es una canción alegre de campo que nos muestra con estos detalles un poco del mundo espacial al cual acaba de llegar el bebé recién nacido.
Por otro lado ‘Flugufrelsarinn’ da muestra del lado neo-psicodélico de la banda con un Jónsi que deja a un lado su típico canto falsete para cantar en una ambivalencia grave que agrega a las texturas obscuras de su instrumentación. La misma encuentra su opuesto inmediatamente en ‘Ny Battetí’, pieza que se maneja con una dulce línea de bajo de Georg que nos muestra a Jónsi sacando todas las frustraciones de las canciones pasadas entre gritos, en compañía de una sección de instrumentos de aire y mucho reverb de guitarra. Es una canción extraña que encuentra en su densidad a un sentido increíble de las atmósferas.
‘Viorar Vel Til Loftarasa’ se presenta como una de las piezas más tranquilas y frágiles del material. El mismo simboliza el final del enamoramiento del cual habló Jónsi en su entrevista. Entrando con ruidos distorsionados, una dulce melodía a piano empieza a tomar fuerza dentro del caos para servir como la base instrumental de la pieza hasta quedar en un primer plano en donde es acompañada por una línea de bajo que baila entre sus cuatro notas cíclicas y que termina por encontrar su explosión en unos románticos violines.
El final de la canción se presenta como una cinta a punto de ser destruida mientras es reproducida, un rayón a un disco y distorsión. El video nos muestra a un par de niños que cayeron enamorados en un partido de fútbol, terminando por ser regañados y separados por sus padres tras besarse en el campo de juego. De acuerdo al equipo de cineastas Arni & Kinski, es una historia que vivió Jónsi, quien decidió explicar toda su frustración en el final de la pieza.
Tras la decepción la vida sigue con ‘Olsen Olsen’, una pieza de ocho minutos de largo en el cual se usa por primera vez al idioma inventado del vonlenska en su plenitud. Se trata de acuerdo a la banda en su “oda a la alegría”, una melodía cálida que ha encontrado un lugar dentro de la cultura pop gracias a ese gancho que se presenta en su segunda parte en forma de silbidos.
Esta pieza emocional, de un sin sentido fingido muestra la habilidad de la banda de decir tanto sin tener que explicar nada. Es una canción en la cual el vocalista balbucea frases ininteligibles, pero que despierta una empatía sin igual en su cántico, misma que es seguida por la cabaret ‘Ágætis byrjun’, repleta de instrumentos de cuerda, barridos en las guitarras y resortes. Algo interesante es que si se reproduce el ‘Intro’ al revés, se puede apreciar claramente al principal motivo musical de la pieza.
Para finalizar, ‘Avalon’ funciona con un relajante y hermoso outro que carga con todas las peculiaridades que distinguen al proyecto. Es una canción difícil de describir que suena a algo creado en otro mundo y que presenta elementos futuristas dentro de un álbum con una imagen que carga con mucho respeto por la naturaleza y la espiritualidad.