Berghain, MMA Club, Sub Club, Fabric, Egg London, Bassiani. Las capitales del techno en el mundo vibran incluyentes y creativas, a pesar de la opresión y la frivolidad.
Fuzoku en Japón, Lockout Laws en Australia, Leyes Anti-Rave en Gran Bretaña, Cabaret Law en los Estados Unidos. Ejemplos sobran de leyes en el mundo, que en una supuesta misión de regular, crear medidas preventivas o espacios seguros, terminan por generar una serie de efectos colaterales negativos a la cultura y vida nocturna.
Los censura, la trivialización y los disturbios socio-político implicados en la música electrónica, no están sin precedentes dentro del marco de las expresiones artísticas, pero si se ven amplificados por su formato de la misma.
Hoy es un hecho que la música electrónica domina la música popular, al menos hablando de su producción. Esto como parte de un proceso que lleva desarrollándose desde los ochentas, (incluso antes como concepto) y se ha ido apropiando de todos los estilos de música. Quién vea esta como un fenómeno aislado, es inconsciente al estándar y método de producción musical actual. Pop, hip-hop, rock y más, viven bajo los medios y herramientas propiciados por la música electrónica.
En este sentido, decir “música electrónica” en la actualidad es algo muy general. Quizá de esta manera, este significado deba estar orientado a pensar en la evolución de una expresión cultural propia al estilo música y más aún hacer la distinción con el dance music.
House, Trance, Techno, Breakbeat, Jungle, Hardcore, Downtempo. Todos las ramas del dance, ya encontraron madurez y más bien buscan espacios para continuar desarrollándose.
Como todos los géneros, el periodo de infancia es lúdico y de creatividad ilimitada, pero tosco y simplón. La adolescencia es frenética y vanguardista, pero necia y volátil. La adultez es seria y de metas definidas, pero algo arrinconada y exhausta.
Con una audiencia joven y otra que ha vivido este desarrollo con ella, la progresión dentro de la electrónica, hoy enfrenta los obstáculos de su propio formato. Sus elementos particulares hablan de estos componentes fundamentales que habitan en la nightlife, en las tecnologías y los escuchas.
Clubs, mixes, DJ’s, MC’s, singles, sets, booths, B2B. Doves, playboys, poppers, alice. Shuffle, T-step, Running Man. House parties, front, rear, beam. BPM, sample, TB-303, TR-808, TR-909, DAW’s.
La vida dentro del dance music electrónico, es particular y detallado. Su cultura tumultuosa y efímera. En medio de todo, la música existe y pretende crecer. Hay un objeto de entretenimiento indispensable, pero el artístico nunca ha cesado.
La música electrónica, ya no se ve frenada por argumentos triviales o despectivos como los viejos “no son instrumentos reales” o “esa música no tiene corazón”. El impedimento contemporáneo, viene de la persistencia y la validez de un espacio creativo. Si hoy unos artistas hacen mixes y otros álbumes, si unos hacen sets y otros conciertos, la verdadera e indispensable responsabilidad yace en los venues, en los clubs.
Berghain es el infinitamente mencionado, la mecca de la electrónica, propiamente dentro de una de las capitales del techno en Berlín, Alemania. ¿Pero por qué Berghain es tan atractivo? ¿Por qué Berghain se postula tan exclusivo?
Siendo tan selectivo es como el club se protege. Esto después de ser testigo a cómo se diluyo la llamada “escena”, en géneros más pomposos y pop. Con exposición y en la era líquida, es difícil saber en dónde están los apasionados y en donde las tendencias.
En el antiguo Bloque del Este, vive la identidad de la lucha por la restauración e independencia. Una cultura basada en la superación del pasado y el restablecer del presente, en búsqueda de un futuro. Aquí, ciudades como Tbilisi, Georgia encarnan esto con uno de los clubes más importantes del mundo.
Bajo el Dinamo Arena, construido en 1931 por los soviéticos, se inauguró Bassiani un oasis a los ideales progresistas dentro de una sociedad conservadora. No solo un espacioso seguro para la música electrónica, pero uno para todos los segmentos sociales marginados como mejor ejemplificados por la comunidad LGBT.
El 12 de Mayo del 2018, Bassiani fue víctima de una redada armada por parte la policía georgiana. Aunque el gobierno trató de justificar el acto, quedó expuesto sin una sola prueba de sus sospechas.
Como comunidad, Bassiani respondió con una demostración pública que culminó frente al parlamento georgiano. El canto de protesta “We dance together, we fight together” mostró su firmeza.
Tato Getia, co-fundador de Bassiani, habló de la necesidad por manifestarse más allá de la fiesta y música. El fundamento real, defender la institución de la inclusión y libertad habilitada por la cultura libre.
Hoy Bassiani, sobrevive y emprende una gira mundial como punta de lanza de la cultura musical electrónica y de la libre celebración.
Después todo, de que los georgianos se haya visto involuntariamente puestos al frente de esta lucha, que su propia voluntad se haya puesto en tela de juicio, la historia de la represión cultural no termina.
En este mismo caso abundan las reacciones por parte de la oposición política georgiana. Esto visto en grupos fascistas que se han visto al alza en Europa y Estados Unidos en años recientes. ¿Cuál es la relación de Bassiani con esto? Ninguna, solo que son un excelente chivo expiatorio para estos grupos, un símbolo de lo que perciben como la moral y valores corrompidos de occidente.
La realidad social de Georgia es justamente la que vivió Berlín en los años ochentas. Una nación dividida entre Europa del este y oeste. Una rivalidad ideológica, entre lo percibido como liberalismo y conservador. Así surgen estos grupos, intimidados bajo lo que perciben es una amenaza a sus tradiciones históricas.
En actividades urbanizadas como la música, el cine o la pintura, simplemente se retrata una juventud creativa, que se libera después de que apenas diez años atrás, acabara un conflicto armado con los rusos.
Hoy Georgia se halla en estado de reconstrucción de una nueva identidad. Khidi Club, Mtkvarze Club, Café Gallery y el resto de la excitante escena de música electrónica en Georgia, de la que tanto se habla, no es más que una manera, dentro de muchas, de retomar los espacios culturales para asegurar su libre expresión. Esta se llama música electrónica.
Es justo pensar en la situación de un Chicago debilitado por la violencia, un Detroit abandonado por la industria, un Berlín demacrado por la guerra y división, todas las capitales de la electrónica, nacieron de la presión, de la amenaza a perder la libertad.
Así quizá sea justo que en momento cuando la electrónica busca crear escenas a niveles internacional, busca crear clubes y oportunidades para sus artistas, cuando muchos se encuentran desesperados en esa incertidumbre de si en realidad tienen talento o no, si tienen una audiencia o no, Bassiani no es más que un destello más de la verdadera revolución creativa y la identidad de la cual nacen las propuestas. No de unas ganas por hacer lo que está allá o acá, sino una desesperación por sobrevivir juntos.
Bassiani llegará a la Ciudad de México el próximo 21 de junio para presentar a cuatro de los productores más destacados del mundo de la música electrónica, de la mano de CommonSense Records.
El corazón de la revolución socio-política, llevará el espíritu libre a distintas ciudades del mundo como parte de su celebración de quinto aniversario.
Los boletos están a la venta a través del Sistema de Boletia o Resident Advisor.