Una retrospectiva de Billion Dollar Babies de Alice Cooper, el teatro violentamente accesible

// Por: Staff

mié 1 mayo, 2019

La llegada del festival Domination, el próximo 3 y 4 de mayo, aspira traer consigo un cartel balanceado entre antiguas leyendas y nuevas figuras del mundo del metal, hardcore y punk.

Entre las leyendas, Alice Cooper, una de las figuras más determinantes para la historia del hard rock y afines, gracias a su influencia tanto musical como dentro del rubro del espectáculo. El pionero del shockrock, uno de los headliners de Domination, está en medio de lo que se siente como el cierre a una importantísima trayectoria.

Por esto nos enfocamos en Billion Dollar Babies (1973) y el momento preciso de su lanzamiento para contextualizar lo que hace especial a este artista. El sexto álbum de su carrera y ampliamente considerado como uno de los más significativos para el fenómeno cultural que es Alice Cooper.

El shock-rock existe más como descriptivo que como de un género. Fue la llegada inevitable y definitiva de una imagen coherente a los nuevos y agresivos del rock. Cooper comenzaría de manera formal la presencia protagonista del horror y el teatro en el espectáculo.

Visibilidad

La extensión natural para el género se tradujo en la presentación de la indumentaria, los shows y las letras, que de manera más obviada trataban temas controversiales como la perversión y la violencia por medio de narraciones explícitas.

No obstante sería un error pensar que Cooper es un fenómeno aislado. Él mismo ha reclamado ser meramente inspirado por lo creado por músicos como Screamin’ Jay Hawkins y Arthur Brown. Personajes indispensables para la construcción del teatro en el rock. Lo que es un hecho es que, si hoy Alice Cooper es la cara de este movimiento, el valor está en su visibilidad.

Los infames shows de la banda de Alice Cooper eran protagonizados por la ferocidad y el teatro, además de la escala. Con la contratación de personal tan extraño como el mago James Randi, la producción de estos conciertos incluirán una serie de de efectos especiales y props a coordinar durante un set musical. Sangre, muñecas rotas, maniquies, una decapitación en guillotina, taladros dentales, látigos, una mesa quirúrgica, espejos y hachas. Una dedicación al show enajenante nunca antes vista.

De esta manera, es fácil menospreciar el rol musical en la carrera de Alice Cooper. Además de ser un gran performer, el artista también era un vocalista dramático e imperfecto, necesario para este acomodo conceptual.

Cabaret

Por su parte, aunque los lineups de la banda serían inestables, el sonido de Glenn Buxton, Michael Bruce, y Neal Smith sería definitivo. Esta fundamental agrupación logró definir un estilo de guitarra cada vez más orientado al riff, a la simpleza composicional y al uso de las dinámicas. Mientras que el sonido de Cooper se volvía agresivo, no dejaba de corresponder a la estructura pop del momento, dándole así accesibilidad a las historias depravadas por medio de pegadizos hooks y cierta empatía al escucha.

Así el sonido de Billion Dollar Babies se sitúa entre la producción estelar de los setentas y la deformación de la misma como vehículo expresivo. Los sonidos distantes de la voz y la mezcla cavernosa son decisiones creativas.

El álbum producido por Bob Ezrin tuvo lugar en una mansión de Greenwich, Connecticut. Mientras Cooper alcanzaba un mejor detalle dentro del espectáculo y lírica, conociendo de fondo lo que la hacía efectiva, así la producción debía ser más creativa.

Las sesiones de grabación aprovechaban el sonido vocal repleto de ecos y ambientes dado por los diferentes cuartos del espacio. La mezcla se volvía extrañamente glamourosa y discreta. Como llena de detalles pero sin espacio en donde colocarlos. Efectos de sonido, casi incidentales, denotando lo que pasa en cada letra. La banda pensaba en “Alice Cooper meets Cabaret”. Todas las canciones serían traducidas a un guión escénico, dándole vida después de la grabación a estas narrativas.

Quizá lo único que sale de este concepto es ese extraño nombre de álbum. Una decisión más que consciente. El título proviene del hecho de que Alice Cooper y la banda estaban sorprendidos del éxito repentino.

El objetivo final

“¿Cómo podríamos, esta banda que hace dos años vivía en el sótano de Chambers Brothers en Watts, ser la banda número uno del mundo, con personas que nos tiran dinero?” diría Cooper.

Billion Dollar Babies había alcanzado el número uno en las listas de reproducción de los Estados Unidos y del Reino Unido. Los sencillos del álbum ‘Hello Hooray’, ‘Billion Dollar Babies’ ‘Elected’ y ‘No More Mr. Nice Guy’ se convirtieron en éxitos en el Billboard Hot 100. En 1986, trece años después de su lanzamiento, el álbum se certificaría como álbum platino.

La leyenda de Alice Cooper y su circo ambulante, alcanzaba el éxito de masas. El morbo se acentuaba como artículo de consumo. No obstante, lo importante, ha diferencia de los devenires del llamado shock-rock, al menos en las letras de Cooper se percibe un cinismo, un componente humorístico y hasta crítico de las perversiones descritas. De nuevo es claro que el objeto final es el teatro no únicamente la violencia.

El momento histórico que rodea a la música de este álbum, en una situación incómoda. No es ni fríamente oscuro como Black Sabbath, ni acelerado como AC/DC, ni glam como David Bowie. Es una conjugación visible de diferentes valores del rock de la época en un paquete ideal para su progreso. Alice Cooper trasciende el shock y construye un universo conceptual para el rock.

https://www.youtube.com/watch?v=jXZcJojTucg