Lugar de Origen: Venezuela/Francia
Año de Fundación: 2015
Miembros: Sophie Fustec
“Estoy en la selva de Venezuela, encerrada adentro de una gran pirámide. Al tratar de encontrar la salida, me encuentro con un petroglifo anciano y fluorescente, es lo único que puedo ver por la obscuridad que nos consume alrededor, la única fuente de luz. Me le quedo viendo por horas hasta que observo que empieza a moverse, me habla, me dice que siga mi camino y le respondo -¿a dónde?-. Él me sonríe y tengo que salir de ahí, pero es un laberinto enorme en donde me encuentro con una figura PlayMobil de Paul McCartney al cual guardo en el bolsillo previo a avanzar.
Mientras más camino, me encuentro con piedras más grandes. Al principio son pequeñas y las guardo junto a mi juguete, pero con el tiempo empiezan a transformarse en figuras más grandes, fuertes y poderosas. Llega un punto en el cual tengo que escalarlas. Es pesado, requiere de mucho esfuerzo, pero siento el Sol sobre ellas y me llena de energía. Me doy cuenta de que estoy descalza, así puedo sentir mejor la vibra, la energía. Salgo a lo más alto de la pirámide, estoy en la punta y veo a mí alrededor.
Salto a otra dimensión en donde sólo hay grama y bloques de cemento, a los cuales tengo que pintar porque se ven muy feos. En ello, Paul McCartney sale de mi bolsillo y empieza a pintarlos de verde, amarillo, rojo y azul. Una vez pintados, los dejó ahí, salto y brinco durante horas alrededor de ellos. Es una etapa de transición, se hace evidente cuando una luz se prende arriba de mi cabeza, es El Santo y me chupa a su interior, es un mundo muy plástico, como si fueran figuritas del mercado.
Él está impresionado -me encantó cómo pintaste los ladrillos, quiero que seas parte de mí, pero primero tienes que pelear con Blue Demon-. Le respondo que -estoy lista, pero primero necesito la máscara de La Chica-. Cuando me transformo doy un poco de miedo, le doy una paliza a mi rival y le gano al final, pero me aburro al estar ahí dentro, es muy plástico, así que vuelo y destruyo al Santo“.
Esta es una historia que escribimos con ayuda de Sophie Fustec, una intérprete franco-venezolana que ha sorprendido a miles de escuchas con el trabajo musical que ha lanzado bajo el nombre de La Chica. Una mezcla fresca que hace uso de una paleta sonora vanguardista entre elementos electrónicos chillout, ritmos trap y hip-hop instrumental que colisionan en melodías románticas que cargan con la cultura pasional de su país de origen, Venezuela.
El pasado ocho de febrero estrenó su álbum debut bajo el nombre de Cambio (2019). Un material que arrulla a sus escuchas con historias de desamor y olvido mientras golpea con hermosas armonías a piano y sintetizadores. Su electrónica experimental corta en rompimientos constantes que llegan junto a elementos en constante up-tempos, emotivos y cerebrales. Es un collage sonoro que carga con lo mejor que se puede encontrar en esta cultura global en donde la despersonalización es la regla ante la imposibilidad de encontrarse consigo mismo, esto ante la inmediatez y la cantidad de información. Es el resultado de alguien que se encontró a su misma, tras haberse perdido dentro de sus demonios a lo largo de varios años.
“Llevaba años un poco dormida“, me contó, declarando que necesitaba darse cuenta de sus propios cambios. “No lo había pensado hasta que terminé el álbum y empecé a crear la portada, ahí me senté a analizar lo que estaba haciendo y me di cuenta de que estaba contando mi transformación, el llegar al final del camino”, relató respecto a los ocho años que tuvieron que pasar para encontrarse de nueva cuenta consigo mismo, el ciclo del cambio y el dolor llegó a su fin con el estreno de su álbum, del cual ahora esta “cosechando todo lo que trabajé“.
Ante la seguridad de la cotidianidad, pareciera ser que lo más difícil a realizar en el mundo actual es decidir por el cambio, tal como relata Sophie. “Cambiar a veces es muy difícil porque tengo esta tendencia a encerrarme en mí misma en mi casa y no ver a nadie. Así me siento protegida, me siento mejor, pero sentí esa necesidad de sentir peligro de nuevo”, relató respecto al tomar la decisión de viajar a México, un país que llegó a su vida como una bendición cuando se dio cuenta de que estaban ocurriendo muchas cosas artísticas aquí y decidió “sembrar por la resonancia”.
“Hubieron muchos cambios fuertes, perdí muchas cosas que había construido, terminé una relación de ocho años y me quedé sin casa este año. Todo fue parte del proceso, me quedé sin nada, todo se acabó y debí empezar todo de nuevo“, relata, relacionando sus cambios a la situación que hoy en día sufre el país de Venezuela, en donde todo se quebró por dentro. “Yo sólo puedo hablar de amor, de energía, de seres humanos y lo que veo es que la gente está muy triste. Yo no creo en la ayuda de los Estados Unidos, nunca ha pasado, ni existe“, afirmó.
“Todas mis referencias ya no estaban, los lugares que conocía ya no existían. Estaba rezando, llamando a ese cambio para que la situación consiguiera una solución, estamos lejos de eso, pero ojalá pase“, declaró, afirmando que puede deshacerse de muchas cosas bailando y cantando sobre los escenarios, “me dejo llevar mucho y me dejo entrar en transe“.
“Estos años fueron un ciclo en realidad y estuve desarrollando cosas que no me imaginaba. Me convertí en una mujer que no esperaba, vivi cosas y las experimenté de una forma muy fuerte, física. Después de ello, decidí regresar a la escencia de mi persona y a mis básicos. Está bien agarrar caminos y equivocarse, pero ahora ¿qué vas a hacer con eso, quién eres tú, por qué eso no funcionó, eso quiere decir que no vas a poder casarte o tener cosas materiales? Lo tomé, yo creo que quise hacer las cosas bien, agarrar el camino correcto, de forma convencional. Pero me di cuenta de que nada en mi vida había sido convencional o normal y obviamente tenía que regresar a ello, necesito más libertad y las convenciones me cuestan un poco“.
Sin embargo, no sólo las historias personales y los relatos románticos y políticos de La Chica le dan valor a su propuesta. La música en sí misma es una locura que no ha llegado a ser bien comprendida dentro de su natal francés, puesto que “no estoy haciendo un género en específico, es un híbrido y a los franceses les cuesta trabajo entender de dónde viene, para ellos es muy importante entender las cosas, pero las posibilidades se van abriendo poco a poco”.
Todo esto sirve como una señal del cierre que se sigue teniendo en el mundo respecto a las propuestas que no juegan con las convencionalidades. “Allá tengo que justificar lo que estoy haciendo, el mundo latino se está abriendo a la modernidad, pero en Europa prevalecen los clichés. allá me comparan con Manú Chao porque su única referencia de música en español es él o Shakira…. o Ricky Martin, acá todo es más libre”, indica.
Respecto a la construcción de su collage musical, Sophie se tomó el tiempo de explicarme paso a paso cómo es que suele ser su proceso compositivo. “Necesito sentir la canción o compongo con el piano y la canto como una canción pop, guitarra y voz. Si funciona así, es que al final funcionará”, declaró previo a empezar a hablar de sus electrónicos, los cuales derivan de los sonidos que rodean la cabeza de la cantautora. “Siempre oigo muchas cosas que quiero integrar” y a sus palabras, esta es “la parte más interesante porque tengo que ver cómo creo las texturas de mi cabeza con teclados, voz y maderas, para crear la parte rítmica“.
Es un sentido muy orgánico, la idea es guardar la base orgánica y transformarla, pero eso no quiere decir que no se encuentre con problemas y bloqueos dentro de su trabajo creativo. “Tengo esa necesidad de inmediatez, no puedo pasar mil años en una canción porque pierdo la esencia. Lo hago todo con lo que tenga en el momento conmigo y voy buscando el ambiente que corresponde a lo que estoy sintiendo o pensando, tratando de entrar en resonancia con las palabras”.
Al finalizar, todo ha sido creado como “una búsqueda de espacio, al cual encuentro a través de una densidad que es muy contradictoria“.