Días, marchas y revoluciones: Una opinión colectiva de mujeres mexicanas

// Por: Staff

vie 8 marzo, 2019

Anaid Andalón, Samantha Archibald, Luisa Prieto

Hoy es un día simbólico e importante por muchas razones, pero la manera en la cual se trata es la que aún queda revuelta en una serie de problemáticas opiniones. Buscando observar esta importante fecha, presentamos una serie de opiniones de mujeres mexicanas.

Un contexto – Samantha Archibald – Periodista

Todo comenzó en 1908, cuando un grupo de mujeres comenzaron a protestar en la ciudad de Nueva York, exigiendo que mejores condiciones laborales.

Sin mucho éxito, pasaron algunos años, hasta que se llevó una huelga que acabó con un incendio en la fábrica de textiles Triangle Shirtwaist, el 25 de marzo de 1911, donde 146 mujeres murieron después de que las encerraron en un intento por minimizar la protesta. De las cenizas de ese trágico evento surgió la llama de la búsqueda de justicia social para las mujeres.

En 1945, la Carta de las Naciones Unidas se instaló como el primer acuerdo internacional para consolidar el principio de igualdad entre mujeres y hombres. Con esta convicción, la ONU celebró de manera oficial el primer Día Internacional de la Mujer en 1975.

Una disyuntiva

Una disyuntiva – Anaid Andalón – Maestra y filósofa

Existe una disyuntiva acerca de celebrar o conmemorar el 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer. Diversas posturas defienden que es un día en el que se debe de celebrar la creación o existencia de la mujer, celebrar a estos seres inalcanzables y dadores de vida, elogiar con poemas o regalar flores.

En un sentido contrario existe la postura que en realidad no es un día para celebrar sino para conmemorar. Esta postura defiende que en realidad hoy se recuerda aquellas que lucharon por los derechos de las mujeres, de aquellas que lucharon para poder hablar de equidad y justicia en las esferas sociales, política y legales.

La pregunta pertinente es cuál de estas dos posturas sería la correcta. Más allá de preguntarnos de la postura correcta. Es necesario mencionar que no es necesario caer en ambos excesos, es decir ambas posturas tienen puntos a favor y en contra.

Los puntos en contra de la primera postura que es el celebrar es que solamente se está elogiando a la mujer, esto a su vez nos llevaría a decir que en este campo sólo estaríamos romantizando e idealizando, por lo tanto, no se le está dando un concepto de forma objetiva sino subjetiva. El sujeto de esta acción es el que le da el movimiento y encause a este concepto que a su vez puede ser inalcanzable.

De otro modo al estarla conmemorando también se entraría en perder de vista la naturaleza intrínseca de la mujer, es decir sólo estaríamos hablando de los hechos, pero no de esta identidad que produce estos hechos o los cambios en la sociedad.

Por lo tanto, tanto celebrar como conmemorar deben ser dos objetivos que deberían de llegar a un punto en común para darle mucho mayor representación y forma a este día.

 

Desde Argentina

Luisa Prieto – Psicóloga y cineasta 

Este año me tocó presenciar las múltiples marchas y eventos para conmemorar y celebrar este día lejos de México. Ahora en Argentina, país en el que desde hace varios años se lucha de manera incansable para legalizar el aborto y que se hizo famosa por el “pañuelo verde”.

Este emblema que las mujeres llevan a diario atado en su mochila o bolsa, le ha dado voz a un recordatorio constante de su lucha por alcanzar este derecho, uno que no terminó cuando el Congreso dio su mayoría de votos en contra. Este movimiento por la legalización del aborto se contagió por toda Latinoamérica y mantiene a una red de mujeres que comparten en todos los países sus perspectivas y avances en este tema.

Hoy, mujeres (cis y trans) y hombres salieron a las calles con el pañuelo atado al cuello o a la muñeca, recordando aquellas marchas en las que se pidió por el voto femenino, por la equidad salarial, la abolición de la discriminación laboral y la violencia de género para tomarlas como referencia en esta nueva agenda.

La energía ahí era innegable, los múltiples cánticos con consignas del aborto y otros temas resonaban con entusiasmo a lo largo de la Plaza Principal mientras que en una esquina casi olvidado, se sentaba un señor vendiendo flores con un letrero que decía “Feliz Día de la Mujer”. La multitud pasaba sin mirarlo, borrando con su paso firme la existencia del cartel y dejando en su lugar un inspiración y esperanza que se expandía por todos los que estábamos ahí.

No cabe duda que la conmemoración y la celebración de este día van en el mismo sentido, sin embargo, su significante común, se transforma constantemente para darle una nueva vida a la imagen femenina, aquella imagen de la flor que había que regalarle a creación divina, se ha transformado en la del pañuelo que visibiliza una causa, celebra los logros, rememora a las mujeres que han sido parte de la lucha por los derechos.

Una revolución persistente

En el principio, Theresa Malkiel, ya había trabajado durante un lustro para dar voz a las mujeres neoyorquinas. En 1905 se involucró en el Woman’s Progressive Society of Yonkers, el cual terminó convirtiéndose en Socialist Women’s Society of New York.

Una organización para que todas las mujeres activistas de la ciudad pudieran reunirse, compartir ideas y crear propaganda para involucrar a más mujeres a la política, a palabras de Theresa: “Las mujeres ya están hartas de las limitadas posiciones que pueden tener en la política”. Fue en 1909 cuando fue seleccionada para dirigir la organización, razón por la cual logró establecer el Día de la Mujer.

Si hay un país al cual hay que agradecer por la seriedad con la cual se toma hoy en día al Día Internacional de la Mujer, ese es Rusia. Los rusos tuvieron su primer marcha en 1913, un domingo de febrero, en el cual cientos de mujeres marcharon. En 1917 las trabajadoras textiles de Petrogrado, capital rusa de ese entonces, cubrieron toda la ciudad con su protesta.

León Trotsky terminó declarando en un escrito lo siguiente: “El 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer, no fue ignorado por sus acciones y reuniones. Pero no imaginábamos que sería el inicio de la revolución. Las acciones revolucionarias empezaron a verse todos los días a partir de aquella protesta. El hecho de que las trabajadoras textiles abandonaran su trabajo por un día, derivó en que todos lo hicieran al poco tiempo, se volvió masivo, todo se fue a las calles.” 

Se vuelve evidente en el contexto de la historia, que el compromiso por esta fecha va más allá de una celebración. Es un recuerdo claro, de lo necesario para hacer funcionar una misión social.

El Día Internacional de las Mujeres, representa hoy muchas cosas, pero fundamentalmente exige una reflexión de parte de cada quien. Más que una protesta en Nueva York, la búsqueda del sufragio o las recientes protestas frente a un presidente como Trump, cada etapa de esta lucha es parte de un decálogo de conversación y decisión social.