Reseña: Beautiful Boy, un viaje a través de la adicción

// Por: Staff

vie 8 marzo, 2019

Kika Jurado

Timothée Chalamet, la joven promesa actoral en Hollywood, protagonizó uno de los dramas más desgarradores del año acompañado por el nominado al Oscar, Steve Carell. La película dirigida por Felix van Groeningen que logró una ovación de pie en su estreno en el pasado Festival Internacional de Cine de Toronto, narra un viaje descorazonador sobre un joven adicto a la metanfetamina y los procesos emocionales que vive una familia alrededor.

La premisa, algo, convencional, de este tipo de historias corre alrededor de una adicción causada por una entorno disfuncional pero esta cinta se deslinda del común denominador para mostrar una lógica tan simple que es poco explotada en películas de esta temática. Nic viene de un círculo amoroso increíblemente afectivo, su padre David es divertido y solidario, su vida brilla con un futuro prometedor, pero su adicción a la metanfetamina termina por destruirlo. La única razón por la cuál Nic es adicto es por el placer que es causado en su cuerpo y no por algún tipo de trastorno socio-familiar o de formación.

La película está basada en los best sellers de David’s Beautiful Boy: A Father’s Journey Through His Son’s Addiction (2008) y Nic’s Tweak: Growing Up on Methamphetamines (2007) que cuenta el trayecto de una situación dolorosa. Por una parte, David, interpretado por Steve Carell, busca desesperadamente la manera más efectiva para ayudar a su hijo, quién a través de los años cae en la más absoluta miseria. La construcción del personaje es honesta, vemos el lado más humano de un padre que da todo por su hijo pero que también, un ser humano capaz de abandonarlo todo debido al cansancio emocional. Nic, por el otro lado, es un joven de 18 años que es rescatado por su padre en innumerables ocasiones mientras su adicción crece. El intérprete, Timothée Chalamet, bajó 11 kilogramos para el papel y además ofrece una actuación magistral que lo hizo acreedor a una nominación a Mejor Actor en los BAFTA y en los Golden Globes.

Desapego y suplicio

Este drama aderezado por la poesía de Charles Bukowski y la música de Neil Young y Nirvana, resalta escenarios poco predecibles. La edición a cargo de Nico Leunen corre a través de múltiples flashbacks que hacen que la narrativa se sienta confusa en diversas ocasiones, sin embargo las actuaciones de los protagonistas salvan los detalles técnicos y de escritura. Carell y Chalamet comparten escenas íntimas y brutalmente desgarradoras de desapego y de suplicio, logradas por una grandiosa dirección actoral.

La tenacidad con la que David intenta ayudar a su hijo lo lleva incluso a drogarse para poder entenderlo, pero después de los años comprende que amar a alguien no significa arreglarlo. La intención del director es mostrar una historia llena de lecciones de desapego alejada de lo convencionalismos típicos de este tipo de historias e intenta mostrar a través de la empatía y la falta de juicios de valor, la realidad de las adicciones entre los jóvenes.

La cinta es el debút en el cine americano para el director Felix Van Groeningen quién obtuvo un premio como Mejor Director por Bélgica en el Festival de Cine de Sundance en el 2016.