Este sábado 16 de febrero se anunció la cancelación definitiva del Festival Cloak & Dagger, un evento proveniente de Los Ángeles que aborda géneros musicales derivados del dark-wave sobre una propuesta que se basa en la exclusividad y la obscuridad de su público.
Vendido como un “club secreto” en los Estados Unidos, el nombre fue utilizado por el bajista de She Wants Revenge para presentar pequeños showcase en clubes de la ciudad, mismos para los cuales necesitas contar con una membresía exclusiva. El concepto se expandió entre todo tipo de artistas y llegó a un par de promotores mexicanos, quienes se decidieron a convertirlo en un concierto masivo en la capital del país, convencidos de que México es un país que adora los géneros obscuros.
El anuncio del primer cartel del festival se dio a conocer el 7 de septiembre del año pasado, ante la impresión de miles de personas de tener a Echo and The Bunnymen como headliner. Había pasado poco más de un lustro desde la presentación de este legendario proyecto de post-punk en El Plaza Condesa y la gente se mostró emocionada por la promesa de una nueva visita de la agrupación.
Echo & The Bunnymen es una propuesta de gran peso comercial. Fundados en la ciudad de Liverpool, Inglaterra, en 1978, la banda se convirtió en una de las primeras en romper con la necesidad arraigada de tener un baterista en una agrupación de rock. En su lugar, Ian McCulloch decidió empezar a utilizar una caja de ritmos programada para interpretar los patrones necesarios para la presentación de sus canciones. La maquina fue nombrada como ‘Echo’ y los miembros de la banda son ‘The Bunnymen’.
La instrumentación atípica de la banda trajo consigo un sonido inédito dentro de la industria. Fue gracias a su propuesta que la música electrónica terminó por encontrar la forma perfecta de combinarse con las guitarras frías y bajos intensos del post-punk. Además, su imaginario les dio el empuje necesario para ser tomados en serio por sus contemporáneos, con historias lucidas de terror que arrullan al escucha sobre sintetizadores psicodélicos. Es la representación sonora más intensa que se tiene de los relatos de E.T.A. Hoffmann, máximo autor del romanticismo negro y principal influencia del grupo.
Fuera de ello, la propuesta del cartel integró a la banda de post-punk-revival She Wants Revenge, al proyecto de culto estadounidense The Faint y a unos hypeados Boy Harsher. Además, la selección del venue en la Jardían Balbuena sorprendió ante el desconocimiento del lugar y su tamaño.
Las entradas se vieron costosas en comparación de otros eventos, con el boleto más sencillo a $1,093 pesos mexicanos, más de $400 pesos más costosos del boleto para ver a The Bunnymen cuatro años antes.
Ante “motivos que quedan fuera del dominio del festival y con el propósito de ofrecer la mejor experiencia a todos los asistentes“, el Festival Cloak and Dagger decidió cambiar su fecha y sede un par de semanas antes de la realización del evento. En lugar de llevarse a cabo el 8 de diciembre en Balbuena, se realizó el cambio para el 23 de febrero en el Frontón México, en la Colonia Tabacalera.
El público del género no ha tenido buenas experiencias con este tipo de cambios abruptos y sin información concreta por parte de los organizadores. Aunque no es el caso, puesto que este evento siempre se dirigió de forma formal a su público, con reembolsos totales y una atención personalizada, la experiencia de cancelación sin reembolso tiene harta a la gente que quiere asistir a eventos de nicho. Casos como estos incluyen a INVRNAL, el cual estaba centrado en géneros derivados del post-rock y el math-rock; el Festival Feedback Forever, centrado en el shoegaze, que además iba a llevarse a cabo en el mismo Frontón México; y el metalero Maleficarum.
En los comentarios de sus redes sociales, es notorio que cambio de sede hizo que un gran segmento de su público perdiera la confianza en los organizadores. La información otorgada tampoco se veía prometedora, lo cual se acrecentó cuando el mismo evento anunció un concierto en solitario de Boy Harsher en Normandie. Significó que el line-up del festival ya no sería el mismo.
Después se dio a conocer que los actos se darían a conocer poco a poco, con anuncios cada tres o cuatro días. Nunca se presentó el nombre de Echo and The Bunnymen, ni se presentó una contra-propuesta para tener un headliner de nivel. Aquí hay que recordar que sin importar la propuesta del evento, cuando se trata de música, los nombres venden, incluso se ve en festivales como NRMAL, en donde headliners del tamaño de Death Grips, Mac DeMarco y Slowdive han hecho del evento un sold-out año tras año pese al nicho al cual se dirigen.
Los promotores agregaron al cuarteto citadino de Oceanss y también a las propuestas nacionales de Valsian y Love La Femme. Además, trataron de apaciguar la desconfianza con una rebaja en los boletos, a $860 pesos mexicanos el ticket más barato. La comunicación se mantuvo con esos precios hasta finales de enero, cuando empezaron a generar promociones con el 20% de descuento y terminaron por entregar 2×1 en las últimas semanas.
“Desde su concepción, Cloack & Dagger surgió como un espacio único donde la música, el arte y la moda que inundan la ciudad de Los Ángeles, podían convivir en la experiencia inversiva y única en la escena oscura global”, inicia el comunicado compartido el pasado sábado. Una carta escrita sin ningún tipo de gráfico o colorido que confirmó la cancelación del evento. “La falta de demanda en la compra de boletos no permite que el festival continúe con su fecha programada”, se lee dentro del mismo, como un pequeño guiño a la falta de ínterés por parte de su público.
Sus seguidores en redes explotaron, pero no en contra de la organización del festival. Los insultos se dirigieron en su lugar a la gente que no compró su boleto para el evento, a quienes no confiaron en el concierto o no mostraron interés alguno ante un line-up de desconocidos para los escuchas casuales de los sub-géneros. Pese a la buena intención del concierto y su interesante propuesta discursiva, el mismo no terminó por convencer a su público.
A lo largo de estos años, se ha notado una baja venta de boletos en este tipo de propuestas, Esto puede ser debido a la poca confianza que se tiene en las nuevas propuestas de eventos y conciertos en la ciudad. Las malas experiencias son notorias y la intensa agenda cultural de la zona hace casi imposible captar la atención y demanda deseada. Su comunicación no contó con algo interesante y las agrupaciones por más seguidores acérrimos que tengan, no cuentan con el nombre para llamar la atención de cientos de personas. A fin de cuentas, el público no está y nunca ha estado obligado a comprar algo.
Terminando, hay que recordar que los promotores pequeños y medianos tampoco tienen la obligación de traer a agrupaciones de nicho. Si este tipo de situaciones se acrecientan, lo más probable es que en pocos años ningún miembro de la industria tome la decisión de tomar riesgos al tratar de crear nuevas experiencias para los consumidores de música de la ciudad.