Historia de un amor al desamor, una retrospectiva al debut de Franz Ferdinand

// Por: Oscar Adame

lun 11 febrero, 2019

Es imposible no caer enamorado de Franz Ferdinand al ver todo lo que creó el cuarteto de Glasgow, Escocia, previo al lanzamiento de su álbum debut. Contrario al centenar de agrupaciones que salieron de la industria emergente del rock-pop de Inglaterra, imitadores del impacto que el post-punk revival tuvo en Nueva York un par de años antes, los liderados por Alex Kapranos siempre cargaron con una identidad definida.

Las grabaciones de los primeros conciertos de la banda nos muestran a una banda que abrazó por completo un concepto único y lleno de humor. Vestidos elegantemente, los cuatro se pararon juntos por primera vez sobre el escenario de la universidad de arte, gritando líneas que relatan historias egocéntricas de ligue y amor, con la pasión de una gran banda de punk, pero con la sensibilidad pop de cualquier agrupación new wave. Todo interpretado sobre la proyección de una serie de animaciones creadas con recortes de obras icónicas de las vanguardias rusas. Para hacer aun más irónica su pretensión auto-consciente, el proyecto decidió tomar el nombre del hombre cuyo asesinato inició con las más grandes corrientes artísticas del siglo XX, el Archiduque austrohúngaro Francisco Fernando.

La llegada del archiduque

Franz Ferdinand no era una agrupación de rock alternativo que detallaba la vida de la ciudad. Su imaginario abrió las puertas al género a la posibilidad de crear obras sensibles y con un alto contenido conceptual. No pasaron siquiera dos meses de aquella presentación para que una transnacional del tamaño de Domino Records se fijara en ellos y los llevara a grabar su disco debut con Tore Johansson de Cardigans.

Todo se alineó a la perfección para Alex Kapranos a mediados del 2002, un chico en sus años veintes que estaba obsesionado con expresar por medio de canciones todo lo que los personajes de su cabeza le decían que tenía que decir. Bajo la máscara de un caza-nova, el cantautor empezó a escribir historias en las cuales culpabiliza por completo a aquellos amoríos que terminaron frustrados. Esta visión necesitó de la mayor muestra de intelectualidad posible; misma que llegó con el guitarrista Nick McCarty, condecorado estudiante alemán de música jazz; el bajista Bob Hardy, quien había obtenido una maestría en historia del arte; y su amigo de la infancia Paul Thomson, baterista que siempre cargó con una actitud intimidante.

En su cabeza, todos ya sabían de qué trataría su primer álbum de estudio, tenían el talento y también el conocimiento para hacer algo diferente. Las canciones ya estaban escritas, las pegajosas líneas de guitarra, el bajo tenso, y los ganchos irresistibles, acompañados por la sensual voz de Kapranos. Todo acompañado por una historia que rodea al primer sencillo que lanzó la agrupación, la bailable ‘Darts Of Pleasures’, en la cual el personaje del vocalista seduce a una amante que está a punto de dejarlo. La fuerza de su ritmo cambiante, en conjunto con sus juguetones sintetizadores y esa larga línea en alemán con la cual finaliza la canción, hizo de su estreno uno de los más comentados del año. 

Según recuerda el ex-editor de la NME, Connor McNicholas, “el primer contacto que tuvimos con Franz Ferdinand  fue genuinamente uno en el que todos se pararon a preguntar -¿qué es esto, por qué no lo había escuchado antes y por qué es tan asombroso?-“. El mismo escritor posteriormente los nombró como el proyecto más reciente en una línea de agrupaciones de art rock, iconos para los estudiantes universitarios de artes y humanidades, que incluyen a The Beatles, The Rolling Stones, The Who, Duran Duran, Roxy Music, Sex Pistols, Wire, Blur y Travis, lista que se define por tener un concepto visual tan trabajado como su música, indispensable para generar un discurso inolvidable.

El nacimiento de un álbum icónico de art-pop

Previo al lanzamiento de su debut, Franz Ferdinand ya había sido nombrado el BBC Sound of 2003. Posterior a ello, ganaron dos Brit Awards, el Music Mercury Prize a Mejor Disco del Año e incluso un Ivor Novello Award, el Novel de los compositores. Nada de esto lo hubieran logrado si no hubieran tenido un concepto preparado tan impactante y bien trabajado. 

En una entrevista con The Guardian pocos días antes del lanzamiento de Franz Ferdinand (2004), Alex Kapranos afirmó que “cualquiera puede tocar un instrumento, puede mover sus caderas, labios y dedos en la forma adecuada. Eso es irrelevante. Lo que es relevante es la personalidad, la energía, creatividad y un enloquecido sentido del humor”.  Una frase que resume a la perfección la filosofía detrás de Franz Ferdinand. 

Durante su lanzamiento, el álbum obtuvo una gran recepción gracias a sus elementos sonoros. La BBC lo nombró “una obra maestra del funk, punk y suave cool del primer al último track”. Pitchfork le colocó un 9.1 de calificación, la más alta del año, describiéndo a la banda como una mezcla de la composición satírica de Blur con la genial era Squeeze de John Cale. “Franz Ferdinand no necesita un concepto para ser geniales, pero lo que han hecho es la mayor obra de entretenimiento del año”, finaliza. 

Contrario al escritor de Pitchfork, el tiempo ha hecho evidente que Franz Ferdinand siempre necesitó de un concepto para hacer del cuarteto algo realmente genial. Normalmente a los escritores se les escapa entre las lecturas y análisis que se han hecho de este álbum que el material no sólo se desenvuelve magistralmente en su parte musical. Narrativamente también tenemos una historia que se desarrolla de forma natural, tan orgánica como el carisma del personaje de Alex Kapranos. 

Un álbum conceptual sobre el nacimiento y fallecimiento de una relación

El viaje a través de recortes vanguardistas inicia como todo buen relato de la época, con la introducción al interés romántico de nuestro protagonista. “Jacqueline tenía 17 años, trabajaba en un escritorio cuando llegué”, relata Kapranos respecto a la chica que lo volvió loco a lo largo de 11 cortes. La nostalgia de su introducción, la cual cuenta sólo con la voz sobre un círculo de La, nos da a entender que se trata de una narración nostálgica previo al enloquecimiento instrumental que llega en su segunda parte, bailable, irónica, divertida. La banda nos introduce de inmediato a su activo mundo de egocentrismo, citas y alcohol.

En ‘Tell Her Tonight’ es evidente que Alex está obsesionado con la muchacha, teme ante la idea de un posible rechazo, pero no por ello se detiene a pedirle una cita en ‘Take Me Out’ . “Si estas sola, sabes que estoy esperando con los brazos cruzados por ti” relata previo a los duros golpes de guitarra que crearon la base de una de las canciones más icónicas de la década pasada. La emoción ante el “” de la muchacha se deja sentir en cada uno de sus instrumentos, que bailan ante la posibilidad del nacimiento de una relación. 

Ambos se encuentran por primera vez en ‘The Dark Of The Matinée’, en donde empiezan a juguetear como adolescentes “sobre corredores, reflectores y archivos, la obscuridad del matinée es mía” declara. Ante la negativa de la muchacha, el vocalista se encuentra con el primer descalabro en ‘Auf Achse’. “La ves, pero no la puedes tocar, la escuchar, pero no la puedes sostener, la quieres, pero no la puedes tener” relata previo a animarse el año con un maniaco “ella no es tan especial, mira lo que acabas de hacerte muchacho”. 

El hombre termina por enloquecer y tomar su dignidad a otro lado en ‘Cheating Of You’, la cual cuenta con un ritmo acelerado e inestable. La logra pasar bien, por lo cual llega el descontrol con ‘This Fire’ y más placer hedonista con ‘Darts Of Pleasure’. Sin embargo, vuelve a caer en la depresión cuando la observa en una fiesta con un chico llamado ‘Michael’, un chico “tan sexy, tan sexy, el chico de las caderas soñadas, cabello pegajoso, caderas pegajosas y labios pegajosos“. 

Michael es “el único que siempre quise”, por lo cual al vocalista no le queda de otra más que regresar a casa en ‘Come On Home’, sobre un melodrama auto-humillativo que termina con él llorando en su cama en ’40”. 

Pese a que Franz Ferdinand continuó desarrollando su sonido con otros cuatro álbumes que han sido muy bien recibidos por capturar la misma diversión de su homónimo, la realidad es que poco a poco la banda ha perdido esa sensibilidad conceptual que hizo de su debut todo un hito crítico y comercial. Ninguno de sus materiales ha contado con una historia desde entonces, en su lugar todas las canciones se han desarrollado como una expansión de este álbum del 2004, una obra maestra.